Su cuenta de Drive se cierra repentinamente y desata su ira al saber qué ha hecho Google con sus 700.000 imágenes
Un desarrollador denuncia la suspensión automática tras usar un banco académico de fotografías.

Por meses, Mark Russo no supo exactamente qué había ocurrido. Sus cuentas de Google —incluida su antigua dirección de Gmail y el acceso a Google Drive— fueron suspendidas sin previo aviso. La razón que recibió fue escueta y alarmante: contenido ilegal. Lo que vino después desató su indignación y abrió un debate sobre la automatización de decisiones en las grandes plataformas tecnológicas y sus efectos colaterales sobre la investigación y la innovación.
Un conjunto de datos clave para la investigación académica
Russo es un desarrollador independiente de aplicaciones móviles. Entre sus proyectos se encuentra un programa que detecta desnudez y violencia directamente en el teléfono del usuario. El diseño de la aplicación busca preservar la privacidad: el contenido se procesa localmente y no se sube a servidores externos para su revisión.
Con el objetivo de probar la funcionalidad de su programa, Russo decidió trabajar con NudeNet, una colección de imágenes que reúne más de 700.000 archivos recopilados de la web. Este conjunto de datos ha sido ampliamente utilizado en el ámbito académico y ha servido como base para investigaciones universitarias durante años. Según los registros, los datos se han empleado en más de 250 estudios académicos y se compartían a través de servicios en línea especializados en datos de investigación.

A finales de julio, Russo subió el paquete de imágenes a Google Drive. Poco después, Google suspendió todas sus cuentas. Según informó 404 Media, la compañía determinó que el conjunto de datos contenía material que mostraba abuso infantil, algo que el desarrollador desconocía en el momento de la subida.
Suspensión automatizada
El cierre fue inmediato y sin advertencia previa. Además de perder el acceso a Drive, Russo también quedó sin su antigua cuenta de correo de Gmail, una herramienta esencial para su trabajo diario y para el desarrollo de aplicaciones móviles. Pese a presentar quejas y solicitar explicaciones, Google se negó inicialmente a reabrir sus cuentas.
Tras conocer la naturaleza del problema, el desarrollador notificó a las autoridades y a Academic Torrents, lo que provocó la retirada del conjunto de datos de ese servicio. No obstante, la situación personal de Russo no se resolvió durante meses. Solo después de que un reportero de 404 Media contactara con Google, la empresa restauró finalmente el acceso a su cuenta.
En su blog, Russo explicó que las decisiones de la compañía tuvieron un impacto significativo en su vida profesional. “Entiendo que solo soy un desarrollador independiente, alguien a quien Google no le importa. Pero precisamente por eso esta historia es importante. No se trata solo de perder el acceso a mis cuentas. Se trata de cómo los mismos sistemas que dicen combatir el abuso están silenciando la investigación y la innovación legítimas mediante una automatización opaca de sus decisiones”, afirmó. “Intenté hacer lo correcto, y me castigaron”.
El caso ha reabierto el debate sobre los límites de los sistemas automatizados de moderación de contenidos y sobre la necesidad de procesos más transparentes y humanos cuando estas decisiones afectan a investigadores y desarrolladores que dependen de las grandes plataformas tecnológicas para ejercer su trabajo.

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