Una expansión con poca garra

Aunque Gauntlet es el 'padre', con los debidos respetos a quién corresponda, de los juegos de acción y rol para ordenador, lo cierto es que para una gran cantidad de público aficionado al género del mata-mata los títulos como Dungeon Siege son considerados de 'tipo Diablo'. Si un mérito puede reconocérsele al título de Blizzard fue no ya que popularizara sino que masificara los dungeon crawlers fidelizando a gran cantidad de seguidores a sus juegos e introduciendo a muchos otros en los action RPG.

A la sombra de Diablos y de los no menos importantes (y más roleros) Baldur's Gate han crecido infinidad de títulos que con mayor o menor fortuna han intentado hacerse un hueco en el mundillo, ya sea en PC o en consola. El reciente Titan Quest, por poner un ejemplo, es la más clara muestra de que siguen surgiendo ofertas que van aportando su granito de arena a un género que ni tan siquiera sus más fervientes fans, como este redactor que suscribe, son capaces de generar tanta adicción.

Era cuestión de tiempo que Gas Powered Games sacara una expansión a su Dungeon Siege 2 tras el gran juego que fue durante el año pasado, creado por el incombustible Chris Taylor. Aparte del bonus de contenido se han añadido algunas novedades jugables, aunque pocas, pero el corazón del juego sigue siendo el mismo que en el juego original, del que ya publicamos un extenso análisis de 9 páginas en su momento. Hay que admitir que en términos globales la expansión nos parece algo floja, sin llegar a la altura de lo que esperábamos sin dejar de ser simplemente correcta.

Tras aniquilar a Valdis al final del anterior capítulo y causando con ello el segundo cataclismo, la oscuridad se cernió sobre Aranna y varios monstruos surgidos de las profundidades del averno han aprovechado la ocasión para hacer de las suyas en un mundo ya de por sí bastante castigado. El grupo parte en la búsqueda de un mago negro malvado que nos traicionó en el pasado y que al parecer está detrás de todo este lío. Y claro, de camino tendremos que eliminar a montones de sus compinches.

Esta es básicamente la excusa para continuar la campaña donde terminamos la anterior, con un argumento bastante convencional que sin embargo parece estar cogido con pinzas. Da la sensación de que tanto la historia, que al fin y al cabo suele ser un mero trámite, como parte de las novedades encajan poco dentro de lo que es Dungeon Siege y suenan demasiado a sidequest que no a nueva campaña para mantenernos enganchados al juego durante alrededor de 12 horas más, que es lo que dura 'Broken World'.

Las novedades principales se centran en la inclusión de una nueva raza, los enanos, y de dos personajes multiclase: el Fist of Stone (puño de piedra) y el Blood Assassin (asesino de sangre). Interpretar a un enano en Aranna es sentirse como Gimli en El Señor de los Anillos, ya que será exclusivamente el único miembro de esta raza que contemplaremos en el juego original, algo que resta algún entero a la línea de continuidad argumental, cosa que se explica en el juego como que raramente se encuentran en la Aranna oriental.

Los enanos son una raza históricamente fuerte en el cuerpo a cuerpo y que como añadido poseen habilidades mágicas de comunión con la tierra. De forma pregenerada ya viene un enano listo para usar como Fist of Stone; los jugadores de esta clase serán predominantemente guerreros de melee con alguna habilidad de magia natural que les ayude a curarse de las heridas o bien a producir ataques de área. Pueden llevar grandes cantidades de armadura e incluso según las circunstancias son guerreros y magos naturales de soporte.

Los Blood Assassin son también una opción interesante, aunque de origen no son nada más que un ranger modificado. A altos niveles son probablemente la clase que más daño puede llegar a hacer de un solo golpe (no daño por segundo) ya que la mayoría de sus habilidades mágicas están enfocadas a tal efecto, ya sea instantáneo o en habilidades de tipo 'DoT' (Damage over Time) gracias a sus técnicas de runas. Requiere algo más de micromanejo que la mayoría de las otras clases, lo cual personalmente nos gusta.

Gas Powered Games ha dotado a Broken World del contenido habitual en una expansión, añadiendo multitud de nuevas recetas de reactivos, arcos, espadas, armaduras, equipamiento épico específico para cada clase, sufijos y prefijos mágicos nuevos que añaden otras habilidades al equipo… también ha ampliado el número de conjuraciones automáticas añadiendo dos huecos más (para aquellos que los usen, claro), dos mascotas nuevas… y poco más.

Para jugar a la expansión es requisito imprescindible poseer el juego original, y en el caso de poseer grupos existentes en la anterior campaña podremos importarlos a nuestra partida. En el caso de no querer hacerlo siempre podremos empezar de nuevo desde el inicio pudiendo usar tanto el material y equipo adicional como también la nueva raza o cualquiera de las dos clases. En caso contrario los jugadores serán subidos a nivel 39 para compensar el incremento de dificultad y por un módico precio podremos re-aprender nuestras habilidades.

Una vez jugando la expansión uno puede encontrarse lógicamente con más de lo mismo, pero lo cierto es que hay muy pocas razones que empujen a alargar el juego 12 horas más. Precisamente una de las buenas características que reconoce todo seguidor de Dungeon Siege era su diversidad de paisajes, su buen hacer a la hora de escoger localizaciones, de recrear diversos ambientes… todo eso se pierde en buena parte en Broken World, con una terrible falta de inspiración en su diseño artístico que no está a la altura del original.

A pesar de la repetición de los modelos y texturas y de la poca originalidad en el diseño de escenarios, lo cierto es que Broken World sigue siendo puro espectáculo de luces y efectos visuales. Prácticamente hay en todo momento alguien haciendo algún tipo de magia y la verdad es que visto desde fuera todo resulta muy vistoso; el juego sigue siendo muy exigente en términos de potencia gráfica, con algunas ralentizaciones 'clásicas' de Dungeon Siege, pero lo cierto es que por regla general compensa. De hecho los nuevos hechizos son todavía más espectaculares si cabe, con lo que no resulta extraño a veces incluso perder de vista a los protagonistas.

El nivel de los monstruos se ha elevado y, en general, se ha aumentado ligeramente la dificultad de todo el juego. Los monstruos tienen más puntos de vida y pegan más fuerte y no siempre funciona la clásica estrategia de machacar botones a la que estamos acostumbrados. Además la expansión está repleta de corredores estrechos que necesitan de una sabia combinación de nuestras habilidades de ataque y defensa para salir con vida de todos los encuentros.