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Los mejores videojuegos de zombis de la historia: Resident Evil, The Last of Us, Dying Light...

Celebramos el Día del Orgullo Zombi recordando los mejores títulos del género. Algunos ponen miles de muertos vivientes en pantalla, pero otros son mucho más sutiles. Y sí, hemos hecho trampa para meter a uno de nuestros favoritos...

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El 4 de febrero es el Día de los Zombis, así que si queréis sumaros al homenaje a George A. Romero (la fecha coincide con su día de nacimiento), ¿qué mejor manera de disfrutar de un buen videojuego de zombis? En MeriStation nos fascinan todos los géneros, pero mentiríamos si dijésemos que los zombis no nos gustan especialmente, ya que nos encanta pasar miedo ¡y es muy divertido matarlos!

Aunque Resident Evil ha proyectado una sombra muy alargada desde su estreno en 1996, los zombis llevan formando parte del medio desde mucho antes. Plataformas antiguas como Spectrum o Atari ya tuvieron su buena dosis: Ghosts ‘n Goblins contaba con ellos entre sus enemigos y Zombies Ate My Neighbors alcanzó bastante popularidad en su día. El videojuego siguió evolucionando, pero los zombis nunca se fueron. Wolfenstein, The House of the Dead, Days Gone... La lista es interminable, pues estas criaturas lo devoran todo a su paso e incluso llegaron a sagas como Red Dead Redemption y Call of Duty. ¿Echamos un vistazo a los mejores juegos de zombis?

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Resident Evil HD Remaster

Muchos dicen que es la mejor entrega de Resident Evil, pero no solo eso; también hay quien asegura que es uno de los mejores survival horror de la historia. Esta rareza que debutó en exclusiva para Nintendo GameCube en 2002 y actualmente se encuentra en todas las plataformas es muy especial, ya que aunque insistimos en llamarlo remake, realmente es una reimaginación del Resident Evil original de 1996, con un increíble apartado gráfico y una montaña de contenidos inéditos.

Clásico como él solo —aunque ofrece un modo de control alternativo más moderno—, Resident Evil (2002) es un survival horror de pura cepa, de esos que nos obligan a gestionar cada bala como si fuese la última, a recorrer la mansión por todos sus rincones en busca de pistas y a enfrentarnos a todo tipo de peligros, incluida una nueva variante de zombi capaz de resucitar y perseguirnos sin descanso, ya que son capaces incluso de ¡abrir puertas!

Leff 4 Dead 2

Es difícil no acordarse de la saga que popularizó esto de enfrentarse a oleadas de zombis en cooperativo a cuatro. Estrenado en 2008, y respaldado por una veterana de los multijugadores online como Valve (Counter Strike, Team Fortress 2), el primer Left 4 Dead en seguida atrapó a los usuarios de PC y Xbox 360. Sus campañas apenas se molestaban en ofrecer contexto argumental, pero el frenetismo de su jugabilidad, con docenas de zombis en pantalla y criaturas especiales con diferentes propiedades como los Boomer (explosivos), los Hunter (saltadores) o Spitters (lanzadores de ácido), así como la necesidad de trabajar en equipo para sobrevivir, lo convirtieron en uno de los grandes títulos de aquel año.

La sorpresa vino cuando Valve anunció una secuela casi de inmediato, ya para 2009, lo que creó anticipación ante las nuevas posibilidades, pero también cierta confusión o incluso frustración entre los que preferían que la compañía siguiese apoyando al original durante más tiempo. Sin embargo, cuando Left 4 Dead 2 salió a la venta, hubo pocas dudas sobre su superioridad. Con más mapas, más armas y más tipos de criaturas, el juego dejó anticuado al primero, del que encima acabó heredando contenido para convertirse en la experiencia Left 4 Dead definitiva. Además, siguiendo una vieja tradición de Valve, la saga se detuvo ahí y nos dejó sin tercera parte, por lo que la segunda sigue siendo la mejor forma de disfrutar esta fórmula.

The Walking Dead

Otro nombre que logró bastante impacto y creó escuela fue The Walking Dead, franquicia con origen en cómics que aumentó su popularidad gracias a la adaptación televisiva antes de dar el salto a los videojuegos de mano de Telltale Games. Entonces conocido por desarrollar aventuras gráficas más tradicionales como Sam & Max o Tales of Monkey Island, el estudio californiano se apoyó en el drama humano creado por la invasión zombi para girar hacia el tipo de aventura más narrativa que definiría su carrera de ahí en adelante. La primera temporada, repartida en cinco capítulos estrenados a lo largo de 2012, incluso fue premiada como uno de los mejores juegos del año, garantizando tanto la continuidad de esa serie como favoreciendo la adaptación de otras licencias como Batman, Juego de Tronos o Borderlands.

Así como Left 4 Dead triunfó gracias a la necesidad de hacer piña con los demás jugadores, The Walkind Dead conectó con la audiencia gracias a la crudeza de su trama y las difíciles decisiones que debíamos tomar en la piel de Lee Everett, protagonista de un reparto extenso —con amigos y enemigos— que equilibraba la supervivencia en el apocalipsis con zombi con la tutela de Clementine, niña desamparada que se acabaría convirtiendo en personaje central con el transcurso de la serie. El viaje a través de las siguientes temporadas no siempre fue el más agradable, y Telltale Games incluso quebró por el camino, dejando la misión de cerrar la aventura de Clementine en manos de otro estudio. Pero con altibajos o sin ellos, The Walking Dead siempre será un capítulo destacado en la historia de los videojuegos de zombis.

Diying Light

Aunque su secuela no estuvo nada mal, el primer Dying Light es el favorito entre los amantes de la saga. Estrenado en 2015, la obra de la polaca Techland quizá no destacó por ser la más puntera o la mejor rematada, pero sí por ofrecer una propuesta que la diferenció al momento de cualquier otro título de zombis (incluyendo el Dead Island que firmara este mismo estudio algunos años antes): Dying Light no solo nos soltaba en un mundo abierto para explorar, cumplir misiones y defendernos de los no muertos con cualquier arma que encontrásemos por ahí, también introdujo mecánicas de parkour (saltar, escalar, lanzar un gancho hacia los edificios, bajar usando tirolinas, etc.) para convertirse en un plataformas en primera persona bastante en la línea de Mirror’s Edge.

Claro que correr por tejados evitando hordas a pie de calle podía ser una experiencia placentera, pero también poco duradera: tarde o temprano tocaba bajar y/o meterse en interiores, donde había encerronas, las cosas se ponían feas y nos manchábamos inevitablemente las manos. Además, al caer la noche, la ferocidad de los zombis se multiplicaba, dificultando cualquier misión y requiriendo buscar refugio hasta la mañana siguiente... si es que era una opción. La mejora de atributos mediante su uso también le dio un apropiado toque RPG, y el crafteo permitía crear bombas u otros objetos para resolver ciertas situaciones con mayor facilidad, acercándolo al terreno de los simuladores inmersivos. La ejecución de sus muchas ideas se dio con un grado de éxito dispar, pero no cabe duda de que a Dying Light le sobraba ambición y aún hoy es capaz de erigirse como un referente entre los juegos de zombis.

Dead Rising

Capcom tenía más zombis guardados en sus oficinas además de los de Resident Evil. El primer Dead Rising logró un gran impacto durante su estreno. En 2006, con la generación de Xbox 360 todavía en sus albores, este juego se tomó muy en serio las influencias de George Romero y nos llevó a un centro comercial plagado de zombis. Y cuando decimos plagado, es plagado. Docenas y docenas (y docenas) de muertos vivientes merodeaban sus pasillos y tiendas, llenando la pantalla de un modo inviable en las consolas que entonces aún acabábamos de dejar atrás.

Dead Rising tenía un tono más ligero que Resident Evil, era más juguetón, un sandbox donde experimentar y encontrar nuevas formas de matar zombis era más divertido que seguir la trama. Sartenes, motosierras, bates, sombrillas, botellas, bancos: si podías agarrar algo, podías usarlo para golpear, y eso incluía a los propios zombis. Usar vehículos como bicicletas, motos o coches para arrollarlos también era una opción, aunque no podíamos hacerlo de forma indefinida, ya que el juego se regía por un sistema horario dividido en tres días al estilo Majora’s Mask y tanto las misiones como el desenlace dependían de cumplir requisitos determinados por el tiempo (que, por supuesto, se podía reiniciar manteniendo la progresión del personaje). Además, siendo fotógrafo profesional, Frank West también debía usar su cámara para sacar instantáneas de todo tipo, a veces relacionadas con misiones, otras para conseguir puntos y mejoras. En definitiva, un juego tan original como alocado. Por cierto, ¿sabes que tiene un increíble remaster?

The Last of Us: Parte 2

Fácilmente catalogable como uno de los juegos más controvertidos de los últimos años, The Last of Us: Parte II también es uno de los mejores que se han visto, al menos en lo que a puesta de escena y narrativa se refiere. El mundo creado por Naughty Dog se presentó más duro y cruel que nunca, aunque esta vez fue incluso más por la intervención de sus habitantes sanos que por la de los infectados que provocaron el apocalipsis en primer lugar. El agridulce desenlace de la historia de Joel y Ellie en la entrega original condujo hacia una épica turbulenta y miserable, que no agradó a todos los fans debido a algunas de las decisiones tomadas, pero que sí reintrodujo y retorció con efectividad varios de sus temas como si fuesen un cuchillo.

Muchas de sus virtudes siguieron en el plano narrativo, pero el juego como juego, la sucesión de encuentros donde debíamos desplegar el sigilo, los tiroteos o una combinación de ambos, también se vio beneficiado por las mejoras que proporcionan la experiencia y el salto a un hardware más potente como el de PS4. Los escenarios eran más amplios, el repertorio de acciones de Ellie (y Abby) aumentó, los enemigos también incorporaron más rutinas, el uso de hierba alta dio pie a nuevas oportunidades para esconderse y la presencia de perros guardianes patrullando sirvió para que los jugadores se sintiesen peor consigo mismos al liquidarlos. Otro de los esfuerzos de Parte II se dedicó a juntar enemigos humanos y zombis en algunas zonas, por lo que esta vez los infectados también podían servir como aliados improvisados. Nos vais a perdonar que hagamos trampa y metamos a los infectados como zombis, ¿verdad?

Resident Evil 2 Remake

Los de la nueva comisaría de Raccoon City son ZOMBIS con mayúsculas. Más detallados, más resistentes, más impredecibles. Más peligrosos. Al igual que Dead Space (juego que merece mención de honor aunque sus necromorfos hayan mutado hasta salirse de entre los zombis convencionales), Resident Evil 2 Remake integró un sistema de cercenamientos que permite arrancar de cuajo brazos y piernas, limitando su movilidad para esquivarlos con más facilidad, así como de críticos para reventar cabezas y zanjar el tema de una vez por todas como en el anterior remake.

Apuntar con cuidado, racionar las balas, elegir qué ítems defensivos llevamos en el inventario limitado e incluso tapiar ventanas con tablones de madera son prácticas esenciales para sobrevivir en los primeros compases de un juego que luego, como no podía ser de otro modo, también nos lanza los Lickers, los G adultos de las alcantarillas o los zombis hiedra del laboratorio. Eso sin olvidar a Mr. X, ya presente desde la primera partida para perseguirnos y sacar el máximo provecho posible a la mejorada navegación (sin tiempos de carga entre salas) y el sonido envolvente. Resident Evil 2 es un Survival Horror de ayer creado con la tecnología más puntera de hoy. Con una ambientación sobrecogedora y unos controles precisos, pero también con puzles y backtracking real, de ese que requiere pararte a pensar dónde estás, a dónde debes ir, y qué puedes a encontrar por el camino. Una delicia para los amantes de los zombis.

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