Lleno, por favor

Simbin es probablemente uno de los desarrolladores de simuladores de conducción para PC de más prestigio en el mercado. Tras el estupendo GTR2, que este redactor que suscribe tuvo el placer de analizar, y después del lanzamiento hace 6 meses de su 'evolución' llamada Race - The WTCC Game, era de esperar una expansión que completara el contenido ofrecido por esta última entrega de juegos de coches. El pasado viernes se ponía a la venta 'Caterham' a través de Steam o en un pack con el título original incluido.

Caterham es una expansión bastante escueta si hablamos en términos estrictos de contenido; pero su precio también lo es (menos de 5 euros), con lo que a pesar de todo se mantiene una buena relación entre lo que pagas y lo que obtienes. Y ciertamente resumir lo que incluye es sencillo: 2 nuevas pistas por las que correr, en Estoril e Imola; 3 nuevos modelos de coche englobados en una nueva modalidad, los Caterham, y algunas mejoras de estabilidad y rendimiento que incluyen una especie de monitor que nos aconseja acerca de la mejor solución para nuestro equipo.

Pero limitarnos a describir eso es hacerle poco favor a un auténtico simulador como es el título que distribuye Proein. Race - The WTCC Game es uno de esos juegos que están pensados para aquellos que quieren disfrutar de la experiencia más realista al volante. Y como tal, es imprescindible disponer de uno con sus correspondientes pedales y, a ser posible, con force feedback. Nosotros lo hemos probado con el modelo de Logitech, el mismo que utilizamos para GTR2, y el resultado es impresionante.

Aunque Race está basado en una competición de relativamente poco seguimiento en nuestro país debido principalmente a su relativa reciente creación, especialmente si lo comparamos con los Rallies o la Formula 1, sí goza de muchísima aceptación más allá de nuestras fronteras. La WTCC la constituyen versiones de carrera de modelos reales que se pueden comprar en un concesionario: BMW, Chevrolet, Alfa Romeo, Seat, Honda… todos ellos con sus modificaciones que amplían hasta más de 30 el total de posibilidades.

Pero si decidimos que conducir un León o un Toledo, un Peugeout 407 o un Lacetti no es lo que más nos gusta, en esta expansión tenemos la posibilidad de conducir un Caterham. Los Caterham son coches bajos de carreras, de aspecto antiguo, con una gran distancia entre ejes y con una distribución de peso muy particular. Es como conducir una máquina que va sobre raíles, casi como un kart pero a lo bestia. Si vamos pasados antes de entrar en la curva, por ejemplo, siempre es más recomendable acelerar a fondo para ganar tracción con este tipo de coches.

Aunque el nivel de dificultad es variable, pudiendo activar o desactivar la mayoría de ayudas que existen en el juego, lo cierto es que Caterham se disfruta con el menor número de facilidades para el conductor. Eso lo convierte en uno de los títulos con una curva de dificultad más elevada y, al mismo tiempo, más gratificante ya que verdaderamente aprendemos a conducir los coches en lugar de ceñirnos a reglas más arcade como las recientemente vistas en DiRT. El hecho de que cada coche se maneje de forma independiente ayuda mucho a que intentemos familiarizarnos con nuestro vehículo y nos lo pensemos dos veces antes de cambiar.

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Aunque existen títulos mejor representados a nivel gráfico que el propio Caterham en todos los sentidos, incluso en lo referente a las deformaciones o al mismo motor de colisiones, pocos son los que han representado de forma tan fiel la física de los vehículos en pantalla. Un coche puede disponer de más o menos polígonos en escena pero lo verdaderamente importante es conseguir transmitir al jugador que realmente esos polígonos se comportan de forma auténtica. Y eso lo hace un producto absolutamente recomendable.

Todo en el coche es configurable: eso significa que además de poder modificar todos los reglajes del coche, cada elemento que existe tiene su botón correspondiente para poderlo activar. Desde el claxon al limpiaparabrisas, por poner dos ejemplos poco utilizados pero que dan una idea de la voluntad de los desarrolladores para poder incluir hasta el más pequeño detalle en el juego. Cuanto más sepamos de coches, lógicamente, mejor. Pero, como ocurre con todo buen simulador, Race nos puede enseñar también algunas cosas.

Los modos de juego permanecen intactos: se puede practicar tanto como queramos, participar en una carrera rápida en el menor número de pasos, disputar un fin de semana completo (pruebas, clasificación y las dos carreras), hacer un duelo con un coche ‘fantasma' descargado del mejor piloto mundial, intentar batir un mejor tiempo o, por supuesto, participar en el modo campeonato que equivale a la 'campaña' en otros juegos.

Desde allí deberemos ocuparnos de todos los parámetros necesarios no solamente para ganar las carreras sino también para hacer funcionar nuestro equipo, que competirá contra equipos y pilotos reales de todos los rincones del continente. La parrilla de pilotos, además se encuentra actualizada a la última clasificación global. La colaboración con la cadena internacional EuroSport asegura que la perspectiva que tenemos del juego se adecue lo más posible al formato televisivo que estamos acostumbrados.

Los dos circuitos nuevos añadidos corresponden al portugués de Estoril, que ya acogió en su asfalto una prueba del campeonato de fórmula uno hace 10 años y cuenta con un trazado muy particular destacando la larga recta de meta. El segundo circuito es el famoso trazado italiano de Imola situado a escasos kilómetros de la fábrica de Ferrari en Maranello. Este trazado, que ha sufrido varios cambios a lo largo de los años, recoge las modificaciones que se hicieron a finales de 2006.

Estas dos nuevas pistas se unen a las hasta ahora 10 disponibles, pero no solo deberemos luchar contra las difíciles curvas a velocidades casi imposibles para la gente corriente sino que habrá que conocer también las reglas de las que consta la competición, aunque muchas de ellas son muy similares a las de Fórmula 1. Eso significa que banderas amarillas, azules o negras, entradas y salidas del coche de seguridad, etc. deberán respetarse para no quedar fuera de competición antes de tiempo.

Todo ello luchando también contra 24 rivales reales o bien controlados por una más que aceptable inteligencia artificial; es cierto que los pilotos parecen seguir una línea la mayor parte de las ocasiones (de hecho en la realidad los pilotos también siguen una línea más o menos fija) con la diferencia de que aquí es mucho más fácil que ocurran accidentes al mínimo roce entre las carrocerías. Y ahí entra el control de daños del vehículo, que no suele perdonarnos una.

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