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El intratable Merckx de su primer Tour

En 1969, el belga acumuló todos los maillots y pasó a ser "El Caníbal".

Eddy Merckx en la etapa Luchon-Mourenx del Tour de 1969.

Un chaval joven, que está siguiendo el Tour desde hace unos pocos años con la ilusión del neófito con que yo veía los de Anquetil y Bahamontes, vive asombrado por Pogacar. Ese dominio en la contrarreloj y en la montaña, esos ataques con el maillot amarillo, ese deseo insaciable de etapas, esa distancia de más cinco minutos a la que deja al segundo… Me pregunta ingenuamente si ha habido otros así tiempo atrás.

Eso me lleva a evocar el Tour de 1969, el primero que corría Eddy Merckx, con 24 años. No era un desconocido, ni mucho menos. En el 67 había sido campeón del mundo y en el 68 había ganado el Giro. En la primavera del 69 había ganado varios “monumentos” y había protagonizado un tremendo suceso en el Giro.

La carrera era un duelo Merckx-Gimondi. El italiano estaba en plena madurez y ya había ganado Tour, Giro y Vuelta. El año anterior solo había sido ser tercero en ese primer Giro que ganó Merckx, pero se achacó a que había disputado justo antes la Vuelta a España para incorporarla a su rico palmarés. Ahora se había preparado a fondo para recuperar el laurel italiano, en manos del joven e impertinente belga.

Para entonces, a Merckx se le consideraba aún una figura emergente para clásicas, pero se tenían dudas de él para las grandes rondas.

Merckx estaba ganando claramente el mano a mano, era líder, con cuatro etapas ganadas, dos de ellas contrarreloj, cuando en la llegada a Savona (16ª etapa) salta la bomba: ha dado positivo por Femcamine. Es expulsado entre protestas indignadas de inocencia y le cae un mes de suspensión. Él niega y reniega, se habla de complot italiano para salvar a Gimondi, se habla de mafia. La UCI se apiada y le rebaja la suspensión, lo que le permitirá correr el Tour.

Y llega a él como una moto, cargado de rabia. Se había propuesto llevar el maillot amarillo desde el primer día y tuvo un choque con su jefe, Driessens, director del Faema. Para que estuviera tranquilo, libre de periodistas y polémicas, maniobró para que saliera el primero en el prólogo, no de los últimos como corresponde a los mejores. Sin referencia, hace un tiempazo, 13m 6s, que parecía asegurarle el maillot, pero a última hora el alemán Rudi Altig, que corrió contra esa referencia, consiguió rebajarlo a 13m justos. Merckx se enfureció con Driessens.

Cogió el maillot pronto, en la contrarreloj por equipos, pero lo perdió el día siguiente por una escapada bidón y ya se obsesionó por salir a todos los cortes. Hizo muchos kilómetros cara al viento, disputó los sprints, también quería el ‘maillot’ verde. Rik Van Looy criticó su forma de correr. Le trató de paleto, y esa era la opinión de “la cátedra”. Corría de forma estrepitosa, con las rodillas abiertas y sacudiendo el cuerpo, tan contrario al estilo de Anquetil, recién retirado con cinco Tours ganados, un estilista supremo.

Pero a Merckx le funcionaba. Tras recuperar el maillot en la sexta etapa, siguió dando leña. La dio en el Ballon d’Alsace, donde distanció a todos los favoritos a más de cuatro minutos, la dio en los Alpes, ganando en Digne-les-Bains, ganó la contrarreloj en Revel...

Entró en los Pirineos con Pingeon a casi ocho minutos. Más allá estaban Poulidor, Gimondi y Gandarias. Por fin descansará, pensaban algunos, o quizá reviente.

Entonces llegó una de las más grandes ocasiones que vivió el ciclismo. La Luchon-Mourenx encadenaba Peyresourde, Aspin (ambos de segunda), Tourmalet y Aubisque, (de primera). Los dos primeros los coronó Joaquín Galera. En el Tourmalet se escapó Merckx, pasó en cabeza, afrontó en solitario la subida del Aubisque y llegó a meta tras una galopada en solitario de 140 kilómetros. A ocho minutos llegó un grupito con Pingeon y Poulidor. A un cuarto de hora llega el paquete de Janssen y Gimondi. El destrozo es terrible. Él explica que se escapó en el Tourmalet para descender tranquilo, pero que luego se sintió fuerte y…

El paleto pasa a ser equiparado con Coppi. L’Équipe titula ‘Merckxisme’. Pellos, célebre dibujante del periódico, le representa como un demonio con rabo y cuernos asando a la parrilla a sus rivales.

Aún ganará la última contrarreloj, sexta victoria parcial. En la general, Pingeon queda a 17m 56s, y Poulidor completa el podio a 22m. Las mayores distancias desde el Tour de Coppi en 1952. Pero también ha ganado la montaña (155-94 sobre Pingeon), el maillot verde (244-149 sobre Jansen), el blanco al más joven y el de la combatividad. Su equipo, Faema, gana por equipos. Pleno plenísimo. No se baja del podio en toda la tarde.

Pogacar ha demostrado en este Tour un dominio insultante, sí, pero aquello fue algo solo al alcance de El Caníbal, como pasó a ser conocido.