Análisis de Lysfanga: The Time Shift Warrior, luchar en compañía de una manera diferente

El pequeño estudio Sand Door Studios debuta con Lysfanga: The Time Shift Warrior, nombres que seguro sonarán a más bien pocas personas, pero cuya editora conocemos todos. Se trata de Spotlight by Quantic Dream, la compañía gala comandada por David Cage y creadora de juegos como Heavy Rain, Detroit: Become Human, y que está enfrascada en el esperado, y del que de momento sabemos poco, Star Wars Eclipse. Pero hablemos del juego que nos ocupa, un pequeño indie que bajo esa apariencia que recuerda irremediablemente a Hades se esconde una propuesta realmente original.

En Lysfanga: The Time Shift Warrior, el tiempo es nuestro mayor aliado, pero de una manera en la que no estamos acostumbrados, si es que lo hemos hecho alguna vez. La base jugable principal, casi única de hecho, es el combate, planteado de una manera muy arcade en el sentido de que podemos repetirlo siempre que queramos para conseguir una mejor puntuación. De hecho, cada batalla no está 100% integrada en el juego, sino que se presenta como un apartado diferente como si de un combate por turnos en un JRPG se tratara.

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Coopera en la batalla... contigo mismo

Antes de cada combate podemos planificar tranquilamente a lo que nos enfrentamos, algo que si bien al principio no es muy necesario y podemos tirar de improvisación, durante el transcurso del juego se antoja imprescindible. Y es que si bien disfrutamos de unas mecánicas típicas de hack & slash, también hay mucho de estrategia. Ahora bien, ¿cómo se lleva a cabo esto?

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Echamos un vistazo a la arena y a los enemigos que se nos plantea, y comenzamos a dar cuenta de ellos durante un tiempo limitado. Tras terminar esta cuenta atrás, volvemos a hacerlo, pero descubrimos que el “fantasma” de la run anterior ya está eliminando a nuestros rivales (aquí llamados Raxes), algo que se repite una tercera ocasión, al menos al comienzo del juego, ya que más adelante tendremos la posibilidad de crear aún más clones.

En definitiva, se trata de cooperar con nuestros propios clones para salir victoriosos, ya que no todo es matar sin ningún sentido, porque algunos enemigos requieren de mecánicas concretas. Algunos armados con escudo necesitan ser golpeados de frente, sin sufrir daño, para con el siguiente clon golpearles por la espalda. Otros, enlazados, deben ser eliminados al mismo tiempo. También los hay que al ser derrotados, se desplazan unos metros para terminar explotando, algo que podemos usar en nuestro beneficio y poder de esta manera dar cuenta de unos cuantos a la vez con esa onda expansiva. Sin embargo, también hay puzles basados en el entorno, como puertas interconectadas que, al pasar por una, se cierra otra.

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Por suerte, a lo largo y ancho de la aventura conseguimos habilidades diferentes que no solo nos facilitan la vida, sino que aportan una variedad que de otra manera, no existiría, ya que las posibilidades de ataque son, por otro lado, muy limitadas.

Por ello, consideramos que Lysfanga: The Time Shift Warrior nos plantea una propuesta peculiarísima que no hemos visto antes, algo por lo que hay que darle el crédito que merece, aunque no por ello el juego está exento de carencias. Cuando decimos que se basa, sobre todo, en el combate, es porque practicamente deja atrás cualquier otra mecánica, y echamos de menos una mayor profundidad en la exploración. A nivel artístico el juego raya a un nivel notable, pero perderse por los entornos no tiene mucha más recompensa más allá de encontrar items puntuales para poder aumentar la cantidad de clones que podemos tener en liza. No es algo baladí, en absoluto, pero nos hubiera gustado que a nivel narrativo tuviera aún más peso para poder descubrir más sobre el lore del juego, que dicho sea de paso, es bastante extenso. Sin embargo, estamos “obligados” a explorar para solo encontrar los potenciadores que hacen que podamos aumentar la cantidad de clones, ya que si no lo hacemos, seguramente lo paguemos más adelante.