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Stray

Stray

Aventura futurista

Stray, análisis. Cyberpunk gatuno

Toda una aventura de exploración, rompecabezas, acción y ronroneos en un mundo cyberpunk tan misterioso como fascinante. Analizamos Stray en PC, PS4 y PS5

Actualizado a

El acercamiento al género cyberpunk en formato videojuego entiende de multitud de formas y conceptos, unos más enfocados a la acción, otros con la narrativa por bandera. Desde clásicos como Snatcher a títulos recientes totalmente centrados en el gameplay como Ghostrunner, pasando por juegos tan dispares como Cyberpunk 2077, Ruiner, Observer, The Ascent, Cloudpunk o el curioso 7th Sector, más enfocado a la continua resolución de rompecabezas, entre otros. Todos ellos aportando su propia visión de este modo tan fascinante de acercarse a la ciencia ficción. Aunque Stray, el juego que nos ocupa en esta ocasión, lo hace de una manera realmente peculiar: a través de los ojos de un gato.

Buscando el camino de regreso a casa

Y es que ya desde su presentación en un evento de PS5 hace poco más de dos años, no son pocos los jugadores que han querido saber más sobre “el juego del gato”; desde luego, no es para menos. Y es que sus creadores, BlueTwelve Studio -un pequeño estudio francés compuesto “principalmente por gatos y unos cuantos humanos”, tal y como bromean ellos mismos-, han completado con el apoyo de Annapurna Interactive toda una maravilla entre las aventuras atmosféricas con concesiones a los puzles, la habilidad a los mandos y el sigilo, con un fuerte componente narrativo que nos animará a seguir descubriendo tan fascinante universo retro-futurista. A continuación analizamos Stray en PC, PS4 y PS5, disponible también desde el mismo día de su lanzamiento -19 de julio- en PS Plus Extra y PS Plus Premium.

Stray nos invita a tomar el control de un gato en mitad de un universo cyberpunk habitado por androides. Nuestro objetivo no es otro que encontrar la forma de regresar a nuestro hogar, junto a nuestra familia felina, tras quedar atrapados en este mundo tan enigmático como atractivo, en ocasiones inquietante y peligroso, en otras, totalmente fascinante; y no solo por lo visual. Al principio estaremos solos, desamparados -dando sentido al título del juego-, aunque pronto encontraremos un pequeño compañero de viaje que encierra en su interior mucho más de lo que parece. Se trata de un dron conocido como B-12, un colega robótico de bolsillo -nunca mejor dicho- que se nos unirá en nuestro periplo en busca de respuestas. Y lo hará de un modo de lo más original, ya que nuestro peludo protagonista se hará con una suerte de mochila de la que dicho cachivache emergerá al ser requerido y del que podremos extraer información contextual a través de su pantalla integrada.

A partir de aquí se abrirá ante nuestros ojos un universo de corte retro-futurista que explorar, habitado por robots antropomórficos que parecen haber heredado un mundo antiguo en el que tratan de sobrevivir. Y es que más allá de los muros en los que se encuentran existe una voraz amenaza de la que, al parecer, es imposible escapar... Y hasta aquí podemos leer, puesto que la trama de Stray -un guion, por cierto, que nos atrapará de principio a fin- es uno de sus pilares fundamentales y cada uno debería poder descubrir todas sus sorpresas por sí solo. Eso sí, a partir de cierto punto la historia se hace algo previsible. Pero, ¿cómo está resuelta la jugabilidad de Stray? ¿El control del gato está a la altura? La respuesta es afirmativa, aunque con algún que otro matiz. Pero veamos antes qué propone exactamente Stray como experiencia interactiva.

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Stray puede enmarcarse como una aventura de exploración atmosférica con toques de plataformas -guiadas, eso sí-, algo de acción, enigmas y rompecabezas ligeros que ir solucionando con bastante naturalidad -la dificultad no es precisamente muy elevada-, todo ello adornado con una cautivadora narrativa y ciertos momentos de sigilo. Todo este cóctel de conceptos hacen del título de BlueTwelve Studio una obra muy especial, con una dirección artística y una ejecución encomiables. Al dejarnos llevar por sus calles de neón y otras localizaciones casi postapocalípticas, nos vienen a la mente obras maestras como Limbo o Inside, de las que no dista mucho en esencia. Si pasamos al control de nuestro ágil y escurridizo protagonista, no podemos sino alabar el trabajo de sus desarrolladores, a pesar de que al principio puede sentirse un tanto forzado, especialmente en los saltos o simples cambios de superficies, algo constante.

El control del gato es bastante intuitivo, especialmente a la hora de caminar, esprintar o cambiar de dirección mientras corremos. Ahora bien, cualquier salto o cambio de plano irá precedido de un icono contextual que nos informará de dicha posibilidad. Si bien al principio puede resultar algo chocante, tras un breve periodo de tiempo nos acostumbraremos para pasar a revolotear entre azoteas, tuberías, barandillas, contenedores y toda clase de elementos por los que trepar. Y a pesar de lo que podría parecer, Stray no es un juego de “hacer el gato” como tal; no, no es un juego de hacer el ganso (léase Untitled Goose Game), sino que las habilidades gatunas nos servirán para interactuar con los entornos y sus personajes de las más variadas formas, ya sea para provocar cierto acontecimiento o completar uno de los muchos desafíos, ya sean como parte de la trama principal o de las diferentes -aunque tampoco muy numerosas- misiones secundarias, todo ello fenomenalmente integrado.

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Un mundo interconectado aunque lineal

Stray es en sí mismo un videojuego lineal, aunque con ciertas zonas más abiertas a modo de hub que conectan diferentes áreas que explorar. En estas áreas más abiertas es donde el juego mostrará su verdadero potencial, tanto imaginativo como narrativo, puesto que nuestra interacción con el mundo a nuestro alrededor estará lleno de sorpresas y un sinfín de detalles que hacen de Stray un título muy especial. Por otro lado, las zonas más lineales servirán para plantear las secuencias en las que habilidad será vital, como persecuciones a vida o muerte. Aunque no faltarán esos momentos con lo que todo gato debe cumplir, ya sea maullando, durmiendo o arañando paredes o alfombras, acciones que podremos completar también a través de iconos contextuales. Por su parte, y recuperando a nuestro buen amigo B-12, su conocimiento del medio nos ayudará a traducir diálogos con los vetustos seres mecánicos de nuestro alrededor o enigmáticas pintadas que nos contarán más de este mundo, además de iluminar zonas oscuras con su linterna, entre otras herramientas que no queremos destripar.

A nivel audiovisual, Stray vuelve a brillar con luz propia. Su dirección artística apuesta por la representación de un mundo realista lleno de elementos de ciencia ficción, con una buena representación de lo que sería ser un gato en un universo distópico como el que nos ocupa. Gráficamente es una gozada, con escenarios representados de forma magnífica, muy detallados y cuidados hasta niveles casi enfermizos. Nuestro pequeño felino está muy bien animado y solo algunas transiciones en determinados saltos y situaciones se sienten menos naturales. Por otro lado, la cámara nos puede jugar malas pasadas en algunas situaciones, especialmente en las más frenéticas -que las hay-, mientras que hemos detectado alguna que otra caída de framerate -incluso en PS5- y clipping entre el gato y otros personajes y objetos. Detalles mínimos, en cualquier caso, que apenas inciden en el resultado global.

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Por otro lado, tanto la banda sonora como los efectos de sonido están a muy bien nivel, acompañando cada escena, cada circunstancia y tesitura de la mejor de las maneras. Podemos afirmar, sin titubeos, que su puesta en escena es una auténtica delicia. Los textos están perfectamente localizados al castellano, mientras que su duración se sitúa entre las 6 y 9 horas, dependiendo de si queremos completar todos los desafíos que se nos van planteando o si solo vamos a por la trama principal. Aunque una vez superado -y como buen título narrativo-, perderemos buena parte de su magia; en este sentido, incluso se nos anima a completar el juego en menos de dos horas para desbloquear su correspondiente logro/trofeo.

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Conclusión

Stray es una maravilla, de principio a fin. Así de rotundo nos mostramos ante una bella y, a su vez, inquietante fábula protagonizada por un entrañable gato con un gran espíritu aventurero. Una historia que trata temas como la amistad, la pérdida y los recuerdos, todo ello a través de una experiencia interactiva realmente singular, incluyendo desafíos de habilidad y lógica. Y lo más importante del conjunto es que, al terminar, deja huella. Más cercano a la aventura atmosférica que a otra cosa, Stray aboga por el descubrimiento constante, el misterio como verdadero motor de su avance, con un envoltorio fascinante tanto por su puesta en escena como por su dirección artística. Una apuesta arriesgada, qué duda cabe, aunque si nos dejamos llevar por su seductora personalidad, descubriremos uno de los títulos más originales y cuidados -a pesar de su origen indie- de este año; que no es poco.

Lo mejor

  • Puesta en escena brillante en lo audiovisual
  • Ambientación tan fascinante como misteriosa e inquietante
  • Buen equilibrio entre exploración, puzles y desafíos
  • Una gozada a los mandos tras un periodo de adaptación

Lo peor

  • Algunos fallos menores como clipping o ciertas físicas mejorables
  • Su dificultad general no es muy elevada
  • Una vez terminado es poco rejugable
8.5

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.