Crítica de Cónclave: Ralph Fiennes, directo a los Oscars con un thriller vaticano
La película de Edward Berger (Sin novedad en el frente) es una de las más elogiadas de 2024. Tiene seis nominaciones a los Globos de Oro.
Que Ralph Fiennes (61 años) es uno de los actores más importantes de los últimos 30 años es algo que está fuera de toda duda. En los 90 atormentó a toda una generación como el terrible y cruel comandante nazi Amon Göth en La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) y encogió el corazón a millones de personas como protagonista de la dramática El paciente inglés (Anthony Minghella, 1995), dos obras maestras que obtuvieron el reconocimiento de la Academia, que las premió como las mejores películas de sus respectivos años. Fiennes estuvo nominado a los Oscars por su trabajo en ambos films, pero no logró ganar ninguna estatuilla. Aun así, aquellos dos papeles le sirvieron para ganarse el reconocimiento del gran público, un reconocimiento que supo renovar entre las generaciones más jóvenes cuando dio vida al famosísimo villano Lord Voldemort en la saga Harry Potter unos años más tarde, entre 2005 y 2011. Tras ganarse de nuevo a la crítica en películas como El jardinero fiel (Fernando Meirelles, 2006) y El Gran Hotel Budapest (Wes Anderson, 2014), el actor británico vuelve a opositar para el Oscar gracias a su interpretación en Cónclave, la última película de Edward Berger (Sin novedad en el frente, 2022) que se estrena en cines este 20 de diciembre.
Asegurar que la interpretación de Fiennes en Cónclave es la mejor de su carrera puede resultar osado, pero sin duda, su trabajo como el Cardenal Lawrence, el responsable de dirigir el proceso de elección del nuevo Papa, es magistral. Fiennes construye un personaje honrado y leal a la institución a la que pertenece, pero perdido y confuso en una crisis de fe que conduce la película paralelamente a un debate sobre la situación actual que vive la Iglesia Católica a nivel mundial. El cardenal Lawrence afronta sus problemas internos mientras navega por un mar de confabulaciones de sus compañeros obispos, liberales y conservadores, ansiosos por convertirse en Sumo Pontífice. Todo ello mientras investiga las circunstancias de la muerte del Papa y el pasado de algunos de los candidatos a nuevo jefe la Iglesia. Bajo esa premisa, la película, además de poner luz e imagen sobre uno de los secretos más antiguos del mundo como es la elección papal, evoca un relato propio de una novela de Agatha Christie, con Fiennes como un crepuscular detective Poirot con sotana y con varios giros de guion -el último quizá algo forzado- que mantienen al espectador enganchado a la trama.
Secundarios de lujo
Aunque Ralph Fiennes carga con el peso argumental de la historia, Berger deja también recaer el peso dramático en otros personajes secundarios a los que dan vida los magníficos Stanley Tucci (Spotlight y The Lovely Bones) John Lithgow (The Crown e Interstellar) e Isabella Rossellini (Terciopelo Azul y La quimera). Una tripleta de actores de lujo que nunca están mal, hagan lo que hagan. El más destacado es Tucci, quien pone voz a los postulados liberales de la Iglesia desde un punto de vista más pragmático que dogmático y que eleva el gran tema principal de la película en una pregunta: ¿Qué quiere ser la Iglesia Católica en el siglo XXI?
Una pregunta a la que el oscarizado Edward Berger responde de manera impactante en un último acto que provocará ampollas en algunos sectores religiosos más conservadores. Después de cuidar la estética y el relato de manera minuciosa durante la primera hora y media, con una puesta en escena sobria y elegantísima, siempre con el Vaticano y la Capilla Sixtina como escenarios majestuosos, la última media hora coge un tono diferente, que incluye algún toque de humor y una prisa argumental que se aleja del estilo general del film, pero cuyo final controvertido provocará que nadie salga indiferente del cine.
Nominaciones a los Globos de Oro
Mejor película dramática
Mejor director: Edward Berger.
Mejor actor de drama: Ralph Fiennes.
Mejor actriz de reparto: Isabella Rossellini.
Mejor guion: Peter Straughan.
Mejor Banda Sonora: Volker Belterman.
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