Scott Pilgrim vs. The World: The Game - Complete Edition
Scott Pilgrim vs. The World: The Game – Complete Edition, análisis
El regreso de un juego de culto. Después de estar seis años desaparecido en combate, el videojuego de Scott Pilgrim vuelve a ver la luz. Ramona, va por ti.
No discutíamos sobre Tenet, sino sobre Interstellar. Andrew Garfield aún era Spider-Man y Marvel todavía estaba con Capitán América: el Soldado de Invierno. Desconocíamos quiénes eran Rosalía y C. Tangana, y faltaban unos años antes de que arrancáramos la radio del coche para no escuchar Des-pa-cito por quingentésima vez. El Atleti acababa de ganar la Liga (Ole, ole, ole...), el Madrid levantaba su ansiada décima y Alemania le encasquetaba un 7-1 a Brasil en Belo Horizonte. En videojuegos, las consolas sufrían trastorno de personalidad. Wii U se creía a sí misma exitosa y Xbox One se pensaba que era un televisor. Términos como battle royale, crunch y review bombing nos sonaban a chino. Nos reíamos cuando Bungie decía que Destiny duraría diez años y ansiábamos la llegada de The Witcher 3: Wild Hunt creyendo que CD Projekt se convertiría en Rockstar Games algún día. Era una época de adquisiciones. Amazon compraba Twitch, Facebook hacia lo propio con Oculus y Microsoft lo apostaba todo a Minecraft. Kojima seguía en Konami, Sony aún llamaba Project Morpheus a PlayStation VR y Dragon Age: Inquisition se proclamaba juego del año en The Game Awards. Así eran las cosas en 2014, un año que también es conocido como aquel en el que Scott Pilgrim vs. The World: The Game desapareció de la faz de la tierra. Bueno, quizás esto último sea decirlo de forma un tanto dramática, pero el juego se volatilizó de las principales plataformas digitales y dejó de estar disponible para su compra. No había forma de hacerse con una copia. El último empujón que necesitaba para consagrarse como un juego de culto. Desde entonces, los fans se han pasado seis largo años dando la lata a Ubisoft y Bryan Lee O'Malley para que lo trajeran de vuelta. Seis años en los que, como hemos visto, el mundo ha cambiado mucho. Sin embargo, ahora que por fin está de regreso y lo hemos tenido en nuestras manos, nos queda claro que hay dos cosas que ni han cambiado, ni cambiarán. La primera es nuestro fervor por todo lo relacionado con Scott Pilgrim, Ramona Flowers y los Sex Bob-Omb. La segunda, que Scott Pilgrim vs. The World: The Game sigue siendo una joyita de beat 'em up.
¿Qué hay de nuevo, viejo?
Scott Pilgrim vs. The World: The Game – Complete Edition es exactamente el mismo juego que disfrutáramos en 2010, cuando se lanzó aprovechando el tirón de la maravillosa (repetimos, maravillosa) película de Edgar Wright. La única diferencia radica en que ahora incluye de serie dos packs de DLC que el original recibió entre 2010 y 2013. El primero de ellos se estrenó coincidiendo con la puesta en venta de la película en formato DVD y Blu-Ray. Traía consigo un nuevo personaje jugable (Knives Chau) y dos nuevos modos de juego (Balón prisionero y Batalla total). Por su parte, el segundo pack se hizo de rogar más de tres años, pero al menos sirvió para corregir el gran problema del título: la falta de online. Aquel segundo DLC traía matchmaking y también nos permitía manejar a Wallace Wells, el compañero de piso de Scott. Ahora todos esos personajes, modos y el multijugador online están disponibles desde el principio, y a ellos se suman las mejoras gráficas pertinentes a nivel de resolución, framerate y tiempos de carga.
Un multijugador para salvar el modo de un jugador
El añadido más importante es el modo online, pues Scott Pilgrim vs. The World: The Game – Complete Edition sigue sin ser del todo recomendable para un solo jugador. Ya no es solo que los modos extra pierdan toda la gracia en solitario (Batalla total, por poner un ejemplo, es un modo PvP que consiste en enfrentar a los cuatro jugadores entre sí en una especie de ring de la WWE, por lo que sin dos personas la partida ni arranca). Tampoco lo decimos por esas características que se evaporan si emprendemos la guerra por nuestra cuenta, como la opción de resucitar a nuestros aliados, robar vidas o hacer movimientos especiales en equipo. Directamente es que Scott Pilgrim es un juego “rotísimo” en solitario que la mayoría apenas podrá superar en su dificultad más fácil y eso a base de farmear y farmear. Es frustrante porque a veces pareciera que no depende de nuestra habilidad a los mandos, sino de las mejoras que le vamos comprando a Scott. Sin ayuda de otros vamos a pasar un buen número de horas repitiendo niveles, muriendo y acumulando monedas. Y luego más nos vale tener una guía que nos diga qué es lo que realmente tenemos que comprar (una guía como ésta, de nada). A más de un lobo solitario se le resistirán el número de enemigos, la longitud de las fases y el nivel de fuerza y vida de sus jefes finales. Pasaba en el original y pasa en éste. Una vez lo asimilemos, ahorremos lo suficiente y mejoremos a nuestro personaje, le daremos la vuelta a la tortilla y acabaremos siendo nosotros los que parezcan auténticos dioses veganos. Podría estar mejor balanceado. En cualquier caso, la pervivencia de los problemas para el contenido de un jugador queda minimizada con el matchmaking, gracias al cual estaremos acompañados siempre que queramos.
Homenaje a los clásicos de los ochenta
Por lo demás, el juego sigue siendo un delicioso machacabotones, un beat 'em up de sabor añejo que nos recuerda a aquellas maravillosas tardes de nuestra infancia en las que descubríamos Double Dragon y Final Fight, o en las que también viajábamos en el tiempo y repartíamos mamporros de la mano de las Tortugas Ninja. Scott Pilgrim vs. The World: The Game – Complete Edition es un “Yo contra el barrio” de manual, permitiéndonos repartir estopa a los vecinos canadienses de siete niveles diferentes, en los que también hay espacio para minijuegos de esquivar o romper cosas y para echar alguna que otra carrera, elementos con reminiscencias más cercanas, como Castle Crashers. Un botón para dar puñetazos (ataque ligero), otro para las patadas (pesado), un tercero para bloquear y un cuarto que permite saltar, más dos gatillos que bien invocan un personaje de apoyo, bien lanzan nuestro movimiento especial. Como veis, la base es la de siempre, como también lo son el resto de ingredientes de su fórmula: agujeros por los que nos caemos del escenario, muros invisibles que solo nos dejan pasar después de limpiar la zona, un jefe final por cada nivel, armas como botellas y bates de béisbol... En definitiva, un ligero y simpático brawler que sirve de homenaje a los arcades y las recreativas que marcaron la adolescencia de Bryan Lee O'Malley. Pocas adaptaciones reflejan tan bien en su propuesta el espíritu de la obra original.
Duración y extras
Quizás la mayor novedad del título resida en “el toque RPG”. Nuestro personaje va ganando experiencia, sube de nivel conforme peleamos y desbloquea así nuevos movimientos. Además, encontraremos varias tiendas en las misiones donde comprar objetos que mejoran sus atributos, véanse los de fuerza, velocidad y vida. Ambas ideas son interesantes, pero acaban siendo anecdóticas. De la lista de 16 movimientos spamearmos siempre los mismos tres o cuatro, y en cuanto a los objetos, ni siquiera hay un menú donde ver qué llevamos encima y cuáles son nuestras stats. Por no hablar de que, como decíamos antes, estos últimos afectan negativamente al balanceo del modo singleplayer. Scott Pilgrim vs. The World: The Game no se complica la vida, pero la verdad es que tampoco le hace falta para resultar divertido y entretenido. En compañía, las alrededor de cuatro horas que dura la aventura se pasan en un suspiro y garantizan tanto risas como un buen desafío. No es una duración excesiva, pero tiene un precio más que acorde y además luego podemos dedicarnos a probar suerte en otras dificultades, tratar de desbloquear a Nega Scott, descubrir los diferentes endings y subir a todos los personajes al nivel 16. Por no hablar de los modos extra, como Avalancha de jefes (un Boss Rush de los de toda la vida) y Survival Horror (donde sobrevivir a hordas de zombies). Puede duplicar esa cifra fácilmente, pero aunque no lo hiciera, se agradece un juego cortito, directo y sin pretensiones. Ofrece un respiro de las tendencias actuales. Colirio para los ojos en una época llena de sandbox de 50 horas con ínfulas de trascender y necesidad de tocar todos los géneros posibles.
Deleite visual, orgasmo sonoro
En cuanto a su apartado gráfico y sonoro, qué os vamos a contar que no dejara claro el original, o que no demuestren las imágenes y los tráileres del juego. Se trata de su punto fuerte y convierten al título en una parada imprescindible para los fans de Scott Pilgrim (vengan de la película o de las novelas gráficas). Mención de honor para la banda sonora de Anamanaguchi, compuesta para la ocasión y sencillamente memorable. 24 temas que recuerdan a la mejor música MIDI de los ochenta. No es de extrañar que tuvieran tan buen recorrido en Amazon, iTunes y compañía, que se colaran en las listas de lo mejor de 2010 de la mismísima revista Billboard y que el grupo acabara sacando una edición especial en vinilo allá por 2014. En cuanto a los gráficos, una clara demostración de amor por los 8 bits, el pixel y el sprite, por NES y The Legend of Zelda, la saga que siempre ha resonado de fondo en la vida de Scott. Una explosión visual de efectos, colores y personajes, con un buen número de ellos en pantalla y mejor acabado y resolución que nunca. Nosotros no nos hemos topado con algunos de los bugs que tenía el original, así que nada nos ha impedido disfrutar de su estética y sus maravillosos diseños. Y hablando de estos, Scott Pilgrim vs. The World: The Game cuenta con los diseños originales de la obra de Bryan Lee O'Malley, escondiendo centenares de referencias y guiños. De hecho hay que hacer un aviso para navegantes. El juego no hace ningún esfuerzo a nivel narrativo y da por hecho que conoces la historia. Sí, vale, te dice que Scott ama a Ramona y que tienes que derrotar a la Liga de Ex Malvados, pero ya. No cuenta con diálogos, ni se molesta en explicar quién es quién, ni ofrece ningún tipo de background o detalles. Tampoco refleja las variopintas personalidades de sus protagonistas, ni va dando coba a la historia de siempre. No es un fallo, está hecho a propósito. Por un lado porque en los beat 'em up a los que emula la historia siempre ha sido eso, algo secundario. Y por otro porque no lo necesita para ser divertido. Deja todo lo narrativo en manos de un par de cinemáticas y de las decenas de secretos y alusiones de sus escenarios (donde hasta nos cruzaremos cosas que salían en los cómics y no en la película). Resulta simpático y se puede disfrutar sin estar familiarizado con Scott Pilgrim, pero resulta extremadamente recomendable saber de sus peripecias románticas por Toronto si queremos gozarlo y sacarle el máximo partido.
Quizás, y solo quizás...
A priori, todo en Scott Pilgrim vs. The World: The Game – Complete Edition parece en orden: se ha conservado el precio (preciaco) del original más los DLC, ahora contamos con un modo online incluido de serie, parecen haber desaparecido los pequeños bugs y contratiempos del primero... etcétera. Sin embargo, tenemos que admitir que también nos hemos quedado con la sensación de que este regreso podría haber venido acompañado de alguna novedad más. Al fin y al cabo han pasado seis años desde su desaparición y diez desde su lanzamiento. El mapa mundi de Toronto por el que nos movemos, por ejemplo, siempre tuvo áreas bloqueadas donde se rumoreaba que podrían ambientarse futuros DLC que al final nunca llegaron. El juego se prestaba a algún nivel extra, algún personaje jugable más, nuevos minijuegos o, en definitiva, detalles que hubieran hecho de esta “Complete Edition” una “Enhanced Edition”. Y en caso de que no, al menos se podrían haber introducido correcciones menores balanceando el juego, arreglando esa curva de dificultad que va de 100 a 0, o aumentando la variedad de tipos de enemigo y de armas. Quizás nuevos trucos. Sí, vale, siempre estamos pidiendo y nunca nos conformamos con nada, pero es que amamos demasiado a Ramona Flowers y el universo Scott Pilgrim. Un agradecimiento por estos seis años de espera no hubiera estado mal.
Conclusión
El regreso de un juego de culto, seis años después. Si todos los videojuegos que en su día adaptaban películas o cómics hubieran captado tan bien la esencia de la obra original como este Scott Pilgrim vs. The World: The Game, dicho género jamás se habría extinguido. Aún tendríamos nuevos lanzamientos con la llegada de cada blockbuster. Pero lo que dichos títulos nunca entendieron es que la cosa no va de copiar todo lo que sucede en pantalla y trasladarlo 1:1 a su videojuego. Va de descubrir y comprehender el material del que se parte. El juego que hoy nos ocupa es un continuo homenaje a los arcades y las recreativas que marcaron la adolescencia de Bryan Lee O'Malley. Una carta de amor por los 8 bits, el pixel y el sprite, por NES y la música MIDI, por todo lo que, en definitiva, se respira de fondo en los cómics de Scott. Nuestro protagonista nunca fue repartiendo estopa por las calles de Toronto. Él nunca formó parte de The Warriors y se dedicó a impartir justicia con una botella de cristal o un bate de béisbol en la mano. Pero al mismo tiempo, su historia no podría tener mejor adaptación que ésta, que un beat 'em up machacabotones de sabor añejo, que un "Yo contra el barrio" como los de antes, como los que todos hemos jugado de pequeños. Porque al fin y al cabo, Scott Pilgrim siempre ha sido un poco eso, una mezcla entre las frikadas que nos marcaron la infancia y nuestros sueños más "de flipado", como el de tener una banda de rock o el de patear el culo a los ex novios (perdón, ex a secas) de la chica que más nos gusta. Todo mezclado con pinceladas de amistad, madurez y amor propio. Scott Pilgrim vs. The World: The Game es un imprescindible para los fans del personaje, que verán aquí reflejado su espíritu y que se deleitarán con las decenas de guiños y referencias que yacen bajo sus diseños y escenarios. Por no hablar de la histórica banda sonora de Anamanaguchi y de lo divertido que puede ser acompañado de varios amigos. Acción directa y sin mayores pretensiones. Un descanso del resto de juegos. Y sí, quizás sea algo corto, simplón y repetitivo, y quizás esta edición podría haber hecho algo más que pulir el gran inconveniente del original (la falta de online), pero Scott Pilgrim vs. The World: The Game sigue teniendo algo tremendamente especial: cariño por el material base. La espera mereció la pena. We are Sex Bob-Omb!
Lo mejor
- El precio.
- Esta vez tiene online de salida.
- La banda sonora de Anamanaguchi sigue siendo memorable.
- Su estética y la cantidad de guiños y referencias a la obra de Bryan Lee O'Malley.
- Un beat 'em up con sabor añejo. Sin pretensiones, divertido y entretenido.
Lo peor
- Algo corto, simplón y repetitivo.
- No es del todo recomendable para jugar en solitario.
- Podría haber ofrecido más novedades con respecto al original.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.