He rejugado este juego clásico de Harry Potter y el recuerdo era mejor que la realidad

Fue meses antes del estreno de la película. Como acostumbraba por aquella época, corrí a comprar la Hobby Consolas de turno. Recuerdo que vi las primeras imágenes de Harry Potter y la Piedra Filosofal en las páginas de esa revista. “¡Qué graficazos!“, pensé. El duende de Gringotts me parecía idéntico al del tráiler del filme, los pasillos de Hogwarts, una recreación perfecta de lo que mi mente había imaginado. Y eso que era la versión de la primera PlayStation, visualmente bastante inferior a la de PC.

Ni que decir tiene que el recuerdo nostálgico difumina la realidad. Te olvidas de lo malo y conservas las buenas sensaciones. Eso lo que he comprobado una vez más al rejugar Al título, una aventurilla simpática, de esas que te permiten disfrutar de un juego sin complicaciones, pero sin grandes alardes. De todas formas, para la mente de un chaval de la manejar a Harry Potter era lo más, una experiencia única.

Nunca olvidaré ese inicio mágico, cuando Albus Dumbledore baja por las escaleras de Hogwarts y da la bienvenida a todos los alumnos... ¡pero si solo aparece Harry! Hay que decir que en la versión de PC al menos estaba acompañado por Ron y Hermione. Es divertido que los profesores ignoren a todos los demás y siempre seas tú, el niño que sobrevivió, el elegido para practicar los hechizos. Una decisión comprensible desde el punto de vista del desarrollador, pero que provoca eso que algunos llaman disonancia ludonarrativa.

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El paso del tiempo diluye un poco la magia

Bajo la perspectiva que da el tiempo, el juego tiene su toque cómico. Las expresiones de los personajes, con esos gráficos tan poligonales y esas texturas planas, hacen mucha gracia. Y Malfoy lanzando petardos a diestro y siniestro todavía me hace sonreír, sobre todo cuando lo escucho en el hilarante doblaje español. Lo mejor era poder recorrer las localizaciones de las películas y los libros, aprender nuevos hechizos y jugar a Quidditch. Ahora, todas esas mecánicas se hacen muy rudimentarias y simplonas, aunque dentro del conjunto funcionan. Seguramente fuera así también entonces, pero cuando eres un chaval no lo tienes tanto en cuenta (cof, cof, Dragon Ball Final Bout).

“Te quedarás Flipendo”, escribió el analista de Nintendo Acción sobre el juego. Y la verdad es que a mí me dejó en un mundo de imaginación. Luego descubrí el resto de versiones, porque una cosa curiosa es que cada una la hacía un estudio diferente: compartían historia, pero el juego podía ser muy diferente. Mención especial a la versión de Game Boy Color, un RPG por turnos.

Lo que nunca me gustó es que no usaran la banda sonora de John Williams. Hasta La Orden del Fénix no rescataron el clásico Hedwig Theme, el tema principal de los filmes. Lo que sí hicieron fue incluir a Peeves, que curiosamente fue descartado en las películas. Paradójico teniendo en cuenta que los videojuegos estaban basados en ellas y no en las novelas per se.

Harry Potter y la Piedra Filosofal de PSX conserva la magia hasta cierto punto, fue el fundamento del resto de títulos y el recuerdo no lo voy a borrar nunca. En cierto modo, Hogwarts Legacy es heredero de ese concepto, si bien la tecnología actual marca la diferencia. Además, no está encorsetado a una historia y unos personajes concretos.

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