Hudson retoma su indisociable relación con Nintendo por medio de Kororinpa, híbrido entre Marble Mandess y Super Monkey Ball. Con un planteamiento sumamente sencillo basado en el uso del Wiimote, el título que nos abarca llega con la intención de encabezar la incipiente tendencia de títulos 'excéntricos' en Wii. Desde que fuera fundada, lejos de invertir su capital creativo en superproducciones estelares, Hudson se ha obcecado en ofrecer al gran público títulos simplistas, cuyo potencial para divertir se basa en planteamientos sumamente sencillos y adictivos. Con esta filosofía como premisa, la compañía nipona ha mantenido a su público pegado al pad durante casi dos décadas y diversas generaciones, en las cuales el buen hacer de la compañía ha dado lugar a series verdaderamente carismáticas como la antológica (al menos, hasta su más reciente entrega) Bomberman o la inefable Mario Party, indiscutible referente entre los títulos multijugador 'machacabotones'. Teniendo en cuenta las innegables virtudes jugables de la emergente Wii, ¿Cómo no esperar una nueva propuesta de esta índole por parte de Hudson?; Conceptualmente hablando, no nos encontramos ante un nuevo exponente de originalidad, pues Kororinpa comparte la simplicidad de su objetivo con el prístino Marble Madness - publicado en 1984- o el reciente SuperMonkey Ball aunque con diversos matices jugables. Al igual que en la entrañable saga de simios en pelotas, nuestro casi primitivo objetivo no será otro que el de conducir una bola desde el comienzo hasta el final del escenario.
El principal rasgo distintivo de Kororimpa con respecto a los títulos de Sega es que tomaremos el control del escenario en lugar del de la propia bola. Así pues, se invierte la mecánica y, haciendo uso del Wiimote, nuestro principal cometido será voltear, rotar, controlar e incluso invertir la inclinación de los distintos tableros (presentados, muchos de ellos, en forma de intrincados laberintos) para conducir la bola al objetivo. Huelga decir que, para darle al desarrollo un ápice de complejidad, nuestro paso por el punto de llegada estará vetado hasta que recojamos todas las gemas que pueblan el mapa (he aquí un nuevo similitud con Marble Madness, donde los enemigos sustituyen a las gemas) . La dispar distribución de las gemas por el escenario nos obligará en ocasiones a recorrer el mapeado punta a punta sorteando sus innumerables obstáculos, lo cual desafiará nuestra peripecia con el Wiimote. La dificultad para obtener estas gemas irá aumentando progresivamente con cada escenario, llegando a convertirse en una ardua labor que nos obligará ocasionalmente a reiniciar el nivel y volver al punto de partida (aunque conservaremos todas las gemas recolectadas hasta el momento) He aquí el atractivo jugable de Kororinpa, que se sustenta sobre el diseño de escenarios y la capacidad de Hudson para obstaculizar nuestro cometido. En este ámbito la desarrolladora nipona parece haberse desenvuelto con soltura, ya que encontraremos obstáculos físicos de todo tipo gracias a la variedad temática e imaginación empleada en la creación de los escenarios. Savia de árboles y agua nos ralentizarán en las fases forestales, muros de caramelo detendrán nuestro paso en una gigantesca tarta, largos y vertiginosos toboganes nos confundirán en las zonas más enrevesadas, mientras que en las aparentemente sencillas irrumpirán elementos externos con el fin de dar un vuelco a la ruta aparentemente preestablecida.
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El acabado visual de Kororinpa es ciertamente sobrio y simplón, y parece innegable que Hudson ha afrontado este apartado con cierta desidia. La desarrolladora no ha invertido cierto esfuerzo en sacar mayor provecho del incomprensiblemente denostado hardware de Wii, y ni siquiera ha incluido soporte para 480p (modo EDTV). Sin embargo, -al igual que sucede con la plataforma de Nintendo- en su defensa puede alegarse que en un título de estas características no requiere un derroche cualidades técnicas, pues centra su potencial en el ámbito jugable. Aunque eso sí, su discreto apartado gráfico sólo será justificable si se compensa con cantidad de escenarios y calidad en sus diseños. De su pobre apartado técnico, la pobre presentación de sus menús, y el limitado número de opciones se deduce que Hudson tal vez Hudson debería yhaberse tomado más tiempo en el desarrollo de Kororinpa. Sin embagrgo, y obviando estas carencias, Kororinpa supone una más que atractiva propuesta para la revolucionaria Wii, y podría convertirse en un referente dentro de esta incipiente corriente de títulos simplistas basados en exprimir las capacidades del Wiimote.
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