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The Last of Us: Nick Offerman y Murray Bartlett hablan sobre el muy elogiado episodio 3

Los dos actores dan las claves de un capítulo que ya se considera el mejor de la serie hasta el momento.

The Last of Us Episodio 3

Los dos primeros capítulos de The Last of Us tenían un cometido muy claro: introducir a los espectadores (y reintroducir a los jugadores) en ese mundo postapocalíptico en el que una infección fúngica acaba con la mayor parte de la humanidad. También tenían que presentarnos a los dos protagonistas de la historia, Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey), a quienes seguiremos en su viaje a través de Estados Unidos en busca, más que de una cura, de algo que les dé esperanzas para salir adelante.

Sin embargo, para muchos críticos, el episodio donde la serie empieza a demostrar de lo que puede ser capaz es el tercero. Da lo mismo que hayamos visto esa persecución en el museo de los Chasqueadores; es una historia de amor autoconclusiva la que cimenta todas esas estelares críticas publicadas antes del estreno y los dos protagonistas del capítulo, Nick Offerman y Murray Bartlett, son conscientes de por qué.

Ese tercer episodio se titula Long Long Time y recupera a un personaje muy popular del juego, Bill, un tipo obsesionado con prepararse para el apocalipsis que, cuando finalmente llega, está listo para vivir solo y tranquilo, rodeado de todo tipo de trampas contra los infectados y contra los supervivientes que se acerquen a su casa. Es un personaje que todos creemos conocer bien, sobre todo cuando se supo que iba a interpretarlo Nick Offerman, pero lo que Craig Mazin y Neil Druckmann hacen es subvertir nuestras expectativas y los clichés asociados a estos hombres.

Una historia amor en medio del apocalipsis

El actor es muy consciente de la imagen que proyecta, sobre todo desde que dio vida a Ron Swanson en Parks & Recreation: “A menudo se me acusa de masculinidad, lo que me sorprende porque me siento como un conejito grande que se ríe y baila. Suelo responder a eso diciendo que por qué tenemos que asociar algunas cosas al género”. La imagen de Bill se va erosionando cuando aparece en su vida Frank, que vaga solo en busca de un grupo de supervivientes al que pertenecer.

“Me encanta el emparejamiento improbable de esta historia. Hemos visto esta historia muchas veces, hemos visto diferentes versiones de estos personajes, o eso creemos, y entonces se juntan, hay una cena de conejo y cantan una canción, y te sorprendes”, explica Offerman sobre la escena en la que ambos personajes se conocen y, además, se reconocen como almas de algún modo gemelas. Murray Bartlett, famoso tras su paso por la primera temporada de The White Lotus, añade que “es importante lo brillante de elegir a un actor como Nick, que tiene esa masculinidad y no tiene miedo de mostrar a toda una persona, que no somos solo un aspecto, sino una compleja variedad de aspectos, incluida la vulnerabilidad”.

El capítulo sigue la historia de Bill y Frank desde que se conocen, al principio de la catástrofe, hasta el final, cuando Joel y Ellie acuden a ellos en busca de ayuda. La manera en la que está contado llama la atención porque, sobre todo, escapa del tratamiento que el terror ha dado, a menudo, a los personajes homosexuales, algo de lo que es consciente Bartlett: “Es hermosamente sorprendente en el sentido de que es inesperado en este género, por lo que tengo entendido. Y no solo eso, no es una relación homosexual estereotípica. La relación en sí es sorprendente y desmonta muchos de esos estereotipos. En muchos sentidos, ni siquiera los considera. Adoro este episodio, por lo que es difícil no hablar a veces de él en términos grandilocuentes, pero creo que es único en lo que se refiere a relaciones queer en el cine y la televisión”.

También subvierte ligeramente lo que años de ver The Walking Dead ha entrenado a los espectadores a esperar de un refugio de los horrores del exterior; inevitablemente, estos se acaba colando y lo destruyen, pero Bill y Frank tienen algo que podría considerarse ideal. “No es blanco y negro, no es una utopía y tampoco es el infierno. Va más sobre posibilidades en medio de un infierno y qué puedes encontrar en medio de estas circunstancias más o menos infernales”, señala Bartlett.

Para Offerman, por su parte, la evolución de Bill deja claro de qué quiere hablar no solo el episodio, sino toda The Last of Us: “Bill odia a la gente. Tiene mucho dolor y, superficialmente, piensa ‘gracias a Dios que toda esta maldita gente se ha ido, ya puedo ser feliz con todos mis sistemas y todas mis complicadas técnicas de supervivencia’ (...). Aunque parece una utopía preciosa, podría ser comparada con el infierno porque aprendes la lección humana de que da igual lo buenas o malas que sean tus circunstancias, si no hay nadie con quien compartir, nadie que me cuide y a quien yo cuide (no tiene sentido)”.

The Last of Us ha sido renovada por una segunda temporada. Lee la crítica de los cuatro primeros episodios de la serie aquí.