EA, déjate de publicidad dentro de los videojuegos, ¡nadie la quiere!

A veces imagino a los directivos como a villanos de una distopía. Observan la realidad sentados tras el escritorio de un lujoso despacho, la sede de su enorme poder ejecutivo. Analizan las gráficas en busca de cualquier resquicio que les permita maximizar las ganancias y los dividendos, recorte a recorte, número a número. En el mundo en el que vivimos, distopía y realidad se encuentran a menudo, y aunque esta imagen no dejar de ser una visión caricaturesca, también es un reflejo fidedigno de la era contemporánea. Una época en la que se celebra el triunfo y el talento de un estudio para acto seguido cerrarlo. Una época en la que vale todo para exprimir los productos y la comunidad que los sustenta. Una época en la que se prefiere sacrificar el bienestar de los trabajadores en favor del ahorro, por mínimo que sea —no de los bonus de los gerifaltes, eso nunca se toca—. Lo de Andrew Wilson, consejero delegado de EA, no es una nueva ocurrencia: las grandes empresas sueñan y babean con la idea de endilgarnos anuncios dentro de los videojuegos. Y yo digo que ya basta.

Lo disfrazarán con palabras bonitas, corposemántica, dirán que es lo mejor para los jugadores, porque de ese modo podrán invertir en productos de mayor calidad. Pero que el lenguaje no nos engañe, lo digan en español, japonés, inglés o arameo, los anuncios solo benefician a las arcas de las grandes empresas y a la chequera de los directivos. Alguno me dirá que las compañías no son ONGs, que el análisis es simplista y que es normal que hagan lo que sea para ganar más dinerito. Vale, es cierto, ellos pueden proponer lo que sea para ampliar sus márgenes, pero si nadie se opone, si la gente no se queja, ya han ganado. Si algo se ha demostrado es que a veces patalear sirve para evitar decisiones a todas luces nocivas para el consumidor.

Fuera de mi juego, publicidad

No quiero explorar un planeta en Mass Effect y que me salga publicidad de Coca Cola. No quiero viajar al universo de fantasía de Dragon Age y que Levis destruya la ilusión con el anuncio de unos vaqueros. No quiero que en mitad de un puzle de Star Wars Jedi: Survivor Cal Kestis promocione un dispositivo de Apple. Se me revuelven las tripas con solo pensar en que un corte de publicidad interrumpa mi partida para luego continuar como si nada. Si aplican la publicidad como en televisión, no solo causará molestias, sino que la experiencia jugable se resentirá sin remedio.

Entiendo que se estudiarán formas sutiles para introducir los anuncios, métodos más subliminales, por así decirlo. Nada de popups molestos, más bien mensajes en vallas publicitarias integradas dentro de los juegos. Puede que ese procedimiento parezca más fácil de tragar, pero que la avaricia empresarial no nos ciegue: ya pagamos 80 euros por los títulos (o más en las ediciones más caras). Si los costes se han disparado, quizá el modelo de las producciones multimillonarias AAA deba revisarse. Seguro que existen formas rentable de desarrollar videojuegos sin fastidiar a los jugadores, que ya hemos tenido que sufrir otras prácticas abusivas en el pasado. A veces hay que decir basta. Basta. ¡Basta!