CastleRayne

Los ‘scrollers' en 2D han recuperado parte de la gloria perdida años atrás, especialmente tras la aparición de los bazares descargables. Los juegos de corte independiente han demostrado, junto con alguna que otra producción de alto standing que ha asomado por el mercado, que es posible aunar sencillez y diversión sin sacrificar la parte artística. Sobra decir que los mejores exponentes de este regreso a la primera plana de la actualidad han recibido el reconocimiento unánime de crítica y aficionados, además de hacer acto de presencia a finales de año en las listas de los mejores títulos de la temporada. Franquicias de reconocido prestigio como Metroid o Castlevania asentaron las bases de la unión entre acción, aventura y rol con aspecto bidimensional, pero en los últimos tiempos han sido nuevas licencias las encargadas de revitalizar el género. Unas con más suerte que otras, dicho sea de paso.

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No es de extrañar que ante la explosión de originalidad que ha derrochado propuestas como Braid o Limbo muchas compañías se enfundasen el mono de trabajo para probar suerte en el campo digital. Menos presupuesto ligado a un plantel de público eminentemente mayor (o al menos más interesado en propuestas de segunda categoría) otorgan una fuerza incuestionable al binomio XBLA/PSN: ahí están las cifras de ventas para probarlo. Terminal Reality se ha sumado a esta moda cambiando la perspectiva de su franquicia por antonomasia, BloodRayne, en una suerte de spin-off que lleva por título ‘Betrayal'. De él se destaca el elevado nivel de dificultad al que somete a los jugadores, amén de un aspecto artístico sumamente cuidado que recuerda a horrores las mejores propuestas aparecidas en la época de los 32Bits.

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La propuesta, al igual que ha venido sucediendo a lo largo de este verano (cargado de títulos de renombre en el campo de los descargables), no destaca precisamente por su originalidad, sino por reunir las condiciones necesarias para entretener a aquellos jugadores que busquen un reto a la altura de los clásicos del género. Aunque tradicionalmente se ha ligado una dura curva de dificultad a ciertas carencias en la mecánica jugable de los títulos que presumen de ésta, lo cierto es que en BloodRayne: Betrayal es imprescindible contar con cierto bagaje que permita una rápida comprensión de la jugabilidad. Los chicos de WayForward -el estudio que se ha encargado del desarrollo, creadores de LIT entre otros-, no ajenos a las demandas de los aficionados, incluyen también un peculiar argumento en el que se relata la curiosa historia de Rayne, un pseudo-vampiro que deja atrás las ataduras de anteriores capítulos (ni que decir tiene de las adaptaciones llevadas al cine por el afamado ‘director de culto' Uwe Boll).

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No obstante, la esencia de Betrayal reside en su estilo de juego, que básicamente nos lleva a descubrir un plataformas en 2D donde la acción lleva las riendas de la partida. La aventura transcurre en un castillo y en sus alrededores, sumergiendo al jugador en mazmorras, salas de amplio espectro, generalmente sumidas en una lúgubre ambientación. WayForward ha puesto la lupa en dos apartados; de una mano el artístico, quizá también el más destacado, a medio camino entre el trazado de un cómic y la resolución a la que se han entregado otras propuestas recientes en 2D. Un vistazo a las imágenes o a los vídeos que se adjuntan en este texto debería bastar para tener una idea de la grandeza visual del título, aunque no vaya acompañada por una banda sonora que sepa estar a la altura.

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La grandeza visual va más allá de unos diseños destacados o de una selección adecuada a la hora de ‘imaginar' el trasfondo de la aventura. WayForward demostró hace cosa de un año su capacidad para redibujar el estilo de los beat ‘em up en 2D gracias a la última aventura de Batman aparecida en el mercado. Betrayal emplea algunos de los elementos que también destacaron en aquella ocasión, con enfoques de cámara en función de los combates, lucha entre sombras, variedad importante de enemigos y, en consecuencia, necesidad imperiosa de dominar todos los aspectos del combate para poder avanzar. No hablamos ya de obtener altas puntuaciones para destacar en los leaderboards que se han habilitado en esta ocasión, sino simplemente de avanzar a través de los 15 capítulos por los que se compone esta exigente propuesta.

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Chupar la sangre de los enemigos es esencial para avanzar: sin ello no podremos superar el primer capítulo. Es imprescindible aturdir a un enemigo, chupar su sangre, y luego seguir con la amalgama de ataques aéreos o de tierra con los que contamos. Los primeros compases son un tanto frustrantes, dado que Rayne pierde grandes dosis de vitalidad a poco de recibir un ligero golpe. El ritmo de la acción depende de nuestro perfil como jugador, aunque en la mayor parte de los casos (al menos hasta que obtengamos cierta experiencia) se aconseja analizar la posición de los enemigos y actuar con tranquilidad. Esto nos obliga a realizar una estrategia de combate si queremos sumar puntos destrozando tesoros y otros objetos del escenario, como proyectores de luz, cajas y demás. Revisitar escenarios pasados cobra doble importancia, ya no sólo por el hecho de aumentar nuestro marcador, sino por obtener las cinco calaveras rojas que se esconden en cada nivel. De hacerlo, tendremos oportunidad a aumentar las características físicas de Rayne.

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La historia brilla por su ausencia, la acción es la encargada de dominar todos y cada uno de los aspectos de un título donde el rol tampoco hace acto de presencia. Aquí importa eliminar a todo bicho viviente que se cruce en nuestro camino, aunque para hacerlo, como se explicaba anteriormente, es menester dominar las habilidades de Rayne. Pocas, pero suficientes para minar la paciencia del jugador cuando aparecen al unísono varios reptiles acompañados por otros voladores y unos cuantos humanos a los que exterminar. Cada enemigo obliga a utilizar un modus operandi determinado. Los jefes finales son el mejor ejemplo de ello, en una puesta a prueba de nuestra habilidad con Rayne. Curiosamente, la personalidad de la heroína cobra bastante fuerza gracias a la peculiar forma de animar su personaje, sus movimientos y el poderío que desarrolla a medida que sus habilidades mejoran.

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Se debe exigir más en cuanto a la cantidad de posibilidades que ofrece el juego en concepto de modos secundarios (nulos) o de rejugabilidad una vez terminada la aventura (obtener más puntos, mejores marcadores…). No existe cooperativo ni nada que se parezca a una opción online, un requisito que no es imprescindible, pero que se echa en falta, especialmente dado el alto nivel de dificultad de la partida. Tampoco sería justo pedir más en concepto de mecánica jugable de no ser por el precio del título, 1200MS, generalmente reservado para los pesos pesados del mercado. No obstante es muy difícil encontrar hoy por hoy una oferta como esta que ofrece BloodRayne: Betrayal, especialmente si apreciamos su nivel artístico. Sorprende ver el uso que se le ha dado a la licencia pese a la omisión de cualquier cosa que recuerde a un argumento o trama que merezca ser destaca en este espacio.

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