Need for Speed Payback
- PlataformaXBO7.8PS47.8PC7.8
- GéneroConducción
- DesarrolladorGhost Games
- Lanzamiento10/11/2017
- TextoEspañol
- VocesEspañol
Need for Speed: Payback, análisis
Una trama de influencias y extorsión da pie a que un grupo de jóvenes forme la mejor banda de toda Fortune Valley. ¿El objetivo? Acabar con la influencia de La Casa por completo. La célebre franquicia de conducción vuelve en este 2017 tras un reinicio de sensaciones dispares.
Han trascurrido cerca de dos años desde que la joven compañía de Electronic Arts reiniciara una de las marcas de conducción por antonomasia. Need for Speed ha vivido en los últimos tiempos envuelta bajo criterios diferentes. Desde la competición seria con Shift, pasando por la excelente mano de Criterion Games en Most Wanted 2012 y Hot Pursuit, hasta la vuelta del mundo del Tuning junto a Ghost Games, padres de la entrega que tenemos hoy entre manos.
Para los seguidores de la franquicia, Need for Speed 2015 tuvo los destellos de calidad de la que una vez fue la reina de la conducción arcade, aunque todavía quedaba mucho margen de mejora. Con Payback, el estudio sigue construyendo sobre dicha base en lo jugable, tomando los parámetros del mundo abierto y todas las características a las que estamos acostumbrados. Como no, todo ello con el envoltorio de una producción de Hollywood: descargas de adrenalina a trescientos por hora al son de la música.
La Casa siempre gana
Need For Speed: Payback nos sumerge en una historia de ladrones y traiciones con el mundo del automóvil como telón de fondo. En esta ocasión, un trío de protagonistas serán los encargados de avanzar en el desarrollo argumental. En primer lugar se encuentra Tyler ‘Ty’, quien lleva la mayor carga narrativa de los tres. Experto del volante, el norteamericano está considerado uno de los mejores pilotos de la ciudad, criado desde pequeño junto a las bandas callejeras que utilizaban sus bólidos como único y principal pasatiempo. Poco después la cámara se centrará en Jessica, ‘Jess’ para los amigos. Policía de vocación, al cumplir los diecinueve años no se le ocurrió otra cosa que tomar prestado un coche patrulla para dar rienda suelta al placer de la conducción. Sus temeridades terminaron con una trayectoria prometedora, aunque confiesa que desde que conoce la otra cara de la ley no echa de menos su antigua responsabilidad. Hoy en día se gana la vida transportando a ladrones de altos vuelos tras dar un golpe.
Por último tenemos al experto de las horquillas: Sean ‘Mac’. Su padre le transmitió la pasión por las cuatro ruedas desde que era un renacuajo. Desde entonces, su vida ha girado en torno a la búsqueda por encontrar el lugar preciso para potenciar todas sus habilidades al volante, por lo que acude a Fortune Valley para ser el amo del derrape y de las rutas campo a través. La unión del tridente es tan fuerte que deciden formar su propia banda con el objetivo de robar a los poderosos sus vehículos más preciados. Es en uno de los golpes de mayor riesgo cuando su contacto, Lina Navarro, les traiciona, delatándoles a la policia justo donde transcurre el intercambio. Esto genera una serie de eventos que nos llevarán seis meses después, con los tres protagonistas desperdigados por todo el valle y dando por disuelta a la banda.
Bajo este pretexto da comienzo el viaje de venganza del trío. Lina resultó ser la líder de la banda con mayor influencia en Fortune Valley, llamada La Casa. Tienen en su haber la mayor red de extorsiones del lugar, y poder en prácticamente todos los estamentos de la ciudad. La policía, cómo no, está también de su parte, así como los casinos, bancos y las competiciones de carreras ilegales. Es en estas últimas donde aún se consideran unos recién llegados. Su hoja de ruta pasa por el amaño de la totalidad de torneos celebrados, repercutiendo así en el negocio de las apuestas. ¿Qué mejor que conocer el caballo ganador antes de la primera curva? Es un negocio de éxito que no deben dejar escapar.
Para conseguir tamaña empresa, fuerza a las bandas de corredores que pueblan las autovías del valle para entrar en su círculo de confianza. Quienes se resisten terminan pagando un alto precio; el resto simplemente se deja encandilar por la billetera. Empezar desde cero e ir escalando progresivamente en este mundo tiene como finalidad alcanzar la carrera de los forajidos, un evento de total importancia para los seguidores de este mundo, el cual reúne a los mejores pilotos en los mejores vehículos del planeta. La cantidad de dólares que mueve semejante ruta no tiene igual en Fortune Valley, y La Casa quiere introducir sus zarpas para agenciarse la victoria sea como sea.
Ahí entra en juego nuestro plan maestro, que pasa por tener asiento en dicha carrera. Si arruinamos el amaño, será tal la cantidad de pérdidas que la imagen de Lina y de toda su estructura quedarán manchadas para siempre. Para ello, debemos demostrar nuestro buen hacer a las otras nueve bandas rivales. Derrotar a sus jefes llamará la atención de los organizadores. El hilo argumental de Need For Speed: Payback es sencillo, una excusa llevada un poco más allá de lo que estamos acostumbrados en la saga. Lo cierto es que la aventura resulta entretenida, directa y dentro de unos estándares correctos. Se agradece lo ameno que resulta en algunos tramos.
El trono del barrio
El desarrollo del juego se divide en misiones argumentales y de enfrentamiento contra las bandas rivales. Las primeras tendrán la mayor carga narrativa, siendo el broche final del capitulo. La mayor parte del tiempo estaremos sumergidos en demostrar nuestra valía con el resto de tribus automovilísticas. Cada una se caracteriza por el campo de conducción que domina. Es decir, unos estarán especializados en el arte del derrape, mientras que a otros solo les interesarán los sprints en línea recta por alcanzar la mayor velocidad punta. Según a quién nos enfrentemos, tendremos que elegir un tipo de vehículo u otro pensado para ese estilo.
Las misiones principales son de lo mejor que hemos encontrado en el título. En ellas nos veremos envueltos en situaciones de lo más variadas; se mezclan la mayoría de tipos de pruebas, incluso saltando entre los pilotos según lo exija la acción. Porque, sí, tal como os veníamos diciendo con anterioridad, los integrantes de la banda de Ty dominan ciertos tipos de eventos. Tyler es el piloto más versátil y será el encargado de los eventos de carrera en asfalto y aceleración. Mac, por otra parte, se encargará de las rutas por el campo a lomos de su todoterreno y de todas aquellas que estén centradas en los derrapes. Por último, Jessica es la líder en logística, además de ser la elegida para conducir cuando hay que lidiar con las fuerzas de la ley.
Derrotar a una banda constará de entre cuatro y cinco pruebas. Tendremos que medirnos contra los secuaces del jefe hasta la última de la cadena, donde nos batiremos frente a frente en una ruta más difícil de lo normal. La única excepción se encuentra en las misiones de fuga, protagonizadas por Jess. La mayoría tratan de luchar contra el reloj dentro de la ciudad, llegando a distintos puntos de entrega de mercancía o simplemente lidiando con los cuerpos de seguridad hasta alcanzar el punto seguro. Las persecuciones en esta vía nos llevarán a experimentar el juego de una manera completamente diferente a la que estaremos acostumbrados. El yugo de las patrulleras nos asfixiará a cada curva, y pese a que la inteligencia artificial sigue sin ser la gran cosa, por momentos nos pondrán en más de un aprieto.
Los adversarios en persecución —solo aquellos que pretendan acabar con nosotros por las malas— cuentan con una barra de salud encima del chasis. Chocar contra ellos o mandarles levemente al quitamiedos irá reduciéndola hasta agotarla por completo. Una vez que ocurra, la cámara lenta se centrará en él para disfrutar con todo lujo de detalles su destrozo contra el asfalto. Es una pena que no contemos con más escenas de este tipo, pues en algunos momentos nos recuerda a las magníficas sensaciones de Burnout. Salvando las distancias, por supuesto. Estas mecánicas no se trasladan al modo libre, donde podremos explorar tranquilamente sin tener presente el posible encuentro con la policía.
Este tipo de estancias jugables, sobre todo en una obra de conducción arcade, relucen un poco más si cuenta con un sistema de físicas contundente. Need for Speed: Payback no se le recordará en ningún momento por ello, pero bien es cierto que se encuentra muy bien trasladada la sensación de contacto entre dos coches. Está muy bien medido en este sentido; un roce lateral provocado por nosotros puede hacer que la fuerza producida se vuelva en nuestra contra, o mandar al contrario lo suficiente para que colisione contra otro conductor que venga en sentido contrario. Este sistema también varía de resultado en función del chasis que manejemos. No es lo mismo un coloso 4x4 que un turismo compacto, y eso se reflejará en el combate cuerpo a cuerpo. De nuevo lamentamos que no se haya potenciado en este sentido, pues daría mucho más juego que una carrera tradicional. Algo más cercano a lo que nos tenían acostumbrados los buenos de Criterion Games.
Placer por conducir
Alrededor de setenta y ocho vehículos estarán disponibles en el catálogo de lanzamiento, todos adquiribles a medida que los desbloqueamos durante el progreso de los capitulos. La lista se nos hace un tanto escasa si tenemos en cuenta lo que podemos encontrar en la competencia. Porsche, BMW, Ford y Nissan son los fabricantes que cuentan con la mayor representación de modelos, algo que viene siendo habitual en la saga, en especial para el segundo, el cual también tiene su protagonismo en varias de las portadas oficiales. Modificar visualmente nuestro garaje sigue presente, con una gama de opciones similar a la encontrada hace dos años. No es muy amplio en opciones, pero podremos tocar prácticamente todo: luces, faldones, laterales… La personalización estética desempeña un papel secundario, pero permanece latente para todos aquellos que quieran experimentar con sus carrocerías.
Al igual que los eventos, los coches también se dividen dependiendo de la modalidades en las que tenemos planeados usarlos: derrapes, aceleración, fuga, todoterreno y asfalto. No todos los vehículos estarán preparados para poder amoldarse a todo el espectro de eventos. Por sus características, un Ford F-150 Raptor solo podrá utilizarse en circuitos que requieran un vehículo todoterreno, mientras que el clásico Chevrolet Bel Air se amoldará a todo lo que le echen. Existen concesionarios para cada configuración anteriormente mencionada, y es que al adquirir uno tendremos que hacerlo directamente para la modalidad en la que tenemos planeado disfrutarlo. O lo que es lo mismo, si adquirimos un todoterreno no podremos cambiarlo posteriormente a aceleración, sino que tendremos que pasar por caja de nuevo para poder tener la variante deseada.
Todos los coches, además de su modalidad, se rigen bajo una puntuación que actúa como la suma total de las características del coche. Cuanto más alta sea, mejor será el coche, y por tanto podrá enfrentarse a las pruebas más duras. La valoración de serie puede aumentarse mediante la colocación de unas cartas conocidas como Speed Cards. Las Speed Cars se distribuyen entre seis componentes clave, clasificándose según su valor, la zona que afecta, el fabricante y los diferentes bonus que puede introducir. Se obtienen de diversas formas, la más sencilla es simplemente ganar una prueba. El resto pueden ser compradas a través de la tienda de tuning o intercambiándose por fichas. Es importante administrar bien nuestra baraja, puesto que pueden darse momentos en los que podremos beneficiarnos de suculentas ventajas si, por ejemplo, equipamos tres de un mismo fabricante.
Need for Speed: Payback no se salvaría de las dichosas cajas de botín. Tendremos a nuestra disposición dos tipos de cargamento diferentes: un modelo básico y otro premium. Ambos pueden canjearse previo pago de moneda virtual, que a su vez se cambia por dinero real y es totalmente diferente a la suma que obtenemos por nuestras victorias. Hay que recordar que durante la progresión natural se nos irá recompensando habitualmente con este tipo de cajas, siendo un mayor porcentaje del básico frente al premium. Su contenido varía entre dinero para nuestras arcas, objetos estéticos y las fichas que mencionamos anteriormente. Dentro de la tienda de tuning podremos utilizar una especie de ruleta para obtener nuevas cartas sin perder dinero, eso sí, utilizando tres de las fichas por tirada. Para dejar la recompensa un poco menos en el aire, se nos dejará la posibilidad de bloquear la opción que más deseamos recibir. Por ejemplo, si queremos un nuevo turbo, podemos dejar bloqueada dicha sección para que solo varíe su valor, las bonificaciones que tendrá y la empresa detrás de él. Afortunadamente no son una barrera que restrinja alguna capacidad del juego, sino que todo puede conseguirse con nuestro hacer.
Jugablemente estamos ante una senda similar a la vivida con el reinicio del 2015. El control por momentos se siente un poco rígido, lo cual se ve acrecentado al explorar el mundo abierto. Necesita de depurado en el futuro para poder tener una experiencia suave. Eso sí, su comportamiento a la hora de derrapar es una delicia. Durante la competición contra las bandas, los eventos de derrape y todoterreno sobresalen por encima del resto en cuanto a diversión precisamente por ello, por la diversidad jugable frente a la monotonía de una carrera o sprint clásico —sin contar, por supuesto, con las persecuciones de Jess—. Quizá los menos ávidos con la quema de rueda en otros títulos se sientan más cómodos con la propuesta de Need for Speed: Payback.
De ello deriva uno de los principales problemas que nos encontramos en el juego. La diferencia de calidad de las misiones principales frente a las disputas contra las bandas es una brecha muy grande. Salvo los eventos mencionados en el anterior párrafo, el resto no dejan de ser los típicos encuentros que encontramos en la media del género. No hay grandes alicientes ni tampoco chicha en cuanto a diseño de niveles para poder disfrutarlo de la manera en la que lo hacemos durante cualquier escena de persecución o curva a derrapar. Con el paso de las horas, las sensaciones de tedio se aumentan. Parecen el típico relleno con el que estirar la duración de forma artificial. Toda la estructura de competición no es igual de homogénea, y eso se nota cuando ya hayamos experimentado todo lo que da de sí el juego —lo cual ocurre pronto—.
Bienvenido a Fortune Valley
El mundo abierto es una de las señas de identidad en las últimas entregas de la saga. Ghost Games no dejaría escapar de nuevo la oportunidad que le ofrece un motor como Frostbite. Nos trasladamos de la estampa nocturna vivida hace dos años a la estepa variopinta de Fortune Valley. Este pequeño rincón ficticio de Estados Unidos se diría que es una representación a pequeña escala de la ciudad de Las Vegas, pero con mayor libertad creativa a su alrededor para poder encajar las cuatro grandes piezas que conforman el puzle. Por una parte tenemos la ciudad de Silver Rock, el área urbana y donde se concentrarán principalmente todas las huidas policiales. Si tomamos la ruta hacia al Norte daremos con Silver Canyon, el hábitat natural de aquellos deseosos de tomar las curvas freno de mano en ristre. En el extremo Oeste encontraremos las mejores pistas de carreras sobre asfalto por toda la estepa de Mount Providence. Nuestro pequeño tour termina justo en el centro del mapa, donde se localiza Liberty Desert. Su llanura permitirá la mayor libertad de movimientos respecto a otras zonas. Solo apto para los corredores que dominen la grava.
En lineas generales rezuma un poco de la personalidad rebelde de Forza Horizon. Ese tipo de libertad automovilística, el tono y la manera en la que se recompensan nuestras acciones al volante son síntomas inequívocos de que parte del buen hacer de Playground Studios reside en la nueva obra de Ghost Games. Además de los eventos de mayor peso, por la ciudad encontraremos diversas actividades a modo de coleccionables con las que estirar un poco más nuestra estancia en el valle. Desde romper carteles publicitarios previo salto, recolectar fichas de casino, descubrir piezas de coches clásicos, establecer una gran velocidad en los radares… Esperábamos un poco más de chicha en este sentido, algún componente secundario de relevancia con el que poder seguir aumentando nuestra reputación como piloto.
Las dimensión del mapa no es excesivamente grande, sino que tiene un tamaño ajustado para que cada una de las cuatro zonas actúe como un recinto independiente. Algunas son claramente mejores, como es el caso de Silver Canyon, pero en otras —véase Mount Providence— no consigue aportar gran cosa al conjunto. Y es que la falta de alma sigue presente, tal como ocurrió con su antecesor. El valle todavía está falto de vida, y pese al buen hacer a la hora de aportar variedad visual, todavía no termina de ser aquel mundo abierto que atrapa con solo unas horas de estancia.
Completar el viaje nos llevará sobre sobre las doce horas de duración si vamos exclusivamente al contenido principal. Realizar todas las actividades secundarias hará que nuestra estancia se prolongue por encima de las veinte horas. Todas las misiones podrán ser rejugadas por completo desde el mapamundi en cualquier momento, y creednos que será necesaria para conseguir las mejores Speed Cards. No tenemos que olvidar el componente multijugador, el cual en esta ocasión pasa bastante desapercibido. El modo en línea nos hará batirnos en duelo contra otros jugadores del mundo en una cadena de pruebas similares a las encontradas en la aventura, con la particularidad de que se mezclarán modalidades en una misma sala. Quienes consigan los mejores vehículos podrán sumarse a las Speed List por rango de habilidad, una manera de mejorar nuestro dominio al volante frente a otros usuarios de nuestro mismo nivel de pericia. No hemos encontrado ningún problema de estabilidad en este aspecto, aunque sí que se hace molesto el volver a tener que pasar por la carga inicial al entrar en dicho modo.
La versión a la que hemos podido acceder corresponde a la de PlayStation 4 Pro. Desde luego no estamos ante un ejemplo de la totalidad de las capacidades a las que puede llegar el motor de DICE en materia visual, pero está a la altura de las exigencias de la presente generación. Desde el estudio se han lanzado a día de hoy un par de actualizaciones que corrigen ciertos defectos visuales en torno a las fallidas cargas de texturas. Todavía sigue presente, pero es de esperar que en próximas fechas se de por zanjado. Aun así, e incluso en el último modelo de la consola de Sony, persisten ciertos problemas de popping. No es nada grave para la gran mayoría de usuarios, pero puede terminar resultando un aspecto que empaña el conjunto, sobre todo en vegetación y carga poligonal a distancia. Los modelados de los vehículos, eso sí, han sido escaneados con las últimas tecnologías para lucir sus mejores galas. Ningún problema en este sentido. La experiencia es nítida y estable en cuanto a frame rate.
El análisis se ha realizado con un código para PS4.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.