Explosión antes de tiempo

Bomberman ha querido saltar a la nueva generación con un importante cambio estético, visual y de iconografía, acabando con todos los conceptos preestablecidos sobre el personaje. Era el momento perfecto para intentar una apuesta arriesgada como la que quiere ofrecer Hudson con el primer juego next-gen de su personaje mascota. Sin embargo, no todo ha acabado siendo tan bonito como parecía.

En primer lugar, luchar contra la imagen que millones de usuarios se han forjado a lo largo de la historia de los videojuegos del pequeño personaje blanco no era tarea sencilla. Y de hecho, los nuevos Bomberman resultan mucho más impersonales, apáticos y, hasta cierto punto, faltos del carisma y del espíritu que ofrecía antaño la pequeña mascota de ojos alegres y mundos llenos de colorido.

De este modo, se nos ofrece un espejismo de posibilidades de crear el personaje a nuestro antojo. No pedimos un editor de personajes exageradamente completo como el de Oblivion, pero sí algo más que justifique la sensación de 'personalizar' a nuestro hombre (o mujer) bomba. Además, por más tiempo que se juegue, estos robots creados artificialmente no llegan a superar la imagen que nuestra mente tiene forjada de Bomberman.

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De hecho, si no fuese porque el sistema de juego se mantiene intacto, más de uno pensaría que se trataba de un título que nada tenía que ver con la saga clásica de Hudson. Sin embargo, pese a que la idea básica del juego es la misma que vimos en infinidad de ocasiones, no consigue llegar a divertir como esperábamos, y nos encontramos con un título carente de originalidad y de capacidad de enganchar al usuario a la consola.

Bomberman Act: Zero ofrece dos modos de juego, uno clásico y otro que se estrena con esta entrega. En el clásico, deberemos completar 99 niveles acabando con nuestros enemigos mediante las bombas de las que gozamos. Tanto ellos como nosotros, moriremos al primer impacto de bomba recibido, y debajo de los bloques del escenario nos encontraremos items clásicos, así como imprescindibles, tales como más bombas o mayor potencia de fuego.

El otro modo de juego se sustenta sobre las mismas bases: nuestra labor será sobrevivir a lo largo de 99 niveles, destruyendo bloques y acabando con enemigos de dificultad y número creciente. La principal diferencia radica en que tendremos un indicador de vida que tiene su tope en 100 y que irá bajando si sufrimos una explosión. Los objetos que se pueden recoger serán, esencialmente, los mismos, aunque con alguno a mayores, principalmente de recuperación de salud.

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Ambos modos de juego nos proponen el reto de superar 99 niveles, pero la tarea no será en absoluto sencilla, ya que no podremos ni continuar ni grabar a mitad de camino o en momento alguno. Siempre empezaremos desde el nivel 1, y hasta donde demos llegado, lo cual supone, para alcanzar el fin del juego, estar un importante número de horas delante de la consola, aunque sea sin perder nunca.

Esto no favorece la jugabilidad, que se resiente negativamente, al no ofrecer verdaderas cotas de diversión, e imponiendo un sistema de juego que carece de profundidad. A pesar de mantener el estilo clásico, la ambientación oscura y los nuevos personajes no ayudan a que el título resulte divertido, sin olvidar una molesta cámara que poco o nada ayuda.

Gráficamente podemos gozar de buenos modelados, de alguna que otra secuencia de calidad y poco más. Los personajes son todos similares, cambiando los modelados de sexo y color, logrando combinaciones que no se diferencian mucho entre sí. El principal fallo radica en que el escenario es siempre el mismo, una oscura factoría, de aspecto mecánico, que provoca una leve sensación de encierro.

Meternos en la piel de Bomberman y sufrir durante 99 niveles el mismo escenario, tan sólo variando el número y la dificultad de los rivales a batir, no es una gran puesta en escena, y el giro que se le ha dado a la saga no ha sido el esperado. Sin olvidarnos del juego en red, que nos ofrece combates contra otros usuarios y la posibilidad de disfrutar de rankings online con nuestras puntuaciones.

No obstante, el juego en red carece de verdadero interés. La idea de enfrentarnos a otros seres humanos, sin limitarnos a la escasa inteligencia de la máquina, siempre es un importante punto a favor, pero el juego resulta tan altamente repetitivo y carente de capacidad de diversión, que son pocas, por no decir nulas, las salas de juego existentes en el Live, muestra del poco atractivo del juego en las zonas del mundo donde ya ha sido lanzado.

Bomberman Act Zero (Xbox 360)

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