Coto de caza intemporal...

El último Dino Crisis ya está entre nosotros. Con un cambio de tercio que ya nos mostró con Gun Survivor y Gun Survivor 2, Capcom se desmarca y vuelve a situar a una de sus sagas más emblemáticas en un contexto jugable radicalmente diferente. ¿Les habrá salido bien la jugada?

La fiebre por los dinosaurios parece no conocer límites. Si en un primer momento alguien llegó a pensar que la pasión por estos gigantescos animales prehistóricos se debía única y exclusivamente a la saga cinematográfica de Steven Spielberg Jurassic Park que se desengañen. Las simpáticas criaturitas que tanto miedo nos han hecho pasar en la pantalla grande se han empeñado en conquistar también las consolas. El último Dino Crisis en llegar a  nuestros televisores, Dino Stalker, supone un importante cambio en el estilo de juego y deja atrás muchas de las cosas que habíamos visto hasta ahora en una de las sagas más terroríficas del universo consolero.

En Dino Crisis el estilo de juego era el conocido como Survival Horror, género inaugurado por otro de los títulos estrella de la compañía, y que tan de moda está últimamente, Resident Evil. En la secuela, en cambio, se optó por enfatizar el componente de acción, y así de paso diferenciar claramente las dos principales sagas de la compañía nipona.

Pero ahora Dino Crisis ha justificado el último capítulo de una serie secundaria que con la coletilla de Gun Survivor se traslada a los juegos de Sobrevivir al Horror al género de los shooters estilo Time Crisis o Virtua Cop. Un cambio radical con el que los de Capcom pretenden seguir aprovechando el tirón de sus sagas más emblemáticas. En las dos primeras entregas de los Gun Survivor la serie inspiradora fue Resident Evil. Ahora le toca el turno a Dino Crisis...

Y así llegamos a Dino Stalker, Gun Survivor 3: Dino Crisis en otros lares y el enésimo título de Capcom en el que los malos más malos son los dinosaurios. Habría que preguntarle directamente a los de la compañía nipona si es que tienen algún tipo de trauma con los lagartos de más de metro y medio. A lo mejor han visto demasiadas veces las películas de Godzilla... Quién sabe.

Con un planteamiento de juego de disparos en perspectiva subjetiva estilo Halo, Dino Stalker sale al mercado reivindicando su calidad y negándose a conformarse con un puesto de comparsa en el catálogo de la 128 bits de Sony.

Para evitar la catástrofe, el gobierno de los Estados Unidos de América ha decidido tomar cartas en el asunto. Su primera decisión ha sido el trasladar a todos los animales prehistóricos al futuro para que no se vean afectados por el flujo espacio-tiempo. Posteriormente se procedería a devolverlos a su tiempo de origen. Este plan se llamó "Arca de Noé".

Año 1943: Europa está enfrascada en medio de la Segunda Guerra Mundial. El avión del Teniente Mike Wired es impactado durante una pelea aérea encima del océano Atlántico. La gravedad de la situación hace que Mike tenga que abandonar el aparato en pleno vuelo mediante el mecanismo de seguridad de la cabina del avión. De repente se encuentra en medio de un flash de luz blanca y se encuentra encima de una frondosa jungla.

En nuestras manos está el destino de este héroe, un héroe... perdido en el tiempo.

En cuanto a los personajes, encontramos un claro contraste entre los humanos y los dinosaurios, sobre todo en las proporciones. Si suponemos que el tamaño de una persona ha sido correctamente implementado, entonces no podemos entender como los dinosaurios son tan pequeños. Y sino, a la inversa. En este sentido hemos de reconocer la superioridad de Turok Evolution, el cuál, a pesar de todas sus carencias, por lo menos sí que presenta unos dinosaurios de medidas más o menos verosímiles.

Las animaciones están bien realizadas y no se advierte ningún tirón entre ellas especialmente reseñable. El sistema de colisiones también ha sido bien implementado, así como algunos efectos que alegran un poco el algo soso panorama. Las escenas cinemáticas no se salvan de la quema y, a pesar de que no son excesivamente malas, sí que presentan una resolución impropia de una consola del potencial de Playstation 2.

Y es que parece que el espíritu arcade se ha dejado notar también en el apartado sonoro, haciendo que los dinosaurios suenen como si de dragones se trataran, y no de animales de carne y hueso. Los diferentes animales prehistóricos, eso sí, contarán cada uno con su propio repertorio de gruñidos, quejidos y demás onomatopeyas propias de la fauna provista de más de 2 dientes por mandíbula, por lo que antes de ver al monstruo de turno normalmente le oiremos llegar. Los taquicárdicos de turno seguro que lo agradecerán.

Cada arma contará con su propio fx y éstos, a diferencia de los de los dinosaurios, sí que suenan como se supone que lo harían en el caso de que fueran reales. Ametralladoras, lanzacohetes, lásers y demás argumentos con los que eliminaremos del mapa a los susodichos con mayor o menor facilidad estarán perfectamente recreadas, por lo menos a nivel sonoro.

Los sitios en los que podréis encontrar esas piedras son bastante variados. Algunas aparecerán al destrozar cosas como árboles o cajas, otras se encontrarán dispersas por los escenarios, casi escondidas del ojo poco entrenado, e incluso algunas aparecerán únicamente tras acabar con determinados dinosaurios. Será tarea nuestra el descubrir dónde se esconden, pues sin ellas sobrevivir en este juego será una misión imposible.

Y es que, además, si el crono llega a cero o los animalitos dan buena cuenta de nuestra barra de energía, iréis a parar a una pantalla de Game Over en la que se os ofrecerá la posibilidad de continuar la partida, pero desde el principio del nivel en el que nos encontremos. Así, y aunque estéis luchando contra el correspondiente monstruo de final de fase, tendréis que volver a recorrer toda la fase. Eso hará que más de uno, visto el panorama, se lo piense dos veces antes de apretar el botón Start y continuar. Siempre es un engorro volver a hacer cosas que ya hemos hecho y los niveles de Dino Stalker no son una excepción.

Para acabar de redondear la jugada, no hay modos de juego multijugador, por lo que una vez que completéis la aventura en sí, suponiendo que lleguéis a hacerlo, os encontraréis con que el valor de replay de vuestro reluciente juego brillan por su ausencia. Una lástima, porque un modo uno contra uno o incluso dos contra dos hubiera quedado de perlas y habría conseguido dotar de un aliciente extra a un juego que, sin él, queda bastante cojo. Una lástima.

Aunque a nivel técnico cumple los requisitos mínimamente exigibles a un juego de PS2, la jugabilidad es tan limitada que pocos encontrarán en este título un juego que les mantenga atrapados durante el tiempo suficiente como para que uno pueda plantearse su compra. Una lástima, porque si se hubieran mejorado un par de cosas podríamos estar ante un juego que superara claramente al poco más que mediocre Turok Evolution para la 128 bits de Sony y no, como es el caso, con un título totalmente prescindible.

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