Cine
Crítica de ‘La acompañante’, un estupendo slasher al que nunca se le acaban los trucos
Una película de miedo que presume de ir siempre un paso por delante en un género en el que parecía haber poco espacio para las sorpresas.

‘La acompañante’ es un estilizado y luminoso slasher de los creadores de ‘Barbarian’ (una de las mejores películas de terror de los últimos años) que intenta sorprender constantemente al espectador. La base la componen los ingredientes habituales del género: un grupo de adolescentes y un casoplón aislado y perdido de la mano de Dios al que van a pasar el fin de semana. La variable que le aporta algo de intríngulis al metraje son unos androides indistinguibles de lo seres humanos que aquí la gente se compra como si fueran el iPhone o Tesla de turno. Apodados ‘sexbots’, podéis haceros una idea de para qué se usan. Porque nada mejor para encontrar a tu pareja ideal que diseñarla tú mismo. Imaginad ahora que a uno de estos robots se le cruzan los cables en un contexto como el de antes (con alcohol y muchas cabecitas huecas de por medio) y voilà, el baño de sangre está asegurado. Nuestra diversión, también.
La idea de los androides hiperrealistas no es nueva. Resulta difícil no pensar en ‘Ex Machina’ y Alicia Vikander, o en el capítulo ‘Be Right Back’ de ‘Black Mirror’ (como curiosidad, esos dos ejemplos comparten actor principal, Domhnall Gleeson, quien hace de usuario en uno y de robot en otro). Pero es ahí donde aparece el ingenio de Drew Hancock. Porque aunque te hayan (y hayamos) vendido la película con el latiguillo de ‘Barbarian’, en el fondo, Zach Cregger sólo es otro nombre más en la lista de productores. Es Hancock quien dirige y escribe el que supone su debut en la gran pantalla tras una dilatada carrera en televisión. Y lo hace lanzando preguntas sin demasiado fondo, pero tan simpáticas como refrescantes.
El director evita caer en los planteamientos de siempre. ¿Qué pasaría si uno de los androides se vuelve consciente de su condición de robot? ¿Puede llegar a desarrollar sentimientos? Aunque siguen estando de marco, ‘La acompañante’ se empeña en pasar de puntillas por esa clase de zonas comunes. La gracia de este guion de Hancock está en abandonar la filosofía y el existencialismo baratos y bajar la premisa a lo terrenal. Por ejemplo, ¿cómo serían los ajustes de esas supuestas parejas artificiales? ¿Tendrían instrucciones como Alexa? Pongamos algunos ejemplos.

Si pudierais elegir, ¿qué nivel de inteligencia le pondríais a vuestro partenaire? ¿Qué tipo de primera cita diseñaríais? ¿Qué tienen donde va el corazón? ¿Cómo hacen para llorar y sangrar? ¿Y para follar? O lo más importante para el desarrollo de la película, ¿se pueden hackear y modificar sus patrones y rutinas de comportamiento? Al espectador se le ofrecen decenas de posibilidades y ramificaciones que además acostumbran a reutilizarse de manera brillante según avanza el metraje (ya sabéis lo que decía Chéjov de las recursos, quien enseña una pistola y no la usa es un parguela).
Aunque hay algunas explicaciones un tanto ambiguas y otras que se verbalizan de manera innecesaria, ese universo de normas se desarrolla a buen ritmo y engancha. El guion parece negarse a vivir sin un girito cada quince minutos (el primero llega a los dos minutros de metraje y es de lo más potente) y se nota el esfuerzo de la película por ir siempre un paso por delante de los espectadores. Muchas veces no lo logra, pero otras muchas sí, lo que se traduce en un divertido y continuo juego del gato y el ratón. Tratándose de un slasher, género donde ya parecía no haber espacio para la originalidad, verse tantas veces sorprendido le hace a uno salir más que satisfecho de la sala de cine.

Por último, destacar tres cosas. La primera, el elenco. Sobre todo a Sophie Thatcher. Nueva musa del género (recordadla en ‘Heretic’ o ‘The Boogeyman’), a veces parece un cruce entre la presencia de Jennifer Lawrence y las formas de Anya Taylor-Joy. Como para que no te gusta algo así. Jack Quaid también brilla, pero no termina de sacudirse la sensación de estar haciendo exactamente el mismo papel que en ‘The Boys’. La segundo, su cuidada dirección y esa elegante representación de la vida moderna, su mayor vínculo con ‘Barbarian’ (allí se nos introducían con naturalidad los Airbnb y aquí, los vehículos sin conductor). Atrás quedan los tiempos en que no había espacio para la tecnología. Y tercero, ese final, con el momento más brillante y gore del metraje y homenaje incluido a ‘Thelma y Louise’.

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