Un juego teñido de rojo.

Los eventos acaecidos durante la primera entrega de la saga Tenchu poco nos hacían presagiar que en unos años volveríamos disfrutar de las andanzas de este grupo de ninjas. Tener que prescindir de unos personajes y una historia tan bien elaborados como eran los de la primera entrega no era un buen trago para los jugones y mucho menos para las compañías implicadas que podían ver como la mitad del trabajo de lanzamiento de una hipotética segunda parte se ponía muy cuesta arriba.

Pero en esto llego una forma de hacer secuelas basándose en tiempos pasados y generando una nueva forma de segundas (o terceras) partes que se vino a llamar precuelas. Se montaron una historia de ambición poder y traiciones a go-go y listo.

Las misiones de nuestros personajes se entrecruzarán a lo largo de la historia, lo que hace que pasen de ser meras escaramuzas en territorios sin importancia a tener una línea argumental sólida y bien trenzada por el guionista del juego.

Viendo que el primer obstáculo estaba salvado, los siguientes parecían coser y cantar. Pero esto no les debió de parecer fácil a los muchachos de Acquire, que ni cortos ni perezosos se han dedicado a generar una nueva historia y copiar prácticamente todo lo demás.

Contiene efectos de pop-up y en algunos casos de clipping, aparte de que la cámara muchas veces, más que ayudar, fastidia. Y no lo decimos por los momentos en los que tenemos que acechar y asesinar con sigilo y sin que se nos vea, sino por esos momentos en los que ya hemos sido vistos, o en los de las peleas contra los jefes finales, en los que la ocultación y el sigilo ya no son nuestros aliados. En estos momentos la cámara se transforma en un absurdo modo de primera persona que consigue que no nos enteremos de por donde nos vienen las "guantás", y hará que salgamos corriendo en cualquier dirección para tener un poco de espacio y poder situar al enemigo.

Sí bien tiene el detalle de cambiar a un modo semi-FMV (por llamarlo de alguna manera) que se produce cuando conseguimos acabar con algún enemigo sin que hallamos sido descubiertos. En estos casos la acción se torna suave y algo difuminada para que podamos contemplar la "belleza" de nuestros movimientos en todo su esplendor.

Eso sí. Las escenas de FMV han sufrido una mejoría y desde la presentación hasta las distintas animaciones que nos van relatando la historia entre misión y misión están muy logradas y reflejan un gran cuidado en el modelado de los personajes.

  m  ú  s  i  c  a

Este es el apartado más sobresaliente del juego, a que lo han dotado de unas melodías de marcado carácter oriental que nos acompañan en todo momento por el juego y que suelen ir en consonancia con la misión y con el momento del juego.

Nueve melodías nuevas que vienen a darle el toque que le falta al juego para acabar de envolvernos en esa atmósfera del Japón feudal y de sus señores feudales.

Como ya podrás imaginar, no hay mucho ruido en un juego de sigilo, ocultación y asesinatos por la espalda. Pero los que hay son los ya típicos de cuchilladas y tajazos que reparten nuestros personajes... y lo enemigos.

También están los típicos ruidos de nuestros pasos por el agua o zonas de potencial sonoridad. Los utensilios que utilizamos, como el gancho que lanzamos o las shurikens que arrojamos, están también bastante bien reflejados.

Por último queda hablar de las voces que tienen los personajes con los que se dialoga durante el juego, desde nosotros mismos hasta el señor feudal, pasando por nuestro maestro y nuestros compañeros. Todos tienen un buen nivel y sirven para meternos un poco más en el juego.

Este es, y no otro, el principal caballo de batalla de este juego. Como ya lo fue en su primera aparición en la pequeña consola gris de Sony.

A las aventuras de Rikimaru y Ayame (que son 11 misiones para cada uno) basadas, como no, en su adiestramiento y posterior servicio al señor feudal de turno (Lord Ghoda), se unen ahora las de otro ninja, Tatsumaru, cuyas siete misiones tendremos que desbloquear con los otros dos personajes.

Aunque estas misiones se desarrollan en los mismos escenarios, cambia el momento del día, los objetivos y los enemigos que nos encontramos. Unos enemigos que son un poco más inteligentes que en el primer Tenchu, ya que ahora darán la alarma simplemente con ver el cadáver de alguien. Esto último lo evitaremos ocultándolo rápidamente, agarrándolo y llevándolo hasta un lugar fuera del alcance de los ojos de los vigías. Para eso se ha dotado a los personajes de esa cualidad.

El acabar con los enemigos de manera imperceptible para ellos nos reportará puntos extra al final de cada misión, que a su vez nos dará nuevos ítems.

Para ello estrenan las nuevas facetas de bucear y de ocultarse bajo el agua utilizando una caña de bambú para respirar todo el tiempo que sea necesario. Y a fe que habrá que utilizarlas, porque aquí no vale eso de "yo soy el más gallito y ¿a ver quién la tiene más larga?" (la espada, se entiende).

El control de los personajes es muy sencillo. Los botones están muy bien repartidos y no hay que hacer grandes movimientos de contorsionismo para realizar las acciones más complicadas.

Pero no todo iban a ser parabienes, y la única pega que al control de nuestro personaje se le puede poner es la de lo terriblemente difícil y desesperante que puede llegar a ser el manejo de los ítems y de las armas. ¿No se les ha podido ocurrir ningún sistema más desquiciante?

El editor de misiones vienen a alargar mucho mas la vida de este juego, puesto que con él podemos generar las misiones que se nos antojen determinando el mapeado de la zona por donde transcurre, los enemigos, el tiempo que tenemos para realizarla, los objetivos a cumplir, etc.

Con el añadido de que al grabarlas en la tarjeta de memoria podemos intercambiarlas con nuestros amigos a modo de desafíos, para saber quién de ellos es mejor resolviendo nuestras misiones y quién es el mejor creador de fases de la pandilla.

Tajazo va, shuriken viene, este es un juego teñido de rojo. La excesiva cantidad de violencia y escenas bañadas en sangre hacen que el juego sea recomendado sólo para mayores.