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Opinión

¿Es necesario reservar videojuegos como Dragon’s Dogma 2 o Final Fantasy VII Rebirth hoy en día?

Juegos que nunca se agotan, DLCs de regalo con poca sustancia y merchandising que nunca vamos a usar. Reservar videojuegos era más necesario antes que en pleno 2020.

Reservas en videojuegos

Recuerdo que el primer videojuego que reservé fue en 1999, Pokémon Rojo, como supongo que muchos otros lectores. Dado que nunca tenía esa costumbre y que ya escarmenté con Final Fantasy VII y su tremenda escasez en tierras valencianas, decidí hablar con el dependiente de mi tienda de videojuegos del barrio para que me guardara una copia. Sí, por aquellos entonces eran mucho más habituales que hoy en día. Hot Space se llamaba la franquicia.

En esa década todavía no había proliferado la opción de reservar un título, una consola o periférico y lo habitual era llegar a la tienda de los primeros porque los comercios no recibían suficientes copias como para satisfacer la demanda. La reserva solía hacerse en pequeñas tiendas y, en muchas ocasiones, dependiendo de la confianza mútua entre comprador y vendedor.

Catálogo de Centrol Mail de 1997
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Catálogo de Centrol Mail de 1997, nada de reservas.

Y sin embargo el reservar un videojuego tenía mucho más sentido antes que ahora. La industria de los videojuegos todavía no era tan potente como lo es hoy en día, los productos solían venir en cartucho con su placa, manuales, caja y cualquier extra que la compañía quisiera añadir, como panfletos o pequeñas guías. El coste de producción y la infraestructura para fabricarlos era costoso pero también lento. Eso por no contar que compañías como Nintendo limitaban unidades de algunos de sus títulos.

Es decir, el miedo a quedarte sin tu videojuego favorito el primer día era real e incluso nos obligaba muchas veces a visitar diferentes tiendas especializadas para hacernos con él. Pedir una reserva a tu tendero de confianza era lo mejor que podíamos hacer… aunque tampoco garantizaba nada. Ya sabéis, escasez de producto. De hecho la mayoría de estas tiendas no requería un pago previo por la reserva y a veces solo exigían una simbólica cantidad de adelanto que en muchas ocasiones devolvían si no estábamos convencidos de adquirir el producto.

Tres semanas estuve buscando por toda Valencia mi copia de Final Fantasy VII y finalmente pude adquirirla a varias decenas de kilómetros de mi casa, pero casi no lo cuento. Al lado mío, en la estantería de videojuegos de PlayStation, había una mujer buscando también las aventuras de Cloud, pero por suerte mi vista era más aguda que la suya y pude coger la última copia mientras ella, cuando se dio cuenta, me maldecía por la espalda.

La caja de FFVII contenía un gran spoiler que pocos apreciamos.
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La caja de FFVII contenía un gran spoiler que pocos apreciamos.

A día de hoy es muy difícil quedarte sin tu juego favorito el día de lanzamiento. Las ventas se distribuyen tanto en formato físico como en digital, siendo esta última una de las más populares. El videojuego está en la pugna con la industria del cine, genera millones de dinero cada año y las compañías están más preparadas —salvo en lanzamiento de nuevas consolas— para ofrecer el producto en grandes cantidades a miles de tiendas.

Aún así, ahora que no necesitamos que se publicite la reserva de un título por los cuatro vientos, esta práctica se ha vuelto muy popular desde hace ya algún tiempo. Y aún más opresiva con el formato digital. Pero hay algo peor aún; hay que pagar por adelantado el importe íntegro del producto. Se puede cancelar antes del lanzamiento, claro, pero primero afloja la pasta.

No tiene mucho sentido reservar un producto que sabes que no se va a agotar y que, en la mayoría de ocasiones, puedes acceder a él a menor precio tanto en físico como en digital. Y sobre reservar un título en este último formato ni hablemos. ¿Van a cortar el grifo a las 50,000 copias descargadas? Creo que no hace falta mayor explicación en este punto.

Alan Wake 2
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Si tu título favorito no se agota y no hay necesidad de reservar, ¿por qué lo hace la gran mayoría de usuarios? Aquí la psicología y la palabra “reservar” entran en juego. La definición de este verbo está más que asimilada por nuestro cerebro, que nos “sugiere” que, si el producto lleva impreso dicha palabra, lo ideal sería hacer caso para no quedarnos sin él. Así mismo se añaden extras a la reserva en forma de contenido descargable, merchandising baratuno y extras que nos entren por los ojos.

Sin embargo la realidad, salvo honrosas excepciones, es que estos extras son simplemente marketing en forma de accesorios para nuestro personaje con una caducidad muy temprana —como anillos que dejan de ser útiles a las pocas horas de juego—, pequeñas misiones que también están a la venta en la tienda digital, llaveros que no quieres usar por si se rompen o pósters para esa pared en la que ya no te cabe nada. La realidad es que los objetos o merchandising que “regalan” con la reserva son, en mayor número, chorradas de las que no haremos uso.

La peor parte es cuando uno se da cuenta de que todo lo bien que hablaban de un juego, de sus funciones, extras y demás características, era mentira. Que falta contenido que habían prometido, que anuncian la expansión una semana después de lanzarlo e incluso poco antes —lo que deja claro que la historia no termina con el dinero previo que has desembolsado— o que directamente, como ha ocurrido recientemente con Dragon’s Dogma 2, la compañía haya ocultado información sobre los micropagos hasta el día de lanzamiento. O que el juego no está lo suficientemente optimizado como para ser disfrutado, en el caso de aquellos jugadores de PC.

Dragons Dogma 2 PS5 Xbox Series PC análisis nota
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Si al videojuego se le notan las costuras un par de semanas antes de su lanzamiento no importa, se reclama el dinero de la reserva y a otra cosa mariposa, pero cuando el pastel se descubre en el momento en que el videojuego llega a todos los hogares, olvídate de recuperar el dinero. Salvo que seas usuario de Steam y lo hayas jugado menos de dos horas.

Por mi parte hace años que no reservo un videojuego, no le veo sentido. No siento la necesidad de darle ese gusto a mi cerebro ni tampoco hago uso de los extras que pudiera adquirir con una reserva. Me espero, veo cómo ha salido el producto y después, voy a cualquier tienda o me hago con él en formato digital. Me evito sustos, decepciones y disgustos varios. Y creerme, he esquivado muchas balas en el último segundo.

Sin embargo no todo son críticas a la reserva del producto común y moliente, la mención especial está dirigida a las ediciones coleccionistas, aunque algún que otro mojón te puedes comer. Por norma general suelen ser productos hechos con mucho amor y con objetos de bastante exclusividad. Un libro de arte como el de Persona 5 Royal o de cualquier edición de World of Warcraft ya cuestan en librerías, con un contenido diferente, casi lo mismo que un juego físico. Y son una joya.

La parte mala es que ocurre como con los extras de una reserva de edición normal, que al final la figura de tu personaje favorito —que en demasiadas ocasiones la calidad de éstas es paupérrima— está en un estante cogiendo polvo sin darle uso. O que esa camiseta o alfombrilla de ratón la dejes guardada en la caja por miedo a deteriorarla. Y al final, la pila de trastos y de cajas se apodera de tu pequeño rincón jugón… o de medio hogar.

¿Soy el único que tiene esta manera de pensar sobre las reservas?

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