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Opinión

La cara B de Final Fantasy XVI, una entrega que se desgasta con las horas

El juego de Square Enix no consigue aguantar el paso de las horas y sufre el desgaste progresivo a medida que avanza la historia.

Final Fantasy XVI

Final Fantasy XVI tiene uno de los arranques más impactantes, viscerales y crudos que recuerdo en un videojuego. Ifrit y Fénix, dos poderosos eikons de fuego, luchan a muerte en los cielos de Valisthea, sin mostrar ni un ápice de piedad. La sangre mana y la magia fluye descontrolada sobre las cenizas de Rosaria, feudo de la noble familia Rosfield. El argumento comienza in media res, intercalando secuencias de la adolescencia y de la juventud de Clive, el protagonista principal. Al mismo tiempo, teje una serie de tramas políticas que configuran un delicado y fascinante equilibrio entre naciones.

Es fácil dejarse embelesar por las virtudes de Final Fantasy XVI. El juego deja estampas para el recuerdo, nos ofrece una perspectiva madura y unos personajes que cargan con los errores del pasado. Juntos afrontan un futuro de lo más incierto, pues el mundo parece abocado a la destrucción. Además, traza ciertos paralelismos con nuestra propia realidad, ya que reflexiona sobre la escasez de recursos y el uso descontrolado que hacemos de los mismos.

La primera mitad de juego convence, pero el juego se va erosionando de forma paulatina, como el avance de las tierras estigias en Valisthea. Personajes como Jill, que inician su andadura demostrando potencial, se desaprovechan y quedan eclipsados por Clive.

¿Qué ocurre con el sistema de combate de Final Fantasy XVI?

Otro de los problemas del título está ligado al sistema de combate, divertido y bien planteado, pero con una falta de profundidad que se hace patente enseguida. La gestión del equipamiento es muy superficial y la creación y mejora de armas demasiado simplona. Como solo manejamos a Clive, el jugador no puede modificar ni las armas ni las armaduras de sus aliados, lo que limita la experiencia todavía más. En otras palabras, el elemento RPG se diluye casi por completo.

Al tratarse de un juego enfocado en la acción, quizá hubiera sido complicado implementar las vulnerabilidades elementales tal y como se hacía en anteriores capítulos. Y sin embargo, el hecho de que lanzar Piro (por ejemplo) afecte por igual a enemigos de fuego y de hielo no deja de ser una extraña anomalía.

Recuerdo que cuando jugué a Final Fantasy XIII me dio la impresión de que las ciudades eran de cartón piedra, mero decorado. En la decimosexta entrega me pasa algo parecido, porque la interacción con los escenarios resulta bastante limitada. Lo mismo ocurre con las misiones secundarias, que aunque a veces cuentan algo interesante, su desarrollo se basa a menudo en tener que ir de un lado para otro hablando con personajes y resolviendo sus recados.

La primera mitad de juego convence, pero el juego se va erosionando de forma paulatina, como el avance de las tierras estigias en Valisthea.

Borja Ruete

A Final Fantasy XVI le falta ritmo en algunos tramos, cuando la montaña rusa pasa por las rectas. No he llegado el punto de inflexión en el que la historia da un bajón que eclipsa lo construido hasta el momento, pero sí he vivido varios instantes de prolongado sopor, como cuando piden a Clive que busque materiales para construir un barco en la guarida. El equilibrio entre los puntos álgidos y los puntos más relajados no está bien resuelto y afecta negativamente a la experiencia de juego.

Con un 70% de juego completado, todavía me quedan horas y horas en Valisthea. Mi experiencia ha ido de más a menos, aunque la producción de Square Enix tenga una capacidad brillante para elevar la espectacularidad hasta cotas inalcanzables. Es entonces cuando dudo, cuando se me olvida lo no tan bueno, cuando por unos minutos vislumbro el espíritu de los mejores Final Fantasy. Destellos de la magia de antaño, de la esencia más pura de la fantasía final.

Final Fantasy XVI

  • PS5
  • PC
  • Acción
  • RPG

Final Fantasy XVI es una nueva entrega de la saga JRPG de acción a cargo de Square Enix para PlayStation 5 y PC. Los Cristales Madre, cúmulos cristalinos que exornan la tierra de Valisthea con su resplandor, bendicen con éter las naciones que la conforman. Gracias a este, sus gentes pueden hacer magia y disfrutar de una vida de prosperidad y abundancia. Durante generaciones, una paz tensa ha reinado entre las grandes potencias que se han desarrollado en torno a los Cristales Madre; sin embargo, esta época de bonanza y armonía diplomática llega a su fin con la llegada de las tierras estigias...

Carátula de Final Fantasy XVI
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