Escape from Bug Island
Un juego lleno de termitas
Escapar de una isla plagada de bichos puede ser una tarea prometedora y con pinta de divertida. Pero esta vez no será así, el survival horror pasa a un ángulo cómico, patético en su concepción y paupérrimo en su estructura. ¿Te atreves a adentrarte? Hay que tener muchas ganas
Hace años los survival horror se introdujeron en una tónica común que sirvió de guía a todo lo que aparecía en aquella época. El primer Silent Hill, Resident Evil 2 y 3, Dino Crisis o Alone in the Dark llenaban las estanterías con una jugabilidad, sistema de cámaras y estructura dramática bastante similares. Pero eran otros tiempos, ahora han pasado 8 ó 9 años y recordar los principales defectos de aquellos juegos juntándolos en uno no es, de ninguna manera, una buena opción para un título de una consola actual.
Escape from Bug Island, pese a su popularidad friki, es un juego plagado de termitas jugables, gráficas, argumentales y de presentación. Los bichos con que nos encontramos a lo largo de la aventura sólo conseguirán mojar algún que otro pañal, pues su sencillez visual y su animación nula no asustarán a nadie con más de 4 años y los hacen parecer el decorado en cartón-piedra de la más barata atracción de feria.
¿Escape?
El juego comienza cuando tres compañeros que no se sabe muy bien qué son ni qué hacen aquí desembarcan en Bug Island. La chica, Michelle, responde al cliché de niña tontita que vuelve locos a los hombres. Mike y Ray ya no se pueden considerar ni clichés: son dos personajes insoportables, para nada carismáticos y que lo único que parecen buscar es encandilar a su compañera de viaje. Ya en la primera conversación se pone de manifiesto las distancias ambos, los valores de estos dos varones y la sensación de estar ante una exposición absurda.
Los vídeos están doblados al castellano, cosa que agradeceríamos si no fuera por sus pésimas sonorización, sincronización y labor de locución. Pero los diálogos, redactados de manera algo superficial, los tendremos que seguir casi siempre con subtítulos y un silencio sorprendente mientras vemos las repetidas y simplonas animaciones de los personajes al hablar.
Pues bien, jugaremos en el papel de Ray, chico rubio, guapete y sin arma de fuego, a diferencia de su compañero. Ray comenta a Mike que en esta primera noche junto a Michelle le va a comentar que "quiere salir con ella". Por la noche, el incongruente Mike se le adelanta y se la lleva a dar un paseo tras formularle la misma insípida pregunta. ¡Qué románticos ellos !
Como era de imaginar, ambos se pierden en la arboleda y justo ahí comienza el juego, igual de predecible a lo largo de las escasas 10 horas que durará. Nuestros primeros pasos como Ray (sin contar el tutorial opcional), nos muestran una isla desierta, llena de niebla y uniforme en sus paisajes. Los primeros enfrentamientos esporádicos contra pequeños insectos se nos presentan mediante vídeos y nada parece tener mucho sentido. Tampoco lo tendrá una vez acabado el juego. Las referencias a las series y al cine B son bastante explícitas. Aunque aún nos preguntamos por qué se llama "Escape from " cuando el objetivo es adentrarse en la isla más y más.
Niebla por áreas
En su aspecto gráfico, Escape from Bug Island recuerda a juegos de Nintendo 64 o, como mucho, a las primeras pésimas andadas de PlayStation 2. Una niebla constante distribuida en áreas cuadradas dibuja el escenario en que nos movemos y el poco espacio que rodea al personaje. La carga poligonal de los escenarios es mínima y las texturas y colores son bastante mediocres. El diseño de los personajes, levemente más trabajado, no deja de encajar en los sobrios escenarios.
Las animaciones de los personajes, enemigos y entornos tampoco se salen del nivel medio mostrado por el título. Por ejemplo, las primeras mantis gigantes que nos encontramos y las continuas larvas que corretean por el suelo utilizan un sistema de movimiento basado en la vibración de su propio cuerpo y ciertos balanceos de sus patas. Así de simple, ¿cómo va a dar miedo semejante maniquí de píxeles estáticos?
Con respecto a los efectos visuales hay dos vertientes: el efecto lumínico de la linterna, bastante conseguido y con un comportamiento realista; y los efectos de humo, agua, gas, sangre, etc. que con una pixelación considerable tienen una apariencia irreal, poco sólida y para nada vistosa.
Con respecto al apartado sonoro no hay ninguna alabanza que podamos hacer. El doblaje, como ya hemos dicho, peca de simple, desencajado y artificioso. Las músicas son sencillas, sin demasiados instrumentos ni matices melódicos. Y los efectos de sonido son lo necesariamente variados como para no echarnos, deprimidos, las manos a la cabeza, forman un catálogo aceptable.
Control y sistema de juego
Con Wiimote y Nunchuk, el manejo de Ray a través de la isla presenta nuevas formas adaptadas al mando de Wii. En cualquier momento, y de manera imprescindible al utilizar armas arrojadizas, podremos pasar a una vista en 1ª persona pulsando el botón A. Con B dispararemos los proyectiles y golpearemos con las armas blancas que llevemos equipadas. El puntero se utiliza para los disparos de los primeros y algunos leves movimientos del mando para atizar a los enemigos con los palos, lanzas, machetes y barrotes que encontraremos por la isla.
El manejo de Ray es a través del joystick y ciertas combinaciones de joystick más movimiento del Nunchuk o el Wiimote. Para andar en una dirección hay que colocar al personaje mirando en esa dirección y entonces pulsar hacia arriba el joystick, muy al estilo de los antiguos survival horror. En el menú podemos acceder al inventario de objetos de nuestro personaje y a su equipo. Casi todos los objetos del inventario serán para restablecer nuestra salud, tarea que haremos continuamente pues es fácil perder vida pero también es muy fácil recuperarla debido a la enorme cantidad de ítems curativos que hay esparcidos por los repetitivos escenarios.
La dificultad del juego no es demasiado alta aunque hay momentos realmente agobiantes y desequilibrados. En muchas ocasiones, un enjambre de larvas puede ser más peligroso que un enorme gorila, o un grupo de mantis gigantes. Es especialmente difícil aniquilar con comodidad a los insectos pequeños, a los que son más pequeños y rápidos que el protagonista. Además, hay criaturas que sólo pueden ser aniquiladas con proyectiles, lo que nos obligará a pasar a la torpe cámara en primera persona en mitad de algunos combates, recibiendo casi seguro algún golpe mientras colocamos en la posición correcta el puntero. Muy injusto.
El sistema de juego es bastante lineal. Es cierto que se deja explorar libremente al jugador las áreas, pero nunca sobrepasaremos unos estrechos límites y dichas tareas de exploración pierden toda su apetencia ya que los escenarios son siempre iguales y no contienen ninguna curiosidad ni sorpresa. El desarrollo de la trama se va guiando por vídeos y misiones consecutivas, en las que al final se hace un recuento de enemigos aniquilados, tiempo trascurrido, objetos recogidos, etc.
Los enemigos y armas sí que son más variados. La isla, a medida que avancemos, estará más llena de estas criaturas, llegando momentos en que nos volveremos totalmente locos ante tanta fauna y la mejor opción será echar a correr. Los jefes finales no brillan por su inteligencia artificial ni diseño, pero funcionan bien, son sencillos y no demasiado largos. Con respecto a los puzzles, algo muy usual en este género, no hay prácticamente ninguno. En ciertas ocasiones, existen eventos que dan cierta variedad a la repetitiva dinámica general del juego, pero nunca encierran una dificultad o emoción considerables.
Escape from Bug Island sólo tiene un modo de juego, no tiene extras ni modos para más de un jugador. Al principio se puede elegir la dificultad de la partida y si se querrá colocar el Nunchuk en la mano izquierda o derecha. El sistema de guardado está demasiado disperso durante el juego, sólo podremos salvar la partida al acabar las misiones y en ciertas casetas perdidas por los mapas.
Conclusiones
Un escape debe ser un abandono, un acto de salir. Escape from Bug Island es una vuelta a los survival horror más clásicos, pero tratado de manera chabacana y sin causar terror alguno. El argumento flojea desde el principio, la dinámica jugable se hace extremadamente repetitiva y las insípidas criaturas que no paran de aparecer sólo pueden causar lo que están causando, que el juego sea considerado como una de las grandes frikadas del mundo de los videojuegos actuales.
Su apartado gráfico es inaceptable, el manejo mediante los mandos de Wii está bien adaptado pero falla en algunos sentidos, y el sonido pasa totalmente desapercibido pese a contar con doblaje al castellano. Esta isla de bichitos debe ser desinfectada, aunque, si no se tienen demasiadas ganas, es casi mejor dejarla como está, plagada de termitas y monstruosidades varias.
Mediocre
Podía ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con él quedará archivado en la estantería para no jugarlo nunca más. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.