La gota fría

Hace casi medio año ya desde que Konami lanzase su primer título en exclusiva para la sobremesa de Nintendo. Eledees era un innovador juego donde nuestra misión era la de capturar a estos pequeños seres lumínicos, los cuales se encontraban ocultos por todos los rincones de la casa. Para encontrarlos, deberíamos poner el mobiliario patas arriba -literalmente- con unas pistolas de rayos que también nos servirían para almacenarlos y conseguir más poder. Su más que cuidado motor de físicas y su puesta en escena innovadora y sorprendente, hicieron de este título uno de los importantes durante la primera mitad de 2007.

Seis meses después le toca el turno a Dewy, un nuevo personaje creado especialmente para la ocasión que hará las delicias de los más pequeños. Como ya sucediese con Eledees, la compañía creadora de la saga Metal Gear y Silent Hill entre otras, se ha propuesto sacarle el máximo partido al peculiar mando de Wii, haciendo de esta aventura algo prácticamente imposible en el resto de plataformas.

Todo comienza durante el paseo por el bosque de nuestro pequeño protagonista humano. Mientras que canturrea una canción tradicional que le enseñó su abuela, se encuentra a los pies de un árbol centenario con una mujer desconocida que reconoce la melodía. Pronto entablan amistad, y ella se ofrece a leerle el libro que estaba hojeando. En él se cuenta la historia de un mundo lejano y mágico donde existen los Eau, unos seres que viven plácidamente en torno al Árbol de los Siete Colores, la principal fuente de vida de su mundo.

Un día comenzó a llover Agua Negra, y poco a poco, toda la belleza del planeta se fue apagando conforme la contaminación avanzaba. Esta fétida lluvia estaba siendo creada por Don Hedrón, un malvado ser que planeaba acabar con la naturaleza de ese mundo. Para solucionar esta situación, el Árbol de los Siete Colores dio a luz a Dewy, una gota de agua mágica que restauraría la paz y la hermosura del bosque gracias a su gran corazón.

Tras una dura batalla, Dewy acabó con Don Hedrón he hizo que el mundo de los Eaus volviese a la normalidad. El tiempo pasó, y tanto Dewy como el malvado Don Hedrón cayeron en el olvido. Hasta que un día volvió a llover Agua Negra. En esta ocasión la lluvia fue más rápida y poderosa, dejando casi al borde de la muerte al Árbol de los Siete Colores. Pero éste, en su último aliento y con las escasas fuerzas que le quedaban, volvió a invocar a Dewy, dejando en sus manos de nuevo la salvación de su mundo.

El juego

Además del modo historia -el cual nos llevará en torno a las 6 horas el superarlo-, nos espera un completo editor de fases, con el cual podremos alargar la vida del juego hasta el infinito, ya que además de poder jugar a nuestros propios niveles, podremos compartir con nuestros amigos a través de WiiConnect 24 las fases que hayamos creado nosotros mismos.

Como ya sucediese con Eledees, nos encontraremos con un apartado gráfico decente, repitiendo la forma de las escenas entre pantallas, que se nos volverán a presentar a través de unas preciosistas y coloridas imágenes estáticas. Pese a no ser iguales de efectivas que un video generado por ordenador o por el propio motor del juego, estas ilustraciones refuerzan el especto de cuento que se nos plantea en la historia, recordando a las imágenes que acompañan a este tipo de fábulas narradas en los libros.

A nivel ingame por desgracia no nos encontraremos prácticamente con nada que nos llame la atención positivamente por su calidad. Los escenarios son bloques flotantes de tierra sobre un fondo de pantalla estático que resulta estar igual de vacío que las fases en sí. Alguna piedra y una moderada cantidad de vegetación en los bordes del escenario serán nuestros incansables compañeros de aventura, llegando en algun momento a quedar eclipsados por la cantidad de personajes que ocupen nuestra visión, que no es que vaya a ser enorme, pero contrasta con el escaso número de detalles.

Dentro de esta mediocridad gráfica, nos encontraremos muy de vez en cuando alguna sorpresa que nos haga darnos cuenta que este juego pertenece a la actual generación de consolas y no a la pasada. Estos momentos de lucidez han sido plasmados en el diseño de algunos personajes importantes -Dewy y algún jefe de final de fase-, donde sus trabajadas texturas destacan sobre el resto, dejando más en evidencia aun lo que pudo haber sido y no fue.

Aquí llegamos a uno de los apartados con más interés de todo el juego. La jugabilidad dentro de Dewy's Adventure es el pilar fundamental dentro de un conjunto donde ni el apartado técnico ni la historia brilla con luz propia por su calidad u originalidad. Para controlar a nuestra gota, tendremos que poner el mando de Wii en posición horizontal, y a través de las inclinaciones que hagamos de él, moveremos a nuestro personaje por la pantalla como ya vimos en juegos como Monkey Ball o Mercury Meltdown.

Por lo tanto no será de extrañar ver cómo nuestro numero de vidas desciende alarmantemente cuando llegamos a un salto complicado cerca de una plataforma sobre el vacío, ya que, o mantenemos el pulso firme de una manera casi perfecta -imaginaros lo difícil de esta acción en un niño de menos de 10 años-, o Dewy caerá irremisiblemente al fondo de la pantalla una y otra vez.

Estos tres poderes son los de hacer pasar a Dewy por las tres formas elementales del agua: Líquido, sólido y gaseoso. Para intercambiar entre una y otra de estas tres fases nos bastará con pulsar la cruceta del Wiimote en dirección ascendente (de sólido a gaseoso) o descendente, para hacerlo a la inversa. Cada una de estas tres transformaciones tendrá una peculiaridad, otorgándonos más poder de ataque, velocidad y congelando el agua del escenario con la forma sólida; pudiendo entrar en teletransportadores y purificar el Agua Negra de algunas zonas con la forma liquida; o atacando con un rayo aturdidor a nuestros enemigos desde una nube en la forma gaseosa.