La absurda e improbable idea de ‘Tiburón’, el primer gran éxito de Steven Spielberg: entrenar a un escualo

A partir de 1975, nadie vio la orilla del mar de la misma manera. El estreno de ‘Tiburón’, El primero de una larguísima lista de éxitos a cargo de Steven Spielberg introdujo el miedo en el cuerpo a todos los bañistas que contemplaban darse un chapuzón en las playas de todo el mundo, al tiempo que granjeó una considerable mala -e inmerecida- fama a los escualos.

Sin embargo, Spielberg estuvo a punto de no dirigir la película, ya que el primero que se puso tras las cámaras del proyecto fue Dick Richards. Richards se refería constantemente al tiburón como “la ballena”, y los productores, ante la evidencia de que no se enteraba de absolutamente nada, decidieron sustituirlo por el legendario director. Pero los productores tuvieron otra idea no tan buena para la película, más bien, no podría definirse sino como completamente disparatada.

¿Es posible entrenar a un tiburón?

Efectivamente, la idea inicial de los productores de ‘Tiburón’ era capturar un ejemplar tan hermoso como el que protagoniza la película... y entrenarlo para que fuera capaz de llevar a cabo cada una de las escenas en que hiciera acto de presencia. Obviamente, como decimos, no se trataría de un tiburón cualquiera, sino de un gran tiburón blanco que hiciera honor a la bestia devora humanos que querían mostrarnos. Afortunadamente, se dieron cuenta a tiempo de que era algo completamente imposible, y decidieron sustituirlos por tres animatrónicos de 250.000 dólares cada uno.

Pero surgió otro imprevisto con el que no contaban, y es que a Spielberg no le gustaron estas réplicas, ya que consideraba que no parecían lo suficientemente reales. Ese fue el motivo real por el que el tiburón no aparece en la mayoría del metraje de la cinta, teniendo que esperar más de 80 minutos para contemplar al escualo en todo su esplendor: el propio Spielberg decidió prescindir de su presencia deliberadamente no para crear suspense -cosa que de paso consigue-, sino porque no le gustaban los “muñecos”.

Y es que entrenar a un tiburón, incluso hoy en día, sigue siendo algo todavía por experimentar. Es un proceso llevado a cabo en las aguas de Honduras por la proliferación del pez león, una especie invasora, científicos intentaron entrenar a ejemplares de tiburón limón. La espina dorsal del pez león es venenosa, con lo que no se le puede atacar de cualquier manera, y tras este experimento, los científicos comprobaron que, efectivamente, la población de esta especie disminuyó de forma notable.

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