Super Mario Bros. Wonder es un viaje al futuro y la nostalgia más mágica de Mario en 2D

Super Mario Bros. Wonder es un regalo para los sentidos. La nueva aventura en Nintendo Switch del personaje más carismático y popular de la compañía japonesa lo tiene todo para convertirse en un clásico instantáneo, uno de esos juegos que se quedan marcados a fuego en la memoria y corazón de todos aquellos que lo prueban.

La redacción de Meristation quiere amenizar la espera hasta su lanzamiento este próximo 20 de octubre de 2023 con una serie de textos en los que varios redactores cuentan sus experiencias con Mario como jugadores, centrándose en los títulos en 2D y, al mismo tiempo, comentando las sensaciones que les transmite Super Mario Bros. Wonder. Opiniones y anécdotas para todos los gustos, pasando por varias generaciones y consolas de todo tipo, y es que Mario es así, al igual que Nintendo, siempre nos ha acompañado año tras año, década tras década, generación tras generación, en casa o en la calle, en el pueblo o en la excursión escolar. Juegos eternos que nos hacen constantemente viajar y soñar, y que en su nueva aventura pretende llevarnos al futuro, pero con ese toque de nostalgia tan mágico e inexplicable al más puro estilo Nintendo.

Tu princesa está en otro castillo - Azucena Ruiz

Aquellos que me conocen saben que soy fan de Nintendo desde los inicios de mi vida como jugadora, mi padre puso en mis manos un mando de Super Nintendo cuando no levantaba tres palmos del suelo y desde ese momento Nintendo me ha acompañado siempre como una constante en mis momentos de ocio.

Uno de mis primeros juegos fue Super Mario Bros, recuerdo como sentí el poder de la flor de fuego y me enfrenté a Bowser en el nivel de lava, (ojo spoiler) demostrando que más vale maña que fuerza, haciéndole caer al accionar el mecanismo del puente. Esa euforia, ese sentimiento heroico de haber completado mi primer juego, se repetiría a lo largo de los años con las sucesivas entregas de nuestro aguerrido fontanero.

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Todo hay que decirlo, al igual que soy hiper fan de sus intentos por rescatar a la princesa Peach, tengo un odio acérrimo a sus niveles de agua. El control se torna imposible, como una partida online con lag, las criaturas obviamente se mueven mucho mejor que tú, es su elemento al fin y al cabo, y puedo imaginar al cheep cheep riéndose de mi al intentar cazar una moneda que dejé solo un poquito más abajo…

Super Mario World para mí fue todo un descubrimiento, la primera aparición de uno de mis personajes preferidos: Yoshi. Fue uno de esos momentos en los que dices aquí han tocado techo, no van a poder superarse, la jugabilidad añadida de Yoshi, todas las posibilidades que ofrecía al combinarse con Mario eran espectaculares. Por poner un ejemplo, Mario por sí solo no podía superar a los pokeys, que son esta especie de cactus bailarines muy altos, pero junto a Yoshi unían sus fuerzas y se los merendaban, literalmente, Yoshi se comía a los Pokeys dejando el camino libre para continuar el nivel como si nada. Este título es responsable de uno de los momentos más estresantes de la saga, cuando Mario recibía un golpe, caía al suelo y Yoshi echaba a correr, entonces a toda prisa corrías detrás para alcanzarle, el miedo se apoderaba de ti a medida que Yoshi se acercaba a algún precipicio y respirabas con alivio al alcanzarle y volver a recorrer juntos Dinosaur Land.

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Me equivocaba, volvieron a superarse varias veces, y una de ellas con New Super Mario Bros, que algunos diréis, hay juegos mucho más increíbles, pero los mejores momentos, o al menos los que más me he reído jugando a un multijugador cooperativo, han sido con New Super Mario Bros a cuatro jugadores en una fiesta de cumpleaños en la que ya solo quedábamos unos pocos.

En el imaginario colectivo no sólo está la imagen de Mario y Luigi, también está la banda sonora de estos juegos, no hace falta tener el sonido activado para que en tu cabeza escuches a Mario saltar o la música cuando coges una estrella, es magistral el uso de la melodía en los diferentes títulos para crear ambientes distendidos o momentos de tensión como en el ya mencionado nivel de lava.

Se acerca un nuevo título, Super Mario Bros. Wonder y lo que he visto hasta el momento me da muy buenas impresiones, algo que me gusta en cada entrega son las posibilidades de las nuevas transformaciones, en este caso, el simpático elefante, la flor burbuja y el champitaladro nos abren un abanico de posibilidades como almacenar agua en la trompa para usarla más tarde, encerrar a los enemigos en una burbuja y usarla de plataforma o escondernos bajo tierra.

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En esta ocasión tendremos bastantes opciones a la hora de elegir nuestro héroe y como habréis adivinado me han ganado con Yoshi, no veo el momento de juntarnos en casa con amigos para derrotar a Bowser, que se ha fusionado con un castillo y se le ha subido a la cabeza, queda en nuestra mano el bajarle los humos y ponerle en su lugar.

Esta es una de las recetas de Nintendo más acertadas desde mi punto de vista, juegos para pasar un buen rato con amigos, ya sea con un gorrito helicóptero, transformados en elefantes, lanzando bolas de fuego o enfrentándonos a las terribles amenazas que asolan el reino.

Mario tiene la receta de la eterna juventud - Alberto Zaragoza

Ser un niño de los 90 tenía algo especial, y es que todo comenzaba a despuntar de forma no vista hasta entonces, pero en cierto sentido las cosas no estaban tan al alcance de nuestra mano como creíamos. Los dibujos animados en televisión se retransmitían a horas muy concretas, las películas en VHS llegaban a cuentagotas y el videoclub era nuestro mejor amigo en muchos casos, pero con los videojuegos todo eso se acentuaba. Eran pocas las oportunidades año tras año de aumentar nuestra colección. Es ahí donde entró Mario en mi vida, con uno de los mejores regalos posibles para un niño: Game Boy.

Lo recuerdo como si fuese ayer, una maravillosa mañana de un 6 de enero de los 90, los Reyes Magos habían llegado y mi tío me regaló una Game Boy. No podía creérmelo, y lo más increíble era el juego que eligió: Super Mario Land 2: 6 Golden Coins.

La cantidad de pilas consumidas y las horas dedicadas al juego os las podéis imaginar. La ocasión de tener nuevos cartuchos escaseaba, pero es que con Super Mario Land 2 no hacía falta, un juego sobresaliente, con un tamaño de personajes enorme y nada habitual en la portátil de Nintendo. Una obra maestra que a día de hoy sigue siendo tan divertido como antaño, y que supuso un cambio masivo respecto al primer Super Mario Land, otro juego que adoro y del que valoro enormemente su valentía y diferenciación con el resto de obras 2D de la saga, con sus maravillosas fases SHMUP.

Super Mario Land 1 y 2, ideados por la leyenda Gunpei Yokoi para la Game Boy, una consola que marcó a varias generaciones, que cambió la industria para siempre, y que tuvo en Super Mario a uno de sus grandes referentes. Juegos que visito una y otra vez, que me hacen sentir eterno, como ellos, durante unos breves instantes. Felicidad en forma de cartucho.

Un nuevo miembro en el Olimpo de las 2D

Super Mario Bros. 3 y Super Mario World son reconocidos como los grandes juegos en 2D de la saga, si nos centramos en los protagonizados exclusivamente por el fontanero, porque en esta discusión podría entrar también un título como Super Mario World 2: Yoshi’s Island o incluso Super Mario Land 3, protagonizado por Wario, pero están alejados de la vertiente jugable más clásica.

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Los mencionados Super Mario Bros. 3 y Super Mario World son la cumbre de las 2D de Nintendo y su personaje más carismático. Juegos por los que no pasa el tiempo, inmortales y que a día de hoy siguen igual de frescos que en su momento. Esa sensación es la misma que me ha transmitido Super Mario Bros. Wonder desde el primer instante, pero yendo más allá, un juego que apunta a ser una revolución absoluta del género, un antes y un después, una obra para el recuerdo. La magia en mayúsculas vuelve a una Nintendo que quiere demostrar todo lo que las dos dimensiones pueden dar de sí.

Super Mario Bros. Wonder me ha devuelto la ilusión en la vertiente 2D del fontanero, tras múltiples New Super Mario Bros., tenía la sensación de que el mejor momento de las 2D en Mario habían pasado, pero ha llegado Nintendo con Wonder para contradecirme. Un juego que se siente vibrante, lleno de emoción, diversión, novedad y con esa dosis de nostalgia inexplicable que tanto amamos, aquella que te hace volver a soñar como un niño con un título por el que hubieses guardado la paga semanal durante meses a buen recaudo para poder disfrutarlo el día de su lanzamiento.

Super Mario Bros. Wonder, la maravilla de un Mario de toda la vida - Laura Luna

Mario es uno de esos héroes archiconocidos que han traspasado nuestras Nintendos para convertirse en un icono popular. Lo vemos en las mochilas de los niños y no tan niños, en camisetas de colores, en accesorios para el cabello e incluso recientemente hemos vibrado en las salas de cine con una película que se sintió como una oda al mundo creado por Shigeru Miyamoto. Incluso en mi cuarto de baño hay una pastilla de jabón con forma de moneda y olor a miel y un perfume corporal de la Princesa Peach, ambos fruto de una colaboración inteligente con la marca de cosméticos Lush. Y el recién anuncio de Super Mario Wonder me inundó de esa ilusión cálida que sabe a niñez, galletas y batidos de chocolate.

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Creciendo con Mario

Mario no sólo revolucionó la industria para siempre, sino que se ha convertido en uno de sus pilares eternos. Siempre reinventándose con cada generación, brillando en su mundo de caramelo y sin olvidar su esencia. Aquel fontanero con gorra roja me ha acompañado desde mis primeras partidas en la NES, conocida popularmente como “la Nintendo”. Tardes enteras superando niveles, pisando koopas y yendo en busca de Bowser, intentando una y otra vez niveles donde no dejaba de morir y no me enfadaba. Aquella intriga antes de avanzar a un nuevo mundo para ver qué nuevos peligros y sorpresas me esperaban. Leer en revistas de videojuegos los consejos y trucos para superar aquella fase que se me atascaba o aquel combate final contra Bowser.

Y la siempre eterna Princesa Peach. Tan dulce, tan rosa y mi actual icono en Nintendo Switch. Siempre me han gustado las princesas delicadas, pero echaba de menos que fueran protagonistas. ¿Por qué no un juego con ella? Eso vendría más tarde y volverá a ser pronto también, pero hoy no toca hablar de Princess Peach: Showtime.

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A los niños nos puede la curiosidad. Nos encanta investigar qué hay tras ese seto en el parque, a dónde lleva ese camino que no es el directo a casa. De excursión, queremos saber qué ese ese animal que nunca hemos visto y que de adultos daremos por sentado cuando lo encontramos en un paisaje mínimamente verde. Y la prudencia de nuestros padres, con toda la razón del mundo, nos impide dar rienda suelta a esa vena exploradora.

Pero aquella mañana con Super Mario Bros en mi NES, la única advertencia de mis padres era no saltarme la hora de la cena. En aquella tierra pixelada, podría ir a donde quisiera y destapar secretos que había bajo una tubería. No sabía que Mario pudiera encogerse y colarse por aquel túnel verde, por muy fontanero que fuera.

Y, cuando le vi desaparecer bajo esa boca sentí un poco de miedo. El camino correcto era a la derecha, hacia adelante. Y aquel era un desvío. Estaba en el mismo juego, pero yo sentí que era colarse hacia otro sitio. ¿Y si no podía volver? Pero no era una trampa. Había enemigos, un mundo subterráneo que seguía recto hacia adelante, y luego una salida. Y es que Mario invita a ir más allá de la ruta establecida, a descubrir que el nivel no es tan simple como ir en una sola dirección.

A medida que he ido creciendo, he vuelto a Mario una y otra vez. En la Game Boy Advance con Super Mario World, cazando estrellas en Super Mario Galaxy, los Mario Kart que han amenizado fiestas caseras y veladas en locales jugones. Incluso me dejé conquistar por Captain Toad y su búsqueda de tesoros, aun siendo una propuesta diferente.

La trampa de la nostalgia

Mario había saltado al 3D, y fue un salto perfecto. Tal vez sea la nostalgia, pero una parte de mí quería volver al 2D, al scroll lateral y a esos mundos más tradicionales y que devolvían el encanto de un juego de plataformas tradicional.

La nostalgia es una sirena tramposa. Después de todo, nuestra mente reviste de glamour los recuerdos que tenemos y pensamos que ese juego de hace 20 años nos va a devolver las mismas sensaciones que cuando lo jugamos en la niñez. Y no siempre es así. Hemos crecido, nos hemos adaptado a otras jugabilidades, hemos desarrollado mayor espíritu crítico que el del niño que no es consciente de las carencias de un juego. Por eso, a veces, al volver a obras antiguas nos tropezamos con esa obsolescencia que amarga un recuerdo bello.

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Gracias a los remasters y los remakes, se pueden versionar obras antiguas para trasladarlas a tiempos modernos, con nuevos controles y un apartado artístico mejor definido. Nintendo ha apostado por otra opción: Super Mario Wonder, un regreso al 2D que sabe al Mario antiguo de Super Nintendo y Game Boy Advance, con todo el preciosismo que permite la tecnología actual.

Hay cierta familiaridad que identifiqué en el primer tráiler, que evoca al nivel 1-1 de Super Mario y a su maestría de diseño, toda una lección sobre cómo introducir al jugador a las mecánicas de un juego y situarle en un progreso gradual de dificultad. Mario llega, salta bajo una caja amarilla con un interrogante del que sale un champiñón que aumenta el tamaño del fontanero. Unos koopas se cruzan en su camino y nuestro héroe los elimina encadenando botes sobre ellos. Todo eso lo conocemos y nos alegra encontrarlo de nuevo en un nuevo título de Mario.

El 2D no nos resulta extraño ni lejanos en 2023. Múltiples indies plataformeros apuestan por una fórmula fácil de adoptar y en la que nos desplazamos casi por instinto. Y Super Mario Wonder es un regreso a esa perspectiva clásica que no vemos desde hace una década. Eso sí, sin pixel-art, sino con gráficos elaborados que evidencian el mimo en cada textura.

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Y, aunque nos sumerge en un mundo conocido, las sorpresas no tardan en aflorar: encontramos una misteriosa flor azul que nos transporta a una dimensión oculta llena de surtidores de agua y tuberías que se mueven como gusanos. Al igual que las tuberías, Super Mario Wonder nos recuerda que el camino correcto no es sólo ir recto y hacia adelante. Y, por si fuera poco, descubrimos que Mario puede transformarse en elefante, usar los poderes de las flores burbujas o del champiñón taladro. A los clásicos koopas y plantas pirañas se suman unos orondos hipopótamos que ruedan por el suelo y nos obligan estar en salto continuo.

Debemos surfear una estampida de carneros y nos transformamos en una bola rodante que debe avanzar por túneles mientras nos animan las flores. Super Mario Wonder, con su música alegre, nos recuerda que se trata de un juego lleno de un sentido del humor fresco e inocente. Como siempre lo ha sido Mario. Y, también nos anuncia que se trata de un juego veloz, donde sentiremos deslizarnos sobre patines sin desbocarnos, pero con todos los sentidos alerta para sortear peligros, danzar sobre bloques musicales y avistando los bloques con potenciadores. Como los sueños que creamos en un Super Mario Maker, convertidos en realidades oficiales por la misma Nintendo.

Wonder, que procede de sense of wonder

Y para nada nos encontramos con la ya anticuada historia de rescatar a la Princesa Peach de Bowser. Ya en otras ocasiones gozamos de tener como heroína a la arcaica damisela en apuros y Super Mario Wonder vuelve a convertir a nuestras princesas (Peach y la olvidada Daisy) en protagonistas. Y Luigi, Toad, Toadette, Yoshi y Nabbit también se unen a un amplio elenco donde podremos escoger a quien más nos guste. En esta ocasión, no se rescatan monarcas desvalidas, sino el mismo Reino Flor. Y es toda una delicia ver cómo Mario no es un héroe individual, sino que comparte un protagonismo equitativo con sus amigos, haciendo así las delicias de quienes preferimos a secundarios en ocasiones infravalorados.

Super Mario Wonder no olvida una de las grandes fortalezas de los Mario clásicos, y la lleva en el mismo nombre. La maravilla. La sorpresa. En palabras más cultas: el sense of wonder. Y esto se convierte en toda una declaración de intenciones por parte de Nintendo. Parte de una base que todo jugador de Mario reconoce, y construye sobre ella elementos innovadores que sorprenden al jugador continuamente y le dejan boquiabierto ante un despliegue de mágica imaginación. No habrá dos mundos iguales y, cuando ya estemos acostumbrados a un bioma, nos sumergiremos en otro que nos dejará boquiabiertos. Sabemos cómo Nintendo sabe lograr ese efecto.

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Y, como guinda del pastel, Super Mario Wonder nos recuerda que se trata de un juego familiar. Y por familiar no sólo me refiero al tono apto para todos los públicos. Se trata de una aventura para compartir en cooperativo desde un mismo sofá, donde cada cual elige a su mismo héroe y colabora juntos para tocar la archiconocida bandera de conquista de un nuevo nivel que nos brinda esa adictiva sensación de satisfacción.

En realidad, los single players siempre han tenido un componente cooperativo no incluido en el mismo juego. Consultar una guía o pedir ayuda a un hermano/padre/madre para superar un obstáculo era algo muy habitual en los años de 8-bits e incluso en la actualidad, aunque dé vergüenza reconocer que hemos necesitado un empujón. Super Mario Wonder, adelantándose a ese sistema multijugador creador por nosotros mismos, tiende una mano a jugadores noveles y no sólo se centra en quienes ya conocimos al fontanero en nuestra niñez. Con un modo multijugador, podremos resucitar a compañeros caídos o potenciar sus habilidades con insignias. Y podemos compartir la victoria de derrotar juntos a Bowser.

Después de mi primer Mario, he conocido un sinfín de héroes y juegos diferentes. Géneros que entonces me gustaban ya no conectan conmigo y, al contrario, otros tantos que entonces no me llamaban la atención se han convertido en predilectos. Pero Mario siempre ha estado allí, en mi NES, mi Super Nintendo, mi Wii, mi 3DS y mi Switch. Y sé que Super Mario Wonder no es un caramelo engañoso revertido de nostalgia. El 20 de octubre volveré a maravillarme de nuevo con sus mundos de ensueño, con el entusiasmo de la niña que era y la mujer que soy.