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Dying Light: The Following

Dying Light: The Following

  • PlataformaXBO8PC8PS48
  • GéneroAventura, Acción
  • DesarrolladorTechland
  • Lanzamiento09/02/2016 (PC)12/02/2016 (XBO, PS4)
  • TextoEspañol
  • VocesEspañol

Dying Light: The Following, análisis

Expansión del juego de Techland que aporta novedades jugables como la presencia de vehículos y más zombis que aniquilar. Ya disponible para PC, PS4 y Xbox One como expansión (19,99) o formando parte del pack Enhanced Edition con el juego original.

Dying Light fue uno de los primeros juegos destacados del inicio de año pasado. Un título creado por Techland que seguía la estela de lo que habíamos visto con Dead Island pero que ofrecía muchas características propias a tener en cuenta. Y la fórmula de aventura en primera persona, supervivencia, plataformeo tipo parkour y posibilidad de jugar en cooperativo cuajó entre los aficionados. La trama de Kyle Crane, además, ofrecía algunos momentos argumentales interesantes. Un año después, la compañía ha decidido tirar la casa por la ventana y lo que tenía que ser un DLC se ha convertido en una expansión que multiplica por dos la experiencia Dying Light. The Following, yendo al grano, sirve para: quienes disfrutaron de Dying Light y se quieran adentrar en un nuevo mapa casi tan generoso como el juego original; si no se llegó a adquirir del juego hace un año, ahora es el momento ideal con Enhanced Edition y el pack completo.

La trama nos ubica en una zona paralela a la que vivimos en el juego original. Aunque The Following se juega con el personaje que tenemos mejorado y equipado del título original, son dos tramas totalmente distintas y no podemos conectar “los dos mundos”. Eso sí, es importante tener desarrollado a Crane antes de adentrarnos en El Campo, ya que desde la segunda misión, sin cierto equipamiento es complicado avanzar. En todo caso, la historia empieza cuando la banda del protagonista rescata a un hombre que en medio de los delirios habla de un lugar en el que los humanos son inmunes a la infección de los zombis. Decidimos ver qué hay de cierto en eso y nos trasladamos a un sitio que parece, efectivamente, especial. Diferente.

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Lo primero que sorprende de la nueva ubicación es la gran cantidad de zombis que encontramos poblando el escenario. El número es muy generoso y hace que incluso con un personaje ya ágil y con resistencia (nuestro Crane ha superado The Following tras haber completado la campaña principal de Dying Light) tengamos que tener cuidado porque siempre hay algún infectado al acecho.  Llegaremos a un refugio donde se nos invita a que volvamos por donde hemos venido. Pero entonces, ayudando a un par de personas (la primera recuperando un Buggy que será clave en la jugabilidad de la expansión) empezaremos a tener relación con los habitantes de la zona.

Y de esta manera, en poco rato, se presentan los dos conceptos que marcan la diferencia en este The Following. El primero es el Buggy, uno de los pocos vehículos que todavía funcionan. Lo robaremos de una banda de delincuentes y se convertirá en nuestro mejor amigo. El mapa de la expansión es enorme para recorrerlo a pie y hay misiones, como una inicial en la que tenemos que cerrar una válvula que está al quinto pino, que nos exigen llegar a estos puntos con el vehículo. Por como es el terreno, por la distancia y a veces incluso por el tiempo limitado que tenemos. El control se ajusta perfectamente al mando y tiene una respuesta precisa a la hora de frenar, girar en el último momento y demás.

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El buggy es la clave de todo. Con él nos transportamos, con él arrasamos enemigos embistiéndolos, dejando trampas que antes dejábamos a pie o llamando la atención de colmenas de zombis. Y con él tenemos que sobrevivir. Si vamos chocando con zombis como si estuviéramos en un Carmageddon veremos como se nos estropea alguna parte del vehículo y tendremos problemas graves. De la misma manera que tenemos que saquear cuerpos, cofres y edificios para conseguir recursos para crear nuestro propio equipo, en esta ocasión tocará hacerlo con los vehículos abandonados. Tornillos, amortiguadores… todo lo que pueda servir para reparar las partes del coche maltrechas. A medida que avancemos iremos equipando nuevos elementos (incluido lanzallamas) que harán más resistente y útil al Buggy, además de poder hacer cambios cosméticos.

Una de las mecánicas más poderosas del juego es la gestión del Buggy tanto por su durabilidad como por la gasolina que consume. Aquí no sobran armas ni munición, por lo que tampoco vamos sobrados de combustible. Cuando estás con el indicador bajo mínimos, te detienes ante dos vehículos y ves que no puedes coger gasolina de ellos te das cuenta que es mejor prevenir antes que curar cuando empezamos una misión. Es como si muchas de las mecánicas que tenía Dying Light se hubieran volcado en el Buggy, dando como resultado una experiencia diferente a la del juego original y con una tensión y ritmo en muchas ocasiones brillante.

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El otro gran concepto que marca la diferencia en el juego es la manera de afrontar las misiones. Queremos saber porque no hay infectados, y profundizar en lo que parece ser “la fe” de una tal “Madre” que regenta a los habitantes de la zona. Pero los NPC son desconfiados de los desconocidos, y tenemos que labrarnos un nombre dentro de la comunidad. Conoceremos diversas localizaciones con tablones de anuncios con misiones de todo tipo. Cazar un monstruo que está malbaratando recursos, encontrar personas desaparecidas, limpiar una zona de enemigos durísimos. Cada misión tiene recompensas (dinero y experiencia) y un nivel de dificultad que se nos indica en la descripción.  Hay enfrentamientos con ciertos enemigos que no desvelaremos que son una auténtica odisea de superar por muy bien preparados que estemos.

La sensación de ser el chico de los encargos se intenta diluir en parte con muchas misiones en las que sí, tenemos que llegar a cierto punto, pero una vez allí nos toca explorar. Esto ya sucedía en Dying Light pero aquí está más presente, algo que se agradece. Por desgracia, no todo son buenas noticias y una de las propuestas jugables más imponentes del juego original queda difuminado y casi inexistente en esta entrega: el parkour. El uso del Buggy se debe a un cambio de planteamiento del mapa, mucho más amplio y con un horizonte visible en lugar de enormes edificios. Y eso hace que tengamos un sistema de plataformas, agarres y saltos de un lado para otro mucho más limitado y casi anecdótico. En el modo multijugador la presencia de Buggies le aporta un toque distinto al competitivo del juego, aunque sigue sin ser una de sus grandes bazas.

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Por último destacar que hay algunos errores de la entrega original que se mantienen en esta. Entre ellos está la IA enemiga. Los enfrentamientos con ciertos humanos no son todo lo satisfactorios que nos gustaría, y seguimos viendo como se cubren en lugares aunque no estén a salvo, no reaccionan ante acciones como que les caiga una granada a dos metros y no son los más agresivos del mundo en situaciones en las que nos podrían machacar. También es cierto que con el concepto de vehículo, navegar por la noche en medio de este escenario es mucho más sencillo. En Dying Light cuando caía el sol podía ser una odisea llegar a los refugios en medio de edificios, calles estrechas y zombis al acecho. Aquí esto acaba siendo mucho más liviano (aunque recordad que nos perdemos el doble de experiencia).

8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.