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La difícil petición del Barcelona

Una vez que Rubiales ha abierto la ventanilla y ha despachado dos nuevos títulos nacionales para Dépor y Levante, el club azulgrana ha visto oportuno reclamar como trofeo su Liga del Mediterráneo de 1937

Equipo del Barcelona, campeón de la Liga española en 1929.
Paulino Alcántara (EFE)

Una vez que Rubiales ha abierto la ventanilla y despachado dos nuevos títulos nacionales homologando como Campeonato de España el Concurso España ganado por el Dépor en 1912 y la Copa de España Libre del Levante-Gimnástico en 1937, el Barça ha visto oportuno reclamar como título nacional su Liga del Mediterráneo, también de 1937.

La temporada 36-37 comenzó donde se pudo (en Cataluña y Levante entre otras zonas) con los campeonatos regionales. El Madrid solicitó, a través de su entrenador, Paco Bru, exjugador del Barça y del Espanyol, participar en el catalán, cosa que estuvo a punto de conseguir; incluso instaló 16 jugadores en un caserón alquilado en El Masnou, pero finalmente el Barça lo impidió. Tras los campeonatos regionales se venía jugando la Liga y después de esta, la Copa. Ante la imposibilidad de jugar la liga nacional, el inquieto presidente del Valencia, Rodríguez Tortajada, propuso a primeros de 1937 hacer una entre valencianos y catalanes. Las discusiones sobre quién participaría se alargaron. La División A catalana constaba de seis equipos y los dos últimos del reciente campeonato, Sabadell y Badalona, debían jugar la permanencia con los primeros de la División B, pero el tiempo se echaba encima y se decidió iniciar la liga con sólo cuatro equipos por regional: Barcelona, Espanyol, Girona, Granollers, Valencia, Levante, Gimnástico y Castellón.

Se inició el 31 de enero y se completó con relativa normalidad. Lo de relativa viene porque sobre la marcha se endurecieron las condiciones de reclutamiento persiguiendo escaqueos y se abrieron nuevas quintas, de modo que bastantes jugadores fueron llamados a filas y otros salieron como pudieron a Francia. Esas bajas se fueron cubriendo con náufragos de otras zonas llegados en busca de actividad y sueldo.

A falta de dos jornadas el Espanyol era líder con tres puntos, pero perdió por 2-0 ante el Barça en Les Corts un partido polémico en el que abandonó el terreno cuando le fue expulsado Lecuona. En la última, el Barça batió 5-1 al Gimnástico y el Espanyol cayó en Mestalla 4-3.

Esta última jornada se disputó el 2 de mayo, fecha oportunísima, porque el 3 se produciría el asalto de los militantes del PSUC a la Telefónica, gran feudo de los anarquistas de la CNT, dando lugar a esos días turbulentos que tan bien describe George Orwell en su Homenaje a Cataluña. El Barça se fue poco después de gira por América, razón por la que no participaría en la Copa de España Libre.

Ese nombre de Copa de España Libre (cuyo trofeo guardaba el Levante y reentregó simbólicamente Rubiales el viernes) contenía una intención de título nacional del que esta Liga Mediterránea carece. Una dificultad añadida frente a las que ha superado la Copa del Levante, la principal de las cuales era que no fue organizada por la Federación Española, inactiva desde la circular de 3 de octubre de 1936 de su presidente incautador, José María Mengual, en la que suspendía “todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional” y nunca revocada. El Levante defendió que la tutela de Ricardo Cabot, secretario de la Federación instalado en Barcelona, que también tuteló la Liga Mediterránea, daba legitimidad. Hombre eficiente, volvería a ser secretario de la Federación Española a partir de 1946.

Este último trofeo, el que reclama el Barcelona, no existe. O fue destruido por la bomba que el 8 de marzo de 1938 cayó en la sede del Barça de Consejo de Ciento, 331, o se perdió, se robó o fue fundida en la requisa de plata en favor de la Iglesia para reponer cálices robados. En recuerdo de aquellas copas de antaño el Museu exhibe una gran Copa de Tots que Carlos Barnils regaló al club en 1964.