‘Caatinga’, reseña. Un western crepuscular ambientado en Brasil

‘Caatinga’ tiene muchos puntos en común con ‘Grupo Salvaje’ (1969) de Sam Peckinpah, para que la obra de Hermann no tenga una lejana inspiración en el mítico western del director californiano. Ambos comparten una ubicación temporal similar, principios de siglo XX donde aún conviven los caballos con los automóviles, y un marco geográfico que, aun distante miles de kilómetros, retrata un paisaje similar. Ambos tratan sobre personajes duros y que, a pesar de estar al margen de la ley, mantienen un código de honor particular en el que la venganza está entre sus primeros mandamientos.

Por un último, y no menos importante, está su estética, los antihéroes protagonistas de este cómic son seres derrotados, enfrentados al poder, al escenario y a sus propias debilidades. Si la bellísima escena inicial de ‘Grupo salvaje’ da al espectador las claves de que va a presenciar un espectáculo crudo y sin concesiones, lo mismo puede decirse de ‘Caatinga’ en su página de apertura. Hermann a través de cinco viñetas lleva al lector a un mundo en el que la belleza y el peligro conviven en un paraje que no da tregua a sus habitantes. Al igual que hizo con ‘Jeremiah’ vuelve a mostrarse como un narrador poderoso al que no le hacen falta textos para comunicarse con el espectador.

Una historia de venganza

Caatinga es el nombre de una región del noreste de Brasil que ocupa un 10% del territorio del país y que posee un bioma propio en el que domina el chaparral semiárido con plantas de muchas ramas y poca altura. En el caso del país sudamericano estos espacios se dedican al pasto de animales y en esa época el país estaba dominada por una clase alta de terratenientes, los fazendeiros, que imponían su fuerza a los propietarios más pobres gracias a ejércitos privados compuestos por pistoleros. Frente a este movimiento surgieron los cangaceiros, bandoleros que saqueaban y mataban en una vida nómada. Su fuerza fue tal que el gobierno tuvo que emplear durante años al ejército para poder erradicarlos.

En este contexto de lucha social sitúa Hermann su relato, una historia de venganza de dos hermanos que ven como su familia es asesinada brutalmente por una disputa con el ganado. Empujados a huir de su casa se unen a los bandoleros con el firme propósito de ajusticiar a los culpables.

Dibujo

Hermann es uno de los autores europeos con mayor talento artístico, su estilo de aplicar directamente color mediante acuarelas convierte a cada viñeta en un cuadro. Es un maestro en la anatomía, tanto humana como animal, y sabe como nadie marcar el ritmo del relato sin necesidad de artificios. Como buen exponente del cómic del viejo continente sus estructuras son muy académicas con viñetas rectangulares y calles en blanco. Son su tamaño y el encuadre los que utiliza para marcar el tempo de la historia. A pesar de construir relatos de gran intensidad no utiliza demasiado texto en las viñetas dejando que sean las ilustraciones las que vayan contando la historia.

Conclusión

La editorial Cartem recupera uno de los mejores trabajos de Hermann, un tomo unitario inspirado en un viaje por Brasil y en una foto que vio allí de los cancaceiros y sobre la que construye un relato duro, seco y violento. Visualmente cada una de las viñetas es un cuadro al que el belga dedica un tiempo considerable dada la cantidad de detalles que se reflejan en ellas. A destacar también los extras finales que presenta el álbum y que sirven para contextualizar la obra.

Ficha