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El feliz regreso de Natalia Rodríguez

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Lo que más me impresionó de Natalia Rodríguez en la reunión de Zaragoza no fue la marca que hizo (4:06.35), con ser excelente, sino cómo la hizo: dando vueltas a un estrecho anillo de 180 metros, sin rivales de consideración, en su primera carrera en pista desde aquel aciago 23 de agosto de 2009, en Berlín, a las cinco de la tarde… En Zaragoza se anunció que era la mejor marca europea del año y la segunda mejor de las listas mundiales. Y era verdad, pero 25 minutos después, en Stuttgart, en una pista mágica para el atletismo, y en una carrera espléndida, con extraordinarias corredoras en acción, la etíope Gelete Burka y la rusa Anna Alminova dejaron a Natalia como tercera del mundo y segunda de Europa. Sigue siendo impresionante.

A mí me hubiera gustado ver a Natalia en esa carrera, que quedó así en sus tres primeros puestos: 1. Gelete Burka (Etiopía), 4:03.44; 2. Anna Alminova (Rusia), 4:03.88; 3. Irene Jelagat (Kenia), 4:07.45. La 'liebre' fue la ucraniana Tamara Tverdostup, una mujer acreditada en 2:00.77 y 4:07.43, al aire libre. Una buena 'pacemaker' para una excelente carrera.

Natalia regresa y lo hace con fuerza, con optimismo y con ambición. Me gustó verla correr de nuevo, pero, sobre todo, me hizo feliz verla sonreír, porque sus lágrimas negras en el Estadio Olímpico de Berlín, después de haber vencido en aquella final trágica de 1.500 metros, será algo que nunca olvidaré.

Por cierto, la vencedora en Stuttgart, Gelete Burka, es, claro, la mujer que cayó derribada a falta de 200 metros para la meta en aquella carrera. Probablemente acudirá a los Mundiales en sala de Doha (Qatar), los que Natalia tiene como objetivo invernal. Vencerla allí será una especie de redención. La cosa tiene su morbo, no me lo negaréis…

También regresó a la competición Concha Montaner, de forma menos espectacular, pero esperanzadora. Su caso, evidentemente, es muy distinto al de Natalia. Ella viene de ser madre y aunque hay muchas mamás atletas triunfantes (Natalia, entre ellas, por cierto), no siempre es fácil adaptarse a la nueva situación. Concha ha acusado el cambio, como no podía ser menos. Comenzó con 5,98, hizo un nulo y siguió con 6,06, 5,93, 6,06 de nuevo y, para terminar, unos 6,23 que la hicieron muy feliz. Le queda un largo camino por recorrer, pero yo me la imagino en la final de los Europeos de Barcelona.