NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

MOTO2

Luis Salom: el mallorquín conocido como el 'Mexicano'

Su primer gran premio fue en España 2009, y su primera victoria mundialista llegó en Indianápolis 2012, en una emocionante carrera de Moto3.

MontmelóActualizado a
Esta misma mañana, Luis Salom publicaba esta foto en su Twitter.
Twitter

Se ha ido para siempre Luis Salom, un piloto mallorquín que se hacía llamar el mexicano. Era su sobrenombre y estaba relacionado con un purasangre de carreras que tenía el hermano de su representante, Marco Rodrigo, y prometió que no desvelaría la razón hasta que lograse su primera victoria mundialista.

Tardó en llegar, porque su primer gran premio fue en España 2009, y su anhelado objetivo llegó en Indianápolis 2012, en una emocionante carrera de Moto3. A partir de ahí cabalgó desmelenado hasta un total de nueve victorias y 16 podios más, diez como segundo clasificado y seis como tercero. Todos sus triunfos fueron en Moto3, categoría en la que llegó a pelear por el título hasta la última carrera en la temporada 2013 y desde 2014 estaba enrolado en la de Moto2.

Las dos primeras en la clase intermedia las pasó en el equipo de Sito Pons, donde consiguió dos podios (tercero en Argentina 14 y segundo en Italia de ese mismo año), y esta había recalado en el Stop and Go de Edu Perales, al que había dado una alegría enorme con su segundo puesto en la prueba inaugural, la de Qatar.

Se puede decir de este piloto de 24 años, nacido el 7 de agosto de 1981 en Palma de Mallorca, que era un currante de las carreras, y un apasionado de las mismas. Subió paulatinamente desde la Red Bull Rookies Cup, que estuvo a punto de ganar, y entró en el Mundial de 125cc sin apenas medios, con lo que sabía lo que era pasar penurias en sus primeros pasos.

Estaba siempre acompañado en los circuitos por su madre, María Horrach, mientras que su padre se quedaba en Mallorca a cargo del resto de la familia, aunque esta vez se encontraba en el circuito de Montmeló. También tenía un hermano y una hermana. Eran una pareja madre-hijo de trato formidable y él una persona muy creyente, que corría siempre con medallas de sus vírgenes y acumulaba estampas religiosas en su rincón privado en el camión del equipo. Parecía serio por su tono de voz profundo, pero no le costaba nada reírse y era feliz. Siempre atendía a los medios con exquisita educación y era uno de esos pilotos que uno siempre espera que le vaya bien. Descanse en paz.