Las noches de Tokio

Import Tuner Challenge llega a Xbox 360 de un modo bastante discreto. Poco se ha hablado de este juego hasta la fecha, y poco se sabía de él más allá de su aparición en listas de lanzamiento y alguna que otra noticia ocasional. Casi sin darnos ni cuenta, el título ha salido al mercado, y a la hora de analizarlo nos hemos dado cuenta de que, tal vez, no sea el título que algunos se esperaban.

Como su propio nombre indica, nos veremos sumergidos en el mundo de las carreras urbanas ilegales, en el mundo del tunning y los coches preparados. Sin embargo, el juego resulta bastante más limitado de lo que a priori podría parecer, y queda lejos de la oferta de grandes títulos que ya han visto la luz en Xbox 360, por lo que, sin ser un mal juego, no llega muy lejos en su objetivo.

La principal comparación que se puede hacer nos lleva en un viaje en el tiempo hasta la época de Dreamcast y el inicio de la saga Tokio Xtreme Racer. Y es que la idea es más o menos similar, lógico tratándose de un título que es heredero directo de la franquicia, ofreciendo competiciones contra vehículos que circulan por las carreteras de Tokio, buscando lograr la distancia suficiente como para poder proclamarnos ganadores.

Dentro de lo que es el Quest Mode, empezaremos con una cantidad determinada de dinero a gastar, con la que deberemos comprar nuestro vehículo. No obstante, es importante no gastárselo todo en la máquina, ya que posteriormente podremos 'tunearla' a nuestro antojo, con una amplia gama de mejoras de todo tipo, ya sean del motor, o simplemente de carácter visual, que resulten atractivas desde el exterior.

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Cómo distribuyamos nuestro dinero al inicio puede ser crucial para el desarrollo de la partida, ya que si no conseguimos tener un vehículo competente, tendremos muchos problemas para conseguir hacernos con un nombre en las calles de Tokio. En este aspecto, el juego está bastante desequilibrado y, hasta cierto punto, mal llevado, ya que no consigue ofrecerle al jugador una experiencia de juego ideal.

Podemos vagar por las carreteras de Tokio libremente, eligiendo la zona de la ciudad de la que queremos partir y en qué dirección hacerlo. Si, viajando de este modo, nos encontramos con otro vehículo, podremos retarle a una carrera, que comenzará en ese mismo instante. Otro modo de hacerlo es yendo a los garajes, donde elegiremos a nuestro rival, personajes sin cara, que nos dejan el mal sabor de boca de que sus siluetas negras podrían haberse rellenado con diseños con algo de vida.

Una vez nos enzarzamos en una carrera, nos damos cuenta de la importancia de la potencia de nuestro coche, ya que sino, enseguida habremos perdido contra nuestro rival sin haber tenido tiempo casi a darnos cuenta del inicio de la competición. Además, el título llega a ser realmente exigente, y podemos estar haciendo una carrera perfecta sin conseguir alejarnos de nuestro oponente, y al mínimo error pagarlo con la derrota.

Cuando estamos en carrera aparecen en la parte superior de la pantalla dos barras, una de cada vehículo, que indican la situación de la carrera. El distanciamiento entre los coches, los choques y otras situaciones problemáticas, irán menguando la barra del que lo sufre, y cuando una de las barras se vacía, la carrera ha terminado. Si estábamos en un garaje, seremos humillados, y si era contra un vehículo que pasaba a nuestro lado y retamos sin más, seguiremos en la carretera como si nada hubiese pasado.

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Por supuesto, perder carreras no es beneficioso, ya que no conseguimos dinero para mejorar nuestro vehículo o comprar otros superiores. El truco radicará en empezar desde lo más básico e ir creciendo poco a poco. Un turbo a tiempo puede ser la clave de una victoria, y lo cierto es que la IA de nuestros posibles rivales no es nada especialmente llamativo, así que con el tiempo aprenderemos a no vagar sin más por los escenarios y a desarrollar estrategias.

El juego se desarrolla de noche, y los tres horarios que podemos elegir se dividen entre tres franjas horarias nocturnas, por lo que no podemos gozar de grandes efectos de luz más allá de las lámparas de las calles y las luces de nuestro propio coche. Un gran punto a favor del título, que agradará a los aficionados, es la gran cantidad de posibilidades para tunear el coche a nuestro antojo.

Sin duda, en este aspecto destaca sobre los demás, dado que toda la cultura 'tunning' se ve perfectamente representada, y los más doctos en la materia sabrán cómo preparar de la mejor manera posible su coche, además de poder adornarlo al gusto. Luces de neón en los bajos, distintos tubos de escape, puertas que se abren en vertical... la cantidad de opciones es bastante destacable.

En el apartado sonoro es donde más pincha el juego, sin duda, con unas melodías para olvidar y efectos sonoros bastante poco elaborados. El ruido de los vehículos y de los choques son poco creíbles, y el sonido del roce con una valla de contención es idéntico a 40 que a 140 km/h, lo cual provoca un cierto desconcierto en el jugador.

La jugabilidad, pese a no ser del todo mala, le falta un toque por pulir para que fuese todavía mejor. La gran mayoría de las carreteras son rectas, de modo que es fácil chocar sin querer nada más tomar la primera curva que puede aparecernos, por no mencionar lo incontrolable que se vuelve el coche al intentar hacer un giro bien realizado, aunque no vayamos a velocidades muy elevadas.

En cuanto a su duración, el título puede ofrecer tanta diversión como el jugador quiera, todo depende de las metas que uno mismo se proponga. Si el Quest Mode se queda corto, tenemos los clásicos Time Attack, o Free Race, que si bien no ofrecen muchas novedades, dotan de cierta variedad al título. Sin olvidarnos la opción de jugar VS contra un amigo o de jugar a través de Internet, con un servicio que funciona realmente bien, pero que goza todavía de pocos usuarios conectados, por lo que no pudimos disfrutar de verdaderas carreras todavía.

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