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Thor: Dios del Trueno

Thor: Dios del Trueno

Injusticia Divina

Las adaptaciones de cómic a película comienzan a dejarse llevar por las influencias de otra clase de adaptaciones, las que convierten una película en videojuego. A veces notables, otras sencillamente omisibles, la última apuesta de Liquid Entertainment se pierde en derroteros que no terminan de acercar al jugador la verdadera esencia de Thor, ni tampoco la de la película, ni que decir tiene de un verdadero juego de acción. A medio camino entre la búsqueda de lo original y la total confusión de los valores que se presentan, el héroe de moda no tiene suerte en su ‘gran' aventura.

Poca suerte han corrido las últimas adaptaciones de película a videojuego. Poca o ninguna, a decir verdad, si se analiza concienzudamente el ámbito que está íntimamente relacionado con las adaptaciones de cómic que saltan al celuloide y después, por diversos motivos -en su gran mayoría puramente comerciales-, ensucian su nombre probando suerte en la industria de los videojuegos. Este ‘mundillo' no sigue a raja tabla los mandamientos que suelen derivar en un éxito total en el mundo cinematográfico, donde una reputada licencia puede ser justificante de cientos de miles de entradas vendidas directamente para engordar las arcas de cualquiera que sea la distribuidora que se ha arriesgado para promocionar el producto.

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De un tiempo a esta parte ha disminuido la candencia respecto al daño que hace una licencia mal aprovechada en alguno de los dos mundos mentados en el párrafo anterior. Ahora el procedimiento se ve como un movimiento que se realiza casi por inercia, sin el menor sentido de la ética o del respeto hacia una figura que se ha conservado en lo más alto del estrellato durante una o varias décadas. Los héroes de los cómics de acción de ‘toda la vida' han acabado por desfilar en cintas de dudosa calidad, algunas más afortunadas que otras. En estas líneas no se discute el buen hacer de directores, productores y demás parafernalia relacionada con el cine, pero desde luego sí hay cabida para analizar el rendimiento de estas licencias cuando pasan de la cinta al formato digital, del DVD al Blu-Ray o a cualquier otro formato que se estile en nuestros días.


El último en desfilar por la pasarela es el legendario Thor, el Dios del Trueno, uno de los héroes que cuentan con una legión de aficionados que han disfrutado de la mezcla homogénea entre mitología nórdica, acción, amor y honor. Todo ello enlazado con las clásicas referencias a la importancia de la familia y de una jerarquía fuertemente establecida. El mito nace de la antigüedad escandinava y se extiende hasta la modernidad con buena parte de su esencia perdida, reducida al papel específico que ha cumplido el héroe en las últimas décadas. A falta de que algún cineasta se decidiese a narrar sus aventuras de forma mínimamente fidedigna, Marvel cedió los derechos de explotación de su criatura que ésta probase suerte en el circo del celuloide. Lo hace a mediados de 2011, apoyado por una fuerte campaña mediática y, lo que es más importante, por una serie de subproductos entre los que se encuentra Thor. Esta vez, y como ha sucedido ya en el pasado, el título trata de narrar una historia secundaria que no concuerda paso a paso con la del filme.

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Una guerra alternativa
El argumento es la piedra angular sobre la que gira esta adaptación de Thor. Ha sido supervisado por Matt Fraction, uno de los encargados del cómic original, con lo que se supone que se gana parte de la esencia original. La historia gira en torno a una invasión de un pueblo sometido por las gentes de Asgard -los Aesir-, enviados a un averno de frío y hielo, más allá del puente de Bifrost. Pese a la presencia de los iconos indispensables en la liturgia nórdica -entre ellos el propio Heimdall, protagonista de una destacada aventura aparecida a principios de la década de los 90-, la raza invasora consigue llegar a las puertas de Asgard poniendo en jaque a la jerarquía del lugar. Entre ellos figura Odín, sus hijos -el propio Thor, además de Loki- y una interesante referencia mitológica en Sif, mujer de Thor según la tradición escandinava.

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Sif resulta herida en combate y posteriormente muere, despertando las iras de Thor. Éste jura venganza pese a los consejos de su padre, Odín, que le prohíbe acudir a la zona donde se ha recluido al pueblo, el Niflheim. Loki aprovecha la escena para engañar a ambos y orquestar una especie de epopeya hacia el poder que sólo se frenará tras activar los claves necesarios en el destino, tan intocable como inmutable. Este capítulo de Thor basa su contenido en varias de las historias aparecidas en el cómic (extraídas a su vez de la propia mitología), entre ellas las de Ulik, Ymir y Surtur. El jugador que no haya tenido relación con esta licencia se sentirá confundido ante la avalancha de nombres. El que se sienta afín a la mitología, se verá extrañado ante el papel que cumplen determinados personajes. La mezcla es, sin embargo, satisfactoria, ya que presenta un mundo perfectamente hilado. Creíble, por decirlo de alguna manera.


Las apuestas de este Thor se habían centrado en el argumento por aquello de buscar una camino alternativo para presentar a los personajes, algo que ciertamente se cumple, aunque sólo en parte. El argumento propiamente dicho es interesante. Muestra la historia de Loki en relación a su hermano, a la vez que la de Thor con la de las personas que le rodean. De esta forma de presentan no sólo los poderes del héroe, sino también su rudimentaria personalidad, siempre enfrentada entre la pasión y la inteligencia que Odín trata de transmitirle a cada nuevo paso que da en el mundo. A bote pronto el argumento no se toma la molestia de conectar necesariamente con el de la película, por lo que es posible disfrutar de ambas cosas por separado o cumplimentando la información de una parte con la otra.

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Hasta aquí todo bien. La presentación del título es simple. Pone de relieve a los héroes, las circunstancias que han llevado al conflicto que se despierta en la ciudad de Asgard y cómo Thor acude al Niflheim para salvar a su ser querido, aunque su destino ya ha sido decidido de antemano. El problema no es tanto qué se cuenta, sino cómo. Liquid Entertainment emplea una estructura típicamente clónica, que en cierto modo sigue la tradición del género de acción en tercera persona, que se reduce a la aparición de determinados bloques animados que, movidos por el propio motor gráfico, narran los acontecimientos que tienen lugar en esta odisea.

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Desgraciadamente la historia es incapaz de despertar el interés suficiente como para obligar a los jugadores a no levantarse del sillón hasta que aparezcan los títulos de crédito, algo que para más inri tampoco se hace esperar demasiado dada la brevedad del modo principal de juego. La actitud de los héroes es todo lo contrario a lo natural, su representación es pobre. La tendencia que sigue el juego carece de estilo o de una perspectiva que se siga de principio a fin, desaprovechando el rol de un Odín majestuoso o de un Loki que por momento supera en carisma al legendario Thor. Aunque por momentos se trata de ensalzar la épica no se alcanza un momento cumbre, el tono del juego palidece en comparación a otros referentes del género, lastrado además por problemas que derivan de la jugabilidad. Con todo, Thor pierde la oportunidad de narrar una historia realmente interesante a través de herramientas que permitan visualizar un ejercicio al menos entretenido.

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Falta de ambición
A la falta de ambición del argumento hay que sumar la escasez de ideas de una mecánica de juego que se ha visto un centenar de veces en el pasado, sólo que esta vez llevada a la práctica sin la menor ambición. Thor es, en esencia, un beat em' up en tercera persona. El usuario controla a un único héroe que se ha de batir a muerta contra cientos de enemigos en otro centenar de combates, a cada cual más crudo y fiero. El héroe navega por zonas que ningún otro ser humano podría atravesar blandiendo el mítico Mjolnir, un martillo capacitado para ser lanzado a grandes distancias, causando un daño devastador. Esto quiere decir que nosotros, como jugadores, nos limitamos a correr de aquí para allá mientras eliminamos a los enemigos que se presentan, obteniendo por ello puntos de experiencia.

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Estos pueden sin canjeables por nuevas habilidades especiales, divididas en varias casillas. Unas hacen referencia al poder del propio martillo, otras al contacto físico. La potencia del Mjolnir se traduce en la presencia de distintas magias relacionadas con el trueno, bien sea en forma de tormenta de relámpagos o de terremotos que destruyen todo cuanto se encuentra en su camino. En Thor ninguno de estos poderes devasta los entornos ni tampoco merma la suficiente cantidad de vida de los enemigos como para ser considerado realmente ‘temible', aunque el uso de hechizos otorga cierta espectacularidad a la partida. Dominarlos es cuestión de pulsar un botón para intercambiar entre la variedad o simplemente para cambiar la intensidad del ataque. No tendremos que calentarnos demasiado la cabeza para que Thor se convierta en el guerrero definitivo, ni aún combatiendo a un nivel elevado de dificultad (entre cuatro seleccionables).

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Thor camina en línea recta, sin zonas que explorar, apenas con unos cuantos objetos que debemos buscar para completar los logros y retos que el juego ofrece desde el menú principal, una manera de justificar una segunda partida (sólo desbloquearemos el nivel máximo de dificultad al terminar por primera vez la partida, y sólo podremos obtener determinadas reliquias si jugamos en esta modalidad, con todo lo que ello conlleva). De esta manera se garantiza que el jugador no pueda acceder al 100% del contenido a no ser que haya decidido a probar suerte en la susodicha modalidad. La rejugabilidad no está impuesta por altos valores de producción o por secretos que habitualmente suelen ser todo un atractivo para los jugadores, sino por extrañas decisiones realizadas en el periodo de desarrollo que no acaban de cuajar en la mecánica jugable.

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Por supuesto -y como no podía ser de otra manera- los Quick Time Events hacen aco de aparición a poco de comenzar la aventura, siendo fuente de algunos de los momentos más destacados en cuanto a ambientación épica se refiere. Algunos momentos son realmente interesantes pese a la constante repetición de los mismos. Cuando Thor brilla, una decisión poco acertada se encarga de deslucir un trabajo que teóricamente debería conquistar al jugador, por lo que no se puede negar el atractivo del juego pese a la mala ejecución de casi todas las ideas que salen a relucir mientras jugamos.

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La falta de una buena forma de trabajar con una mecánica de juego que logre atrapar al jugador se agrava por culpa de un apartado técnico cuando menos discreto. Comentábamos anteriormente la buena sensación que deja tras de sí la ambientación, pero inevitablemente se ha de destacar la rigidez de los personajes al interactuar entre sí, la ausencia de detalles en cuanto al aspecto físico (el pelo de Thor es un buen ejemplo de ello, pese a ser un mero ejemplo) y los problemas de cámara cuando la acción se visualiza en planos cortos. No se puede criticar abiertamente el motor gráfico porque cumple su cometido pese a las taras que presenta, pero entendemos que a estas alturas se debe exigir mucho más a nivel técnico de un título como este.

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Escasez de modalidades
Thor se compone de un modo principal de juego, amén de un menú de opciones en el que podemos cambiar los parámetros habituales. De resto, salvo una pequeña selección de elementos a desbloquear, el juego no ofrece nada que vaya más allá de la campaña principal, que insistimos se termina rápidamente y con pocos motivos para ser disfrutada en una segunda revisión. Esta falta de modalidades daña enormemente la paciencia del jugador a la hora de entender el cometido general del título en el mercado, sin rastro de nada que se parezca a un multijugador -que no es obligatorio en ningún caso, pero que se echa de menos cuando el sistema de juego se presta a ello y cuando no existe un argumento que justifique su ausencia-, ni tampoco a un modo cooperativo. Es decir: Thor adolece de los problemas comunes de las adaptaciones de película a videojuego de hace más de un lustro.

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Por suerte la obra llega totalmente traducida y doblada al castellano, haciendo uso de las voces originales de los actores de las películas. La música acompaña los momentos épicos de la obra clon una composición adecuada para el tipo de juego que es Thor: Dios del Trueno. En este sentido se ha realizado un buen trabajo, tomando prestadas algunas de las melodías del filme que se presenta en cines.

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Conclusión
Falla Liquid Entertainment en transmitir una sensación que difiera en lo más mínimo de aquella que otorgaban las adaptaciones de antaño, en su gran mayoría destinadas a enriquecer a productores y a empobrecer al espectador con su pésima calidad. El motor gráfico cumple su cometido en tanto ofrece una recreación fidedigna de la esencia de la mitología nórdica combinada con tintes hollywoodienses, pero su parquedad en detalles impide una recreación visual acorde con los tiempos que corren. La mecánica de juego entretiene, pero -siempre hay un ‘pero'- se pronto se torna repetitiva, carente de cualquier sentido real de épica. Nos limitamos, como jugadores, a seguir una línea recta con una evolución totalmente predeterminada en la que sólo la historia salva el conjunto. Siendo esto así, es difícil explicarse el por qué de la pobre presentación que se hace tanto del héroe como del propio argumento, narrado en brevísimos fragmentos sin apenas ahondar en ningún concepto.

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Hace unos cuantos meses se analizaba con cierta expectación el lanzamiento de Clash of Titans, una adaptación que aparecía en el mercado con unas expectativas parecidas a las que ofrece hoy este Thor. En aquel momento fue aplaudida la necesidad de crear un mundo que no se limitase a beber de una fuente primaria para dejar atrás todo elemento relacionado con la jugabilidad. Es decir: el juego se basaba en una licencia que revive con el estreno de la película, pero parecía haber sido concebido como un producto que realmente tenía algo que contar. Fallaba el concepto, la forma de narrar la historia, pero se valoraba positivamente aquello que se denomina ‘creatividad'. Thor carece totalmente de ella, de cualquier rasgo identificativo al que señalar para afirmar que ha nacido con alguna intención que vaya más allá de explotar un personaje mítico dentro del universo Marvel.

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La sucesión de parajes atestados de enemigos, el pobre estilo narrativo, la desgana absoluta a la hora de mostrar un mínimo ápice de originalidad. Thor es un complemento insípido de la película que se estrena estos días, cuya recomendación es difícil dado que no cumple los estandartes de su género ni tampoco de lo que consideramos apropiado para justificar un desembolso de más de cincuenta euros. Liquid Entertainment no ha conseguido revalidar el buen trabajo realizado en Rise of the Argonaut, título que curiosamente padecía de muchos de los males endémicos que lleva por bandera esta producción. A no ser que andes buscando una forma de expandir el boom del resurgir -o de la creación- del Dios del Trueno, es mejor que mires para otro lado cuando este Thor desfile por las estanterías de tu tienda especializada de turno.

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  • Los momentos de épica, pese a que se tornan un tanto repetitivos. 
  • Una variedad considerable de magias y golpes especiales.
  • La recreación del mundo de Thor, así como la ambientación…
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3

Malo

La idea era buena pero se ha llevado a cabo de forma desastrosa. No te lo compres, está mal terminado.