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BOX34

Sólo faltó que hablara la Honda de Marc Márquez

Otra temporada memorable de MotoGP donde el gran protagonista y triunfal vencedor ha sido una vez más el pentacampeón.

Sólo faltó que hablara la Honda de Marc Márquez
Mela Chercolés

Otra temporada memorable de MotoGP, a pesar de la amplia diferencia en la general que ha sacado el campeón y su resolución del título tres carreras antes de la conclusión, con éxtasis final en Japón. El gran protagonista y triunfal vencedor ha sido una vez más Marc Márquez, un piloto extraordinario, el mejor de la historia a su edad por lo que dicen los números, un caníbal en la pista y un tío divertido fuera de ella que facilita mucho las cosas a los que trabajan con él. Y eso incluye a su fábrica, su equipo técnico y humano, sus patrocinadores y los periodistas que contamos sus hazañas allá donde vaya. Y todo eso también contagia a la gente de su alrededor. Tanto es así que en Motegi vimos al Alberto Puig más sensible y emocionado que uno recuerda, demostrando que los tipos duros también pueden llorar, de emoción, y no pasa nada.

Más allá de lo puramente deportivo, que está ya contado sobradamente, del final del GP de Japón me sorprendió sobremanera la facilidad que nos dieron a los periodistas que por allí merodeábamos para poder trabajar dentro del box del Repsol Honda en busca de reacciones por el séptimo título del español. Nos manejamos por allí como por el salón de casa y en el rato que hubo entre el podio y la rueda de prensa me dio tiempo a meterle la grabadora al citado Puig, a Bárbara Bertrand (de Repsol), a Emilio Alzamora (el mentor), a toda la familia Márquez presente (el padre, Julià, el hermano, Álex, y el tío, Ramón, que dirige el club de fans), a Santi Hernández (jefe de mecánicos) y a Takeo Yokoyama (director técnico de HRC).

Y eso fue una auténtica pasada en plena celebración e impropia en otros deportes en las que no hacen más que poner obstáculos a la Prensa. Me fui de allí con una sonrisa de oreja a oreja, la grabadora bien cargada y con la sensación de que sólo faltó que me hablara la Honda de Marc, esa RC213V parada en el box y a la que acaricié a modo de agradecimiento antes de tirar de nuevo para la sala de prensa, convencido de que así da gusto trabajar y de que tengo posiblemente uno de los mejores trabajos del mundo.