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MOTOCICLISMO |

“Pese a los accidentes, yo no cambio las motos por nada”

Kenny Noyes, campeón de Superbike del FIM CEV Repsol 2014, se sincera en el segundo aniversario de su accidente en MotorLand.

Actualizado a
Kenny Noyes.

En la habitación de Kenny Noyes sigue colgado el póster que su equipo, PL Racing, le dedicó cuando sufrió el accidente. En él se pueden leer frases como “esta remontada será maravillosa” o “lo bueno siempre sale adelante”. Más que mensajes de ánimo, son predicciones. O lo eran, mejor dicho, a pesar de que sigan escritas. Dos años después de la caída que le llevó al hospital con un grave traumatismo craneoencefálico y tras un intenso periodo de recuperación, Kenny Noyes sigue siendo el mismo de siempre. Se queja cuando hace frío (es decir, cuando la temperatura está por debajo de los 27º), cuenta historias constantemente y solo piensa en volver al trabajo.

-Hace ya dos años que salió al 'warm up' de la carrera del FIM CEV en MotorLand Aragón. ¿Qué recuerda de aquel día?

-Nada. Cinco semanas después desperté en una habitación del Institut Guttmann de Barcelona. No sabía muy bien quién era yo, ni dónde estaba, ni por qué. ¡Sabía que era piloto, pero no sabía quién era! Reconocí a mi mujer y más tarde a mi hermano y a mis padres, pero nada más. No podía hablar ni andar, y me alimentaba por tubos. Con el tiempo empecé a recuperar la memoria, pero nada de la caída. Solo me acuerdo de ir al circuito en coche. Justo después de la caída fui trasladado en helicóptero al Hospital Clínico de Zaragoza, pero no me acuerdo de nada de aquel tiempo. Hace poco que he leído los informes médicos y he visto el vídeo de la caída. Fue bastante normal, pero tuve mala suerte y la moto rebotó en las protecciones, golpeándome en la cabeza. Combinando la velocidad que llevaba yo y la de la moto, se estima que el impacto fue a unos 120 km/h.

-¿Cómo se encuentra?

-Estoy mejor. Voy mejorando en todos los sentidos, pero muy poco a poco. Avanzar, aunque sea lentamente, es bueno. El problema llega cuando la recuperación se detiene, pero ese no ha sido mi caso.

-El año pasado conocimos lo duro que había sido el primer año de recuperación. ¿Qué valoración hace de esta segunda etapa? ¿Ha sido tan difícil como la primera?

-Ha sido más dura, porque soy mucho más consciente de todo. Para mí, más que dos años, este periodo ha supuesto el final de una vida y el principio de otra. De mi segunda oportunidad.

-¿Cómo es su día a día?

-Bastante rutinario (risas). Hago diferentes cosas. Cada día tengo un trabajo de recuperación distinto. Trabajo el equilibrio, la forma física, acudo a un logopeda… Estoy contento, porque he empezado a utilizar un andador y me ha ayudado mucho. Más de lo que pensaba. Ahora puedo bajar solo a la calle, a tomar un café por ejemplo.

-Incluso ha empezado a caminar sin ningún tipo de apoyo. ¿Cuál es la sensación que tuvo al conseguirlo?

-Te contestaré cuando pueda correr (risas).

-Hace un año dijo que lo más frustrante era hablar y mantener el equilibrio, pero ha mejorado mucho. ¿Sigue siendo la parte más difícil?

-No me cuesta tanto hablar. Se me entiende mucho mejor gracias al trabajo que he hecho con mi logopeda, Ana Belmonte. El equilibrio también va mejorando, algo que sin la ayuda de Step by Step y mi fisioterapeuta, Luis Lomba, habría sido imposible. Tuve la suerte de conocer a médicos que tienen mucha experiencia tratando lesiones como la mía, y me he dado cuenta de la cantidad de especialistas que son necesarios para una recuperación así. Además de con logopedas y fisioterapeutas, hay que trabajar con neuropsicólogos, psiquiatras, terapeutas especializados en sueño, oftalmólogos… La parte más difícil es ser consciente de lo costoso que es todo el proceso y de que no puedo conseguir los recursos por mí mismo, con un trabajo.

-Óscar Ibáñez, uno de los monitores del 'Noyes Camp', también sufrió un accidente y superó varias semanas de coma. Él necesitó cuatro años para sentirse fuerte. ¿Ve muy lejana una fecha como esa?

-Conocer a gente que se ha recuperado de un gran accidente, aunque no sea como el mío, me va muy bien, y Óscar es un caso de recuperación increíble. La verdad es que, a mí, los años me parecen muy largos, aunque es cierto que ya han pasado dos.

-¿En qué proyectos está trabajando ahora mismo?

-Sigo involucrado con el Noyes Camp, mi escuela de pilotaje. Disfruto mucho del contacto con centenares de aficionados cada año. Me transmiten una energía positiva increíble. También, aprovechando el segundo aniversario del accidente, estoy preparando mi perfil de GoFundMe, una plataforma para recaudar fondos. El seguro federativo solo cubrió los primeros 18 meses después del accidente y, ahora, todos los gastos recaen sobre mi familia. El objetivo es terminar la rehabilitación y crear la Fundación Noyes para ayudar a las personas que, desgraciadamente, estén obligadas a pasar por lo mismo que yo.

-Además de las donaciones en GoFundMe, ¿hay otras vías para ayudarle con la recuperación?

-Sí, iremos lanzando ventas de merchandising, cursillos solidarios del Noyes Camp, carreras benéficas… También subastaremos algunas cosas que serán muy divertidas. Quiero que las personas que deseen colaborar conmigo y con mi proyecto para ayudar a los demás tengan muchas posibilidades y estén cómodos. Lo mejor es seguir las redes sociales del Noyes Camp y de mi padre, Dennis Noyes, porque ahí lo iremos anunciando todo.

-Por cierto, ¿qué tal va el Noyes Camp?

-Está funcionando muy bien, aunque lo veía mejor cuando podía pilotar yo [risas]. Los monitores, Alejandro Ros, Óscar Ibáñez y Ferran Sastre, están haciendo un trabajo espectacular, pero no lo puedo evitar: quiero subirme a las motos en todos los cursillos.

-Usted que ha vivido de cerca la cara más amarga del motociclismo, ¿qué mensaje de esperanza mandaría a todos los aficionados?

-Los accidentes son parte del motociclismo, pero yo no cambiaría las motos por nada. La parte negativa es una realidad, aunque lo digo siempre: Shoya Tomizawa, Marco Simoncelli, Luis Salom, Dani Rivas, Bernat Martínez y el resto de pilotos que se han marchado nos pedirían que siguiéramos disfrutando de las motos de la misma forma en que ellos lo hacían. Los días posteriores al accidente de Nicky Hayden fueron especialmente duros para mí, porque su lesión fue muy parecida a la mía a pesar de que él no iba en moto. Tenía una buena relación con Nicky, hasta corríamos juntos en USA en carreras de Flat Track amateur, y sé que la mejor forma de recordarle es dando gas.

-La familia es el pilar fundamental en una recuperación así. ¿Qué papel ocupa su gente en la fase actual de la recuperación?

-Ahora es más importante porque, al tomar conciencia de todo lo que ocurre a mi alrededor, el aspecto psicológico se convierte en una clave de la rehabilitación. Los amigos también son absolutamente necesarios. Sacar fuerzas tras un accidente como el mío es difícil, pero ser constantes en el día a día es todavía más complicado.

-¿Ha cambiado su forma de valorar la familia?

-Sí, antes de la caída era mucho más egoísta con mi familia, mi mujer y mis amigos. Ahora, con esta segunda oportunidad, espero no serlo.

-¿Sigue pensando que su trabajo es ser piloto y que quiere estar vinculado al mundo de las dos ruedas en los próximos años?

-No quiero ser piloto a nivel profesional, pero tengo claro que quiero seguir involucrado en este mundillo. Me gustaría mantener mi vínculo con las motos, pero de una forma distinta. Con algún equipo, con el Noyes Camp… Incluso me gustaría trabajar en algún campeonato ofreciendo mi punto de vista sobre la seguridad. Hacer algo que sea para el bien común de toda la familia del motociclismo.