Papetura
Papetura, análisis PS5. Mundos de papel y stop motion
De aspecto visual incomparable, el mundo de Papetura se expande por fin más allá del PC para llenar de luz las entrañas de las consolas.
Papetura es un pequeño juego que tiene en su ADN la animación fotograma a fotograma y la papiroflexia. Ahora está de moda gracias al Pinocho de Guillermo del Toro por el Oscar conseguido en la edición de los premios de 2023, pero la animación stop motion nunca se fue del todo. Arrancó con los inicios del cine, a finales del XIX, para ir perfeccionándose entre los primeros dinosaurios, mundos perdidos, gorilas gigantes, esqueletos espadachines y bichejos bípedos que huelen aun peor por dentro que por fuera. Willis O’Brien, Ray Harryhausen y Phil Tippett, ya con la técnica evolucionada Go Motion, hicieron soñar, junto a otros nombres no menos importantes, pero tal vez menos célebres, a tantas generaciones como antiguo es el cine.
La animación stop motion y los videojuegos que le rinden culto
Aun así, solemos hablar de la animación stop motion asimilada a metrajes de imagen real. Pero es que hay todo un mundo en el que animar fotograma a fotograma lo ocupa absolutamente todo. La inconfundible personalidad de los incansables Aardman Animations, con Chicken Run (2000), la Oveja Shaun y Wallace & Gromit. El Estudio LAIKA, con Kubo (2016), Boxtroll (2014) o Coraline (2009). Hablando de esta última, hay que nombrar a su artífice, Henry Shelick, también director de las maravillosas Pesadilla antes de Navidad (1993) y James y el Melocotón Gigante (1996). Coraline, basada en una obra de Neil Gaiman (Sandman), bien podría haber inspirado a su vez a la protagonista de chubasquero amarillo del videojuego Little Nightmares.
Y es que el videojuego ha cogido el testigo en varias ocasiones de la animación fotograma a fotograma cinematográfica. Lo ha hecho de forma artificial, forzando la ausencia de frames, para transmitir así el aliento humano que mueve entre bambalinas, segundo a segundo, milímetro a milímetro, las fantásticas criaturas. Tenemos de ejemplo el adictivo Pixel Junk Monsters 2, o la sensibilidad de The Last Day of June, basado precisamente en un videoclip de Steven Wilson con realización stop motion; la humildad de Antventor, o el homenaje directo a la imaginería de Tim Burton y Henry Sellik que es Lost in Random. Por su parte, Machinarium, ya un clásico moderno, parece hacer referencia a la alta relevancia que ejerció la animación desde Europa del Este. Papetura, en influencia, entraría dentro del baremo más experimental e íntimo de aquellas lides, pero no solo de stop motion se alimenta el juego de Petums.
Mundos de papel
Hay otra corriente que abastece las ideas de Papetura, y esto es el papel. Y aquí tenemos igualmente insignes ejemplos que tener como faro, aunque nos fijemos únicamente, en esta ocasión, en lo que nos ha dado el mundo del videojuego. Tearaway, de Media Molecule, aprovechó primero las posibilidades de PS Vita para hacer después lo propio con las de PS4. Con su mundo de papel y sus personajes de papiroflexia, podíamos exportar, desde el juego a nuestra realidad, las plantillas originales para montarnos preciosos dioramas a este lado de la pantalla.
Papetura, como Tearaway, se construye con el mismo material pero, al contrario que aquel, se mueve en 2D con cierta ilusión de profundidad. Y no es mala idea. En un mundo plano el papel puede ser la materia reina. Las versiones interactivas de South Park parecen un remedo exacto de la serie. Los fantásticos y musicales Once Upon a Jester o The Artful Scape se articulan sin plasticidad, como marionetas con antepasados en las sombras chinescas.
Y hablando de tradición y antigüedad, Apocalipsis convierte oscuros grabados del siglo XV en nuestro escenario para el fin del mundo, y The Proccesion to Calvary se sirve de cuadros renacentistas y del estilo caricaturesco que imprimía el americano de los Monty Python, Terry Gilliam, a sketches y secuencias de créditos.
¿Homo Machina? Una rareza, sin embargo, familiar, para los que han estudiado medicina, han seguido ciertas corrientes artísticas surrealistas o vanguardistas, o simplemente peinan canas desde hace mucho. Inspirado en el trabajo del científico Fritz Kahn, se nos muestra el cuerpo como fabrica de las primeras décadas de la era industrial. Ojos que hay que encender, válvulas que hay que poner en marcha para levantar una mano, la trituradora de material comestible que es la boca… Una delicia que se disfruta en vertical (en móvil, pero también toqueteando opciones en Switch).
Otros ejemplos para cerrar el círculo, el español Candle, aventura Point & Click de vistosísimos decorados de acuarela; Nigth in to the Woods, juego indie de autor en el que las figuras y los fondos planos esconcen la profundidad del fracaso social y emocional de las expectativas que se tienen sobre nosotros. O Wandersong, absoluta maravilla de un bardo que se enfrenta a todo en la vida cantando. De tono minimalista e infantil, Wandersong es largo y exprime a consciencia su mecánica: una rueda de sonido para nuestro canto silábico. Menuda delicia, tanto como delicia menuda.
El mundo de Papetura. Piedra, papel, tijera
El juego que nos ocupa se mueve entre ambos mundos. Su protagonista de papel se desplaza, sin fluidez de frames, por preciosos entornos monocromáticos hechos a mano. La luz se muestra desde el principio vital para avanzar en sus peripecias, como lo fue en su momento en la aventura del cine para impresionar el viejo celuloide. Las llamas, las lámparas, las plantas luminiscentes hacen parpadear, en su palpitar, las paredes y rincones en distintos tonos de naranja. La calidez del color pronto choca con el peligro, enfundado en negro. La sombra busca expandir su reino apagando todo rayo de luz, esto es, todo atisbo de esperanza.
Sin palabras, Papetura se expresa con bocadillos, creando un puente con ese viejo amigo plano y de papel que también es el cómic. En comunión con la luz anaranjada, el juego parece buscar al mayor antepasado de ambos: cuevas con paredes pintadas, hace más de setenta mil años, con secuencias de ritos y cacerías, y dibujadas por una ancestral mano humana al calor del fuego primigenio.
Si unos párrafos más arriba comentábamos lo largo de una aventura como Wandersong, poco hay que contar, sin embargo, en los cuarenta minutos que dura de media Papetura. Nos encontramos ante una aventura Point & Click que sabe a mediometraje para los que solo gusten de mirarnos pulsando aquí y allá para resolver los puzles. ¿Es suficiente? Tal vez su increíble música termine por dirigir la balanza definitivamente ante el sí. La tijera corta el papel, pero no es aquí enemiga que vence, sino colaboradora en manos de la imaginación, y de ello, Papetura va sobrado.
Conclusión
Papetura sigue encandilando hoy como en 2021, cuando llegó a PC. Tal vez de las plataformas a las que llega actualmente sea la Switch la más amigable. Su carácter débil, indefenso, de pequeño artilugio lúdico realizado en papel y con técnica centenaria detrás, puede chocar con los grandes monstruos tecnológicos que pueblan PS y Xbox. La duración también es reseñable por sus escasos 40 minutos. Más parecería un mediometraje artesanal que pueden disfrutar tanto los que miran como el que actúa. Papetura es un homenaje al arte de otras épocas, sencillo e íntimo, poniendo el foco (nunca mejor dicho) en la luz que ha posibilitado las historias desde que el hombre aprendió a contarlas. Bienvenido sea.
Lo mejor
- Su dirección artística, única y arrebatadora.
- Su realización, artesanal en un montón de niveles y sentidos distintos.
- Su banda sonora vuela a gran altura, redondeando el conjunto.
Lo peor
- Su duración, que sabrá poco a muchos.
- Esto afecta igualmente al número de interacciones y puzles que implementa.
- Su historia, aunque de tintes familiares, termina resultando demasiado liviana. y anecdótica.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.