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Susurros del campo
Rocío de Andrés

Blog del Diario AS sobre el negocio que hay detrás del gran espectáculo de masas en el que se ha convertido el deporte.

Rocío de Andrés

Descaste, ¿sí o no?

El calor empieza a cambiar el decorado de nuestros campos, los tonos del Pantone han tornado de verde a amarillo y se hace evidente la falta de agua. La caza en el periodo estival del jabalí y del conejo, popularmente conocida como descaste, se ha convertido este año en un menester sine qua non.

Descaste, ¿sí o no?

El calor empieza a cambiar el decorado de nuestros campos, los tonos del Pantone han tornado de verde a amarillo y se hace evidente la falta de agua. La caza en el periodo estival del jabalí y del conejo, popularmente conocida como descaste, se ha convertido este año en un menester sine qua non.

Una de las graves consecuencias que la pandemia ha traído, en cuanto al campo se refiere, es la superpoblación de especies, pues las restricciones de movilidad de los cazadores y la pésima (por no decir nula) gestión por parte de los señores que nos gobiernan han hecho que la densidad de especies, como la del lagomorfo, se multiplicase por cuatro, y cuyo resultado no fue otro que el que se venía avisando: gravísimos daños agrícolas por conejos y jabalíes, entre otros, y un aumento considerable de accidentes de tráfico producidos por animales de caza.

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El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación indica que, en nuestro país, el 87 % del territorio está declarado como cinegético: un total de 43,8 millones de hectáreas, divididas en 32.817 cotos de caza que, en años normales, suelen cazar más de 20 millones de ejemplares de caza menor y más de 600.000 de caza mayor. En los dos últimos años, no.

Respecto al aumento de accidentes tráfico por colisiones con animales, los datos lo dejan muy claro, pues el 85% han sido causados por especies cinegéticas según los datos de la Dirección General de Tráfico. De esta forma, en el año 2006 hubo 10.436 accidentes; en 2010, 15.875 siniestros; 18.454 en el año 2015, y en 2018 aumentaron las cifras hasta los 28.139 accidentes. ¡Una barbaridad!

El descaste de conejos es una buena práctica como modalidad de caza, centrada en controlar la densidad de poblaciones y prevenir explosiones demográficas de esta especie que puedan causar verdaderos daños en la agricultura.

Esta modalidad de caza está actualmente cuestionada y no exenta de controversia. Lo que no debemos hacer es convertirla en una práctica sistemática.

Los cazadores, y más en los tiempos en los que vivimos, debemos practicar una caza basada en criterios técnicos, y de ahí la importancia de la ordenación cinegética como tal. Es decir, la caza de manera sostenible como herramienta de conservación.

La práctica de un descaste irresponsable nos puede dejar sin piezas para la temporada general, e incluso con la población bajo mínimos. Por ello, debemos ser conocedores del estado de la población antes de cazarla y ajustarnos a los métodos y cupos más adecuados para nuestros objetivos de gestión.

Todo cazador que comience su actividad en el descaste no solo debe aprender las técnicas y precauciones que debemos poner en práctica en el campo, sino también a preparar las piezas cobradas, algo importante pues los cazadores comemos la carne de la caza que abatimos y no debemos descuidar las capturas en esta época de calor, ya que se echarían a perder: destripar los conejos cobrados y guardarlos adecuadamente para evitar las moscas es algo imprescindible.

El descaste es una modalidad perfecta para aprender, para cazar con padres y maestros de la menor y, sobre todo, para disfrutar del campo, pero hay que extremar las precauciones. El calor y las garrapatas serán nuestro quebradero de cabeza y debemos aprender a convivir con ambos. No debe faltar el agua fresca en el morral, un buen producto antimosquitos y garrapatas, y una buena gorra o sombrero que nos proteja de don Lorenzo (que pega con justicia). No se debe cazar más allá de la media mañana, antes de que empiece a apretar, y por la tarde lo haremos a última hora, cuando ya no pega tanto el sol.

Y como en todas las profesiones hay ovejas negras, en la nuestra, también las hay. Con esto quiero decir que hay cazadores que solo ven el descaste de conejos con afán de descargarse, pegar unos tiros y quitarse las ganas, pero bien es cierto que hay zonas en las que el descaste es justo y necesario por la gran densidad de lagomorfos.

Feliz fin de semana.