Impresiones de Dying Light: The Beast, la entrega que apunta a ser la más brutal de toda la saga

Techland continúa la historia de Kyle Crane con un juego menos ambicioso pero no por ello menos divertido.

Dying Light The Beast

Han pasado nada más y nada menos que diez años desde el lanzamiento del primer Dying Light. Hace una década, Techland sorprendió a todo el mundo al publicar un título de mundo abierto infestado de zombies que destacó por ser brutal, dinámico y divertido, pero sobre todo, por haber llegado en el momento perfecto. A día de hoy, más de 50 millones de jugadores han disfrutado del parkour, la supervivencia y los combates viscerales de esta saga, la cual se prepara para recibir una nueva entrega que ya hemos podido probar en profundidad.

Recientemente fuimos invitados por la compañía polaca a jugar durante varias horas a Dying Light: The Beast, un juego que nació como un DLC para Dying Light 2: Stay Human pero que finalmente terminó convirtiéndose en una expansión independiente que tiene poco que envidiarle a las principales. Sin más dilación, a continuación os contamos qué nos ha parecido lo nuevo de Techland.

El regreso triunfal de un atormentado Kyle Crane

Esta nueva entrega nos vuelve a poner en la piel de Kyle Crane, el protagonista del primer Dying Light al que muchos fans recuerdan con cariño por estar doblado por el mismísimo Roger Craig Smith (Ezio en Assassin’s Creed, Chris Redfield en Resident Evil). Tras pasar trece años encerrado y haber sido sometido a experimentos inhumanos, Crane logra escapar e inicia un viaje de venganza en el corazón de Castor Woods, una región que se aleja de los suburbios y los rascacielos modernos de anteriores entregas y que destaca por la presencia de zonas boscosas y pantanos.

Castor Woods es una región más compacta, pero cuidadosamente diseñada. Durante nuestra sesión recorrimos senderos montañosos, pueblos abandonados, cuevas llenas de peligros, instalaciones industriales y ruinas devoradas por la vegetación. Y todas estas zonas daban la sensación de peligro constante que tan bien saben transmitir las obras de Techland. El parkour sigue siendo una parte clave del apartado jugable, ágil y satisfactorio a medida que vas aprendiendo nuevos movimientos, aunque ahora también se combina con otro tipo de desplazamiento.

Castor Woods
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Un Dying Light con vehículos y armas de fuego, ¿Por qué?

Al ser un mapa con más espacios abiertos y menos tejados entre los que saltar, se han introducido vehículos 4x4 que permiten recorrer largas distancias, pero no tan cómodamente como os podríais imaginar. Los coches necesitan gasolina para funcionar, la orografía puede hacer que vuelques e incluso algún que otro infectado puede agarrarse al capó con la intención de atacarte. ¿Y qué hay que hacer en estos casos? Pues estamparse contra una farola o una pared para que el enemigo salga despedido por los aires. Este tipo de detalles son los que nos encantan descubrir mientras jugamos, ¿Qué más sorpresitas esconderá el juego final?

Otro apartado que ha sumado algunas novedades de peso es el sistema de combate. Por un lado tenemos la inclusión de armas de fuego como pistolas, rifles y escopetas, que facilitarán algunos combates concretos, como lo que surgirán al toparse con facciones enemigas que emplean armamento pesado. Por supuesto Dying Light: The Beast sigue centrándose en el combate cuerpo a cuerpo y en el parkour, pero según nos comentó Szymon Strauss (productor principal del juego), el uso de armas de fuego ofrecerá más variedad sin restar protagonismo al melee. “No tiene mucho sentido usarlas contra los zombies más débiles que van a por ti, lo más lógico sería guardarlas para ocasiones especiales”, nos explicó.

Armas de fuego
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Crane también sabe ponerse en modo Kratos

Por otro lado, uno de los añadidos más importantes es el de poder activar un “modo berserker” cuando acumulamos mucha ira. Como resultado de los experimentos a los que fue sometido, Crane puede desatar una fuerza bestial, una especie de transformación que cambia el ritmo del combate y nos convierte en un torbellino de violencia. Al igual que en God of War podemos hacer que Kratos se enfurezca y empiece a repartir puñetazos a diestro y siniestro que destrozan a los enemigos que tenemos delante, en Dying Light: The Beast podemos hacer exactamente lo mismo, haciendo que los combates se vuelvan más brutales que nunca al emplear la misma táctica que los infectados: golpear sin descanso y con fuerza sobrehumana.

El combate cuerpo a cuerpo, de hecho, ha sido elevado a una nueva dimensión de brutalidad. Golpear a un enemigo y ver cómo se le desgarra el hombro hasta exponerle la clavícula no es solo un efecto visual: es una declaración de intenciones. Cada impacto se siente, cada golpe deja huella en el zombie al que atacas. Esta sensación de contundencia, sumada al frenesí del modo bestia, convierte cada enfrentamiento en una experiencia cruda, directa y satisfactoria, que refleja a la perfección la espiral de violencia y desesperación en la que se ve envuelto el protagonista.

Combate contra Quimeras
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Hay menos énfasis en el RPG que en Dying Light 2, pero eso no tiene por qué ser una mala noticia

Esta mecánica no solo aporta aún más variedad a la jugabilidad, sino que tiene un peso narrativo importante, ya que el título explora cómo esa “bestia” interior afecta a la mente y las relaciones de Crane con otros personajes. De hecho, parte del progreso del protagonista se basa en derrotar a poderosos enemigos conocidos como Quimeras. Estas criaturas funcionan como mini-jefes y, al eliminarlas en unos enfrentamientos más entretenidos de lo que esperábamos, Crane puede extraer su ADN para desbloquear nuevas habilidades bestiales. Este nuevo árbol de progresión convive con el tradicional sistema RPG de la saga, basado en habilidades de combate, parkour y supervivencia, aunque en una escala menor a la vista en DL2. Y a medida que jugamos, obtenemos puntos de dos tipos: los normales, para mejorar nuestras capacidades como humanos, y los bestiales, para abrazar nuestro lado más salvaje.

No obstante el componente RPG no se limita solo a las habilidades. También podremos personalizar el aspecto de Crane con vestimentas que mejorarán su resistencia a los golpes e incluso crear y reparar objetos y armas a través del sistema de crafting. En los bancos de trabajo se pueden elaborar vendajes, granadas, señuelos y muchos otros objetos que serán de mucha utilidad durante la partida. Además, el sentido de supervivencia nos permite rastrear enemigos, localizar cofres ocultos, identificar peligros y recolectar recursos en los escenarios, aumentando la sensación de supervivencia.

Interiores de edificios del juego
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Además, el ciclo día-noche vuelve a ser tan crucial como cabría esperar de un Dying Light. Por el día podemos movernos con más libertad, aceptar misiones secundarias, ayudar a supervivientes que nos vamos encontrando por el mapa o explorar casas en busca de recursos. Pero por la noche, el juego cambia radicalmente de tono: los enemigos son más numerosos, letales y organizados. Incluso en compañía (el juego ofrece cooperativo para hasta 4 jugadores), la sensación de vulnerabilidad es total. En nuestra partida experimentamos momentos que nos recordaron un poco más al terror más puro de la primera entrega, algo que sí echamos de menos en su secuela. Podemos confirmar que las huidas a la desesperada volverán a poneros los pelos de punta gracias a la tensión que desprenden y a un diseño sonoro que es simplemente bárbaro.

En cuanto al multijugador, Techland por fin ha incorporado mejoras de peso muy demandadas por los fans. Ahora se indicará en pantalla si el progreso de una misión será compartido o no, lo cual es especialmente útil para quienes alternen entre partidas cooperativas y sesiones en solitario, ya que asegura que no pierdas avances al jugar con amigos. Y por si fuese poco, ¡También habrá cross-play y cross-progression!

Cooperativo
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Conclusión

En definitiva, Dying Light: the Beast nos ha dejado con muy buenas sensaciones, y las cuatro horas que echamos en Castor Woods se pasaron volando. Su estructura menos ambiciosa, su nueva ambientación y las habilidades bestiales de Crane consiguen añadir frescura a una fórmula que había perdido algo de fuelle con Dying Light 2, y todo sin traicionar lo que hizo grande a la saga. Por supuesto todavía nos queda mucho por descubrir y estamos seguros de que esta entrega todavía oculta alguna que otra sorpresa, por lo que no podemos estar más entusiasmados por ver todo lo que Dying Light: The Beast tiene para ofrecernos. Los fans de la acción y los zombies deberían echarle un ojo a este lanzamiento, que se producirá el 22 de agosto en PC, PS5, PS4, Xbox One y Xbox Series XS.

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Dying Light: The Beast

  • PC
  • PS4
  • XBO
  • PS5
  • XBS
  • Acción
  • Aventura

Dying Light: The Beast es una emocionante aventura de acción independiente de zombis situada en una región rural a cargo de Techland para PC, PlayStation 4, Xbox One, PlayStation 5 y Xbox Series. Serás Kyle Crane, un héroe que recupera su libertad tras años de experimentos. Ahora se dará cuenta de que hay en juego mucho más que su venganza.

Carátula de Dying Light: The Beast
7.8
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