Análisis Another Crab’s Treasure, una aventura cogida con pinzas pero con mucha creatividad

Dark Souls no es que implementara la dificultad ni la dificultad, pero sí que creó un género en su conjunto con las hogueras, los estus y las almas. El soulslike se apodera esta vez del fondo marino con Another’s Crab Adventure con una aventura con sus altos y bajos, pero en definitiva con todas las características del género y añadiendo de nuevas llevándoselas a su terreno.

El irónico mundo de Another Crab’s Adventure

Si de algo no está preparado aún el ser humano es de la exploración marina. Las presiones son tan intensas a tan baja profundidad que solo le queda explicar historias al más puro estilo Lovecraft. Another Crab’s Adventure no está inspirado en ellas, pero sí se toma licencias para crear un fondo marino repleto de vida y, sobretodo, mucha crítica. De hecho, nuestra moneda de cambio son microplásticos, nuestros cascarones y armas basura y se celebra “El Día de la Basura”. Esto funciona como gran evento para el fondo marino mientras nosotros, como jugadores, vemos lo horripilante de ver grandes cantidades de deshechos caer en el mar.

Con esta ironía empieza nuestra aventura encarnando a Kril, un cangrejo ermitaño al que le embargan el caparazón y necesita recuperarlo a toda costa. En sus caminos encontrará un castillo cuyos habitantes acaban poseídos por la contaminación, grandes arrecifes de coral y una enorme ciudad creada a partir de montones de basura. De entre toda ella, una caja del cereales iniciará una búsqueda a contrarreloj por un tesoro que Kril necesitará para recuperar su preciada concha.

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La historia no es interesante, pero la evolución de Kril sí. Nuestro protagonista experimenta todo el proceso que sufrimos cuando nos mudamos. Miedos, inseguridades e indecisión, pero también superación personal, conocer a nuevos amigos y momentos inolvidables. El resto de personajes carecen de relevancia, pero quienes amen los juegos de crustáceos Another Crab’s Treasure es una opción muy válida.

Sebastian ha invadido el mundo de Dark Souls

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Aparte de toda esta crítica irónica a la contaminación del ser humano, Another Crab’s Treasure tiene la intención de hacerte reír usando juegos de palabras con elementos del mar o poniéndote un enemigo final que usa palillos chinos. Este enemigo final entra en segunda fase rompiendo (mal) los palillos y acaba usándolos como dos armas de una mano. Es humor puro y no quiere pretender ser un título serio, por lo que imaginarnos que controlamos a un vengativo Sebastian de La Sirenita nos hace aun más ilusión. Ojalá el gameplay fuera más amable.

A nivel jugable el título de Aggro Crab le falta un pulido general. Another Crab’s Treasure tiene algunos bugs molestos a lo que se añaden ciertos errores que nos cierran el juego inesperadamente. No es agradable encontrarnos este tipo de situaciones y más cuando tiene un sistema de combate al que le falta alguna que otra revisión. Tenemos los típicos estus en forma de alga y las hogueras son conchas lunares. Solo tenemos un arma con ataques bastante lentos para tratarse de un simple tenedor. A esto le sumamos un combate simplón con poca variedad de enemigos y desafíos injustos. Si nos quejamos de Ciudad infestada de Dark Souls no fue para volver a vivirla ahora debajo del mar rodeados de cangrejos asesinos.

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Un camino lleno de trabas e injusticias

Los combates contra enemigos finales suponen un desafío que se convierte en la parte más interesante. Los patrones de ataque están limitados a un par o tres de ellos, pero al final esta simpleza es lo mejor que tiene Another Crab’s Treasure. Estos enemigos finales de cada zona (o los opcionales) son divertidos de enfrentar y proponen un desafío diferente.

En el otro extremo están los enemigos rasos que son un dolor de muelas constante. Sus ataques normales te quitan una cantidad exagerada de vida y tienen un seguimiento y una amplitud de ataque absurda. No importa que esquives hacia un lado o hacia atrás, el enemigo dirige sin sentido el ataque hacia ti independientemente de la distancia o que ya esté finalizando la animación de ataque. Esto provoca mil esquives que no son efectivos e injusticias que acaban frustrando al jugador. Para que os hagáis una idea, los cangrejos arqueros nos recuerdan a la precisión francotirador de las langostas de Elden Ring.

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Entendemos que esto no es más que un aviso de Aggro Crab para que potencies el uso de los cascarones, elemento diferencial de Another Crab’s Treasure. Cada caparazón es distinto y aporta habilidades Umami, un tipo de ataque especial. Podremos crear un caparazón puntiagudo, tener un subidón de adrenalina para aumentar nuestro ataque o generar un torbellino devastador. Hay mucha variedad de habilidades que, combinadas con el árbol de talentos, mejoran la base tan simple de su sistema de combate.

Los cascarones como principal atractivo

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Lo mejor de estos cascarones es que se rompen. Sí, se rompen como las armas en Breath of the Wild, pero aquí tienen una razón de ser muy atractiva. Tú decides en Another Crab’s Adventure si esquivar para mantener el cascaron por su poder Umami o, por el contrario, abusar de él e improvisar cambiando de cascarón dependiendo de las necesidades. En esta última opción tenemos también la opción de desviar sus ataques (parry, sí) y aumentar su barra de aturdimiento que, como ocurre en Lies of P, derribaremos al enemigo usando un ataque fuerte. Aunque también podremos derribarlos usando el gancho para atraerlos a los enemigos cual caña de pescar.

Para terminar con estas líneas de Another Crab’s Adventure tenemos que hacer mención especial a su diseño de niveles. Tiene bastante verticalidad, secretos, atajos y zonas interconectadas que apetecen explorar por descubrir nuevos objetos y armas. Muchos de los escenarios son un espejo del fondo marino. Es curioso que Aggro Crab coquetee con el plataformeo a la par que intente crear un soulslike. Podemos saltar o incluso mantenernos en el aire mientras nos deleitamos de los paisajes marinos de coral o la fábrica radioactiva de un magnate del crimen. A esto también debemos sumarle un apartado sonoro y una música algo simple. No está a la altura de los desafíos que propone pero es curioso el uso que hacen de los instrumentos para evocarnos y trasladarnos al fondo del océano.

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