El Hades sin Virgilio

Nippon Ichi...es este el nombre de una empresa que la mayoría de amantes de lo japonés conocerán. Durante la nueva generación han sido pocas las empresas que han logrado renombre, y el caso de la muy nipona empresa nipona tiene especial mérito, pues la escalera hacia el éxito dista de gozar del aspecto más lujoso, dado que todos los juegos de estos realizadores tienen un apartado gráfico que se hubiera considerado "normalito" en la PlayStation original. De esta manera, Nippon Ichi ha sido bien acogida no por llenar sus juegos de gráficos impresionantes, acción y violencia a raudales, jugabilidad hiperacelerada y mujeres con fobia a la ropa, sino por buscar en cada una de sus realizaciones algo tan simple como lograr un juego divertido: un sistema de juego interesante y unos diálogos inteligentes y llenos de humor son las fórmulas de esta desarrolladora.

Siguiendo la estela de Disgaea: Hour of Darkness, sin duda su mejor juego hasta la fecha, y el que les dio tan buena fama, Makai Kingdom nos devuelve al combate entre entes poderosos. Lord Zetta es esta vez el gran señor de los infiernos, que ve profetizado en un tomo sagrado el fin de su reino de maldad y pingüinos (sí). Ante tal problema, hará lo que naturalmente todo supervillano magalómano trataría de hacer: puesto que el libro dice esto, voy a tratar de destruir el libro y así no se cumplirá la profecía.

Esta lógica propia de un portero de discoteca o del actual presidente de los Estados Unidos tiene naturalmente consecuencias nefastas, pues la destrucción del libro es el primer hecho para desencadenar la destrucción del reino de Lord Zetta. Por si eso no fuera suficientemente malo, para colmo nuestro antihéroe de quinta mano pierde su cuerpo y, en un intento de salvar su vida, acaba fusionando su alma con la materia del tomo sagrado, resultando tal acción en un curioso libro parlanchín con cara de mala uva. A partir de aquí, el Lord tendrá que preocuparse por recuperar su reino, a través de una historia terriblemente cómica.

Basta decir que, lejos de lo que vimos en Phantom Brave- el último juego de Nippon Ichi- Makai Kingdom apuesta de nuevo por el humor, que es la mejor facultad de esta desarrolladora japonesa. Sin querer estropear los chistes, vale decir que el juego hace otra vez gala del humor negro y extravagante de la empresa japonesa, y que al igual que en Disgaea o La Pucelle, no solamente llegarán a sacarnos alguna que otra sonrisa sus simpáticos diálogos, sino que hay puntos en los que realmente llegaremos a soltar el mando para reir casi hasta ahogarnos.

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Pues, después de todo, entes de aspecto terrorífico pero curiosa esquizofrenia, oráculos cínicos con encantadores ojos rojos, felinos megalómanos hinchados a base de esteroides, potingues de proteinas y la máquina esa que anuncia Chuck Norris son sin duda buenos personajes de partida. Sin embargo, la colección de locos de esta entrega no se antoja tan divertida como la de Disgaea, si bien sigue siendo Makai Kingdom un juego muy cómico.

También ganan algunas escenas donde, al estilo de Phantom Brave, veremos a sprites más proporcionados tras fondos algo detallados, recordando en aspecto a juegos de lucha de Neo Geo: pero nada del otro mundo. Este apartado podría resultar molesto para jugadores que esperen maravillas gráficas, pero el público objetivo de los juegos de Nippon Ichi es quizá el extremo opuesto a lo que denominaríamos "público casual": y es que a pesar de todo, muchos todavía ven estos gráficos retro con buenos ojos, ya que si el juego está dotado de diseños creativos, el aspecto de la vieja escuela le da cierto aire entrañable que no tendrían maravillas poligonales en cell-shading. Sin embargo, la repetición de los esquemas gráficos de Nippon Ichi le resta puntos, y aunque el concepto de los escenarios sea bueno, el pobre apartado visual también implica que una fantástica dirección artística no pueda lucir como Dios manda, o por lo menos como Dios sugiere.

La música del juego es meramente decorativa. A pesar de que hay alguna que otra melodía que llama la atención, por norma general la cosa es meramente un acompañamiento, que no molesta pero tampoco es demasiado emocionante.

Así pues, cada batalla nos situará con Lord Zetta invitando al combate sus compañeros, que al igual que en Phantom Brave pueden llevar en sus manos una enorme variedad de armas, y de nuevo siguiendo la estela de la penúltima entrega de Nippon Ichi, los escenarios no están- como en Disgaea- divididos en cuadrículas, sino que el movimiento es mucho más libre, lo que de nuevo puede causar problemas si demasiados personajes acaban apilados en la misma zona, aunque por fortuna Nippon Ichi ha aprendido de sus errores y estas situaciones no serán tan terribles como las de Phantom Brave.

Las relaciones con Disgaea también son obvias. De nuevo, el juego recupera el sistema de turnos, que ofrece más libertad que las "fases" de Phantom Brave, donde cada personaje se movía según en el orden que marcaba su puntuación en iniciativa. Esta vez, volvemos al "Turno del jugador" y "Turno del enemigo", pudiendo mover en el orden que queramos y como queramos a nuestros personajes mientras dure nuestro turno, algo mucho más cómodo que esas estrategias que nos hacían tejer telarañas en Phantom Brave.

Makai Kingdom, sin embargo, no nos va a permitir recurrir a las tácticas sucias de los otros juegos de Nippon Ichi. Así como en todas las anteriores entregas de juegos de la empresa podíamos entrar en diez mil mazmorras, subir de nivel a objetos a base de combates dentro del "universo del objeto", y todo aquello que nos permitía crear a Superguerreros Cósmicos del Universo de los Grandes Dioses del Dopaje del RPG Táctico, en Makai Kingdom cada intento de crear una mazmorra nueva requiere pagar puntos de maná- que se logran derrotando a enemigos- y cada una de estas mazmorras cuesta bastante de superar.

Por tanto, la posibilidad de subir a los personajes hasta niveles enfermizos para completar las misiones de la historia destruyendo enemigos y jefes a base de "fulminar con la mirada" o "estornudar sobre ellos" queda eliminada: esto nos obliga a concentrarnos en organizar verdaderas estrategias, pues a fin de cuentas, es este un RPG táctico. De esta manera, vamos a tener que concentrarnos en eliminar a los enemigos que supongan una amenaza o puedan llamar a más enemigos, y luego organizarnos contra los demás. Esto supone un especial cuidado que- dado el alto nivel de dificultad de algunas misiones- puede llegar a traer quebraderos de cabeza a más de un jugador.

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Sin embargo, Makai Kingdom incluye además novedades jugables más que jugosas. Un buen ejemplo es la posibilidad de utilizar vehículos en combate. Estos vehículos son invocados como lo son el resto de los personajes, pero esta vez tienen la utilidad de poder movernos más rápido por lo escenarios, y además recibir los impactos antes que el piloto, lo que implica que pueden ser utilizados como escudo para personajes con poca vida. Los diseños son también muy variopintos, e incluso aquí no se ha olvidado el elemento paródico: reminiscencias a los Magitek Armor de Final Fantasy VI, o mechas con nombres familiares, como Gear Metal Lex.

Además, se añade la posibilidad de invocar las llamadas "instalaciones" (Facilities) que tienen como función no solamente albergar a diversos personajes dentro de las mismas, para que todos sean invocados de una vez, sino que añadirán modificadores a todos los luchadores enlazados a esa instalación mientras esta siga en juego. La tercera innovación es la inclusión de áreas secretas que se abren tras la destrucción de un enemigo u objeto determinado: abrir estas áreas requiere su trabajo, pero generalmente lograrlo nos ayuda en combate, gracias a los variados bonus que ofrecen.