Ciencia
Un documental estudia el impacto de un tsunami en el suroeste de España
Expertos se reúnen alrededor de ‘¿Preparados para el tsunami?’, un reportaje de Movistar+ en el que comparten sus teorías acerca de la amenaza de un tsunami que volverán a sufrir poblaciones como Cádiz y Huelva.
En los últimos 9.000 años el Golfo de Cádiz ha experimentado entre 9 y 14 tsunamis. ¿Estamos preparados para otro? Esa es la incógnita que intenta despejar uno de los documentales de estreno en Movistar+ a finales de 2023. ‘¿Preparados para el tsunami?’ explora qué medidas preventivas pueden ponerse en práctica tras haber aprendido de otros hechos recientes en la historia de la humanidad. Y sí, la amenaza es real: el suroeste de España (Cádiz, Huelva) y Portugal está en permanente alerta de que vuelva a ocurrir un fenómeno de tal magnitud. No sé sabe cuándo. Quizá pasen siglos, años, meses o incluso días. La única certeza es que ocurrirá.
“Un tsunami se traslada aproximadamente entre 800 y 900 kilómetros por hora”, explica Arturo Oxley Lizana, Contraalmirante de la armada de Chile. “Cuando se produce un evento cerca de la costa, los tiempos de reacción son bastante bajos”. Las simulaciones no dejan lugar a dudas. Desde que se inicia el evento hasta que se impacta en las costas puede girar alrededor de los 20 minutos “e incluso menos”, como señalan en el documental.
La situación geográfica de nuestro país, en concreto de Cádiz y Huelva, alimenta todavía más el peligro. Cerca de sus costas se encuentra un punto de constante actividad sísmica en el choque de la Placa Africana con la Placa Euroasiática. Lo normal es que la población no sienta los movimientos que se producen a diario. Porque, sí, hay terremotos diarios que son registrados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Pero la amenaza de que la magnitud crezca es constante. Por ello, organizaciones como la mencionada se erigen como vigilantes gracias a un complejo sistema de medición bajo el océano.
Durante el documental se centran en las particularidades del Golfo de Cádiz. Es un lugar en el que convergen multitud de fallas, lo que se denomina como “zona de convergencia difusa”. Es mucho más difícil predecir cuál es la falla que puede provocar un terremoto que genere un tsunami, un aspecto clave del estudio que sienta las bases de las medidas preventivas. La cosa cambia cuando sí se conocen. Los expertos pueden generar simulaciones para adivinar el alcance de un tsunami en diferentes escalas de magnitud. De hecho, un síntoma clave es que se repitan muchos terremotos de magnitud pequeña en un periodo de tiempo estrecho. Esa es la semilla para que derive en un enorme terremoto con sus consecuentes réplicas.
Dada la enorme población que vive en estas ciudades costeras, la prevención es clave. En datos de 2018, solo en la Ciudad de Cádiz se albergan 116.979 personas, mientras que en Huelva asciende a los 144.258. Un tsunami sobre ellas sería una catástrofe de enormes proporciones.
La última vez que Cádiz quedó sepultada bajo el agua
Todo comenzó en el Día de Todos los Santos del año 1755. El 1 de noviembre los gaditanos se levantaron ante la alarma generalizada de una catástrofe que nunca habían visto con sus propios ojos. Ellos no lo sabían por entonces, pero en Portugal un terremoto de magnitud 8.5 devastó la ciudad de Lisboa. Este hecho generó la suficiente energía como para originar un maremágnum de olas que chocarían de lleno sobre el norte de Cádiz. El tsunami se cernía sobre la tacita de plata.
Los datos apuntan a que la ola osciló entre los ocho y los doce metros, dependiendo de la versión. Entró directamente desde el frontal de la playa de La Caleta y recorrió nada menos que 350 metros ciudad adentro. La curiosidad de la historia es que la ola cesó justo a las puertas de la Parroquia de Nuestra Señora de la Palma, un punto de peregrinación clave para los gaditanos y la joya del Barrio de la Viña. La leyenda cuenta que la Virgen de la Palma intervino en el fenómeno para detenerlo. Pero también se sufrió en otras partes del Casco Antiguo y la actual Avenida, como en la Catedral; aún quedan marcas del agua sobre la piedra ostionera que la sostiene.
Se estima que murieron alrededor de 400 personas. Muchas se ahogaron por el agua; otros, en cambio, sufrieron el impacto de los restos de edificios que se llevó por delante. Pero lo peor vino después. A lo largo de los días la marea fue dejando un rastro de cadáveres que cerró un momento oscuro de nuestra historia.