Cómic
‘Crisis en tierras infinitas’. El cómic que cambió DC
Marv Wolfman y George Pérez son los autores de una obra que puso fin a más 50 años de historia y estableció las bases de la nueva DC.
‘Crisis en tierras infinitas’ es el fruto del cruce de dos fuerzas: el caos en el que se veía inmerso DC con sus múltiples y disparatadas realidades alternativas, el concepto primigenio de Multiverso que el cómic tomó prestado de la ciencia (Andy Nimmo) antes de que las películas de Marvel lo convirtieran en la nueva piedra filosofal, y los sueños de un niño que llegaría a convertirse en jefe de la editorial de Superman, Marv Wolfman.
A mediados de los 80 el lector de DC se enfrentaba a un laberinto a la hora de descifrar dónde se ubicaban los héroes que poblaban las viñetas de sus colecciones. A medida que el fenómeno del cómic fue avanzando diferentes guionistas fueron creando sucesivas tierras en las que sus personajes se desarrollaban libremente sin las cadenas impuestas por sus predecesores: la libertad derivó en un caos. Tierra 0 estaba habitada por Bizarro, la 1 por los héroes conocidos, en la 2 habitan los de la Edad de Oro (los Superman y Batman originales), la 3 por versiones criminales de los héroes, la 4 por las figuras de la editorial Charlton (Blue Bettle, Question, El Pacificador…), en la 5 vive Capitán Marvel (Shazam), en la 10 los nazis ganan la guerra gracias al kryptoniano Overman … y así hasta el infinito.
Un caos de personajes y tramas con múltiples variedades de Batman y Superman en función de los gustos de cada autor. Ya en 1963 se empezaron a mezclar los universos con personajes de Tierra 1 y 2, aumentando aún más la confusión, aunque las ventas de estos crossovers animaron a continuarlos.
El sueño de un niño
La infancia de Marv Wolfman (1946) en su Nueva York natal discurría entre tebeos, los personajes de DC eran sus favoritos y soñaba con verlos todos reunidos en un solo relato. A los siete años se inventó su propia historia en la que una figura enigmática, El Bibliotecario, vivía en un satélite y se dedicaba a catalogarlos a todos. Con el paso del tiempo y su llegada a DC tras salir tarifando de Marvel (1980), El Bibliotecario se convirtió en el Monitor, un ser multidimensional que asiste a la destrucción de los distintos universos.
Un nuevo orden
El gran crossover de DC, la historia que cambió para siempre la editorial, se fraguó años antes y se esperó al 50 aniversario de la compañía para poner en marcha un proyecto faraónico que tocaba todas y cada una de las colecciones. Wolfman recopiló ideas y necesidades de cada uno de los guionistas y encajó el puzle de manera magistral. De entre todas las miles de bajas que se dieron con la destrucción de los diferentes universos, unos 3.000 según cálculos del propio guionista, dos muertes causaron verdadero impacto: la de Supergirl y la de Flash. La primera de ellas conmocionó al mundo del cómic y dejó una de las imágenes icónicas del noveno arte: Superman llorando y llevando en brazos el cadáver de su prima. No fue una muerte gratuita, Superman, que em origen era el único superviviente del planeta Krypton, con el paso del tiempo se había convertido en uno más de los múltiples kryptonianos que vagaban por el universo. Matarlos era la única forma de devolverle su singularidad, así que no hay mejor símbolo para ello que empezar por Kara Zor-El. En cuanto a Flash (Barry Allen), que era uno de los pocos seres capaces de viajar entre las distintas dimensiones gracias a su supervelocidad, su sacrificio salvó al Multiverso. Estuvo muerto y enterrado durante 23 años hasta que Grant Morrison lo resucita en Crisis Final (2008).
El gran trabajo de George Pérez
El neoyorkino George Pérez (1954), a pesar de su juventud, era ya una estrella del cómic estadounidense cuando abordó el proyecto. Había dibujado Los Cuatro Fantásticos (donde conoció a Marv), Los Vengadores, Los Inhumanos, La Liga de la Justicia de América y Los Nuevos Titanes. Su estilo estaba influenciado por Jack Kirby, con el que comparte un excelente dominio de la anatomía y la fascinación por las máquinas. Con Crisis logró que su fama se acrecentara y después abordó el renacimiento de Wonder Woman, El guantelete del infinito y el Hulk de Peter David. En 2003 se hizo realidad un sueño en el que llevaba mucho tiempo trabajando: el crossover entre JLA y Vengadores con Busiek de guionista.
Para Crisis en tierras infinitas realizó un titánico trabajo de documentación, dibujando a cada héroe de cada universo con su traje correspondiente y estamos hablando de cientos de personajes de diversas épocas.
Pérez, que había tenido problemas en algunas colecciones con los plazos de entrega, cumplió a rajatabla los tiempos impuestos a pesar del colosal trabajo de crear viñetas con muchos personajes y un alto grado de detalle en todas ellas. La concepción de la antimateria como el blanco de las páginas que avanza imparable y va borrando los personajes y sus historias es una de las ideas más brillantes de la historia del cómic.
Un gran negocio
El golpe del universo DC fue una gran operación de marketing que puso de nuevo en el mercado a la editorial que había perdido fuelle frente a una Marvel que estaba en pleno estallido creativo (Miller de Daredevil, Simonson en Thor, Claremont y Byrne en Patrulla-X…). DC cuyas colecciones tradicionales daban síntomas de agotamiento sobrevivía gracias a la incorporación de talento en colecciones periféricas (Alan Moore en La Cosa del Pantano, Barr en Camelot 3000…). Tras Crisis DC cogió vuelo, dio rienda suelta a sus artistas y se producen algunas de las mejores obras de su historia y no necesariamente en un universo cohesionado: Año Uno de Batman (1987), La broma asesina (1988), Watchmen (1986), El regreso del caballero oscuro (1986), Animal Man de Morrison (1988), Superman de Byrne (1986), Wonder Woman de Pérez (1987)…
Conclusión
Crisis en tierras infinitas fue un cómic necesario en su momento para poner en orden el caos en el que estaba sumido DC, a partir de él las colecciones se reinician y la batalla que parecía perdida con Marvel cambia de rumbo y los grandes talentos del momento firman sus mejores obras en la editorial. Para comprender la obra en su totalidad hay que tener un conocimiento enciclopédico de la historia antes del evento, pero tanto Wolfman como Pérez consiguen crear un relato coherente y visualmente fascinante.