El apagón de la nube de Amazon provocó una “rebelión” de camas inteligentes con posturas incómodas y calor fuera de control
La caída mundial de Amazon Web Services provocó incidentes muy llamativos con smart beds de la marca Eight Sleep.


El pasado lunes 20 de octubre se produjo una caída a nivel mundial de Amazon Web Services (AWS). El apagón digital afectó a servicios diversos que dependían de la infraestructura en la nube de Amazon, como videojuegos, redes sociales e incluso plataformas de pago. No obstante, uno de los efectos más curiosos fue el que sufrieron las smart beds, o camas inteligentes: numerosos propietarios de modelos de la marca Eight Sleep reportaron bloqueos que dejaron sus camas en posiciones incómodas o con la calefacción demasiado elevada tras perder la conexión a la red.
Una cama no tan “inteligente”
El gran apagón de AWS durante el pasado 20 de octubre dejó a medio mundo sin acceso a multitud de servicios digitales. Videojuegos tan populares como Fortnite, Roblox estuvieron inoperativos durante varias horas, al igual que herramientas de trabajo remoto, servicios financieros e incluso sistemas de domótica que dependen de la infraestructura en la nube de Amazon. Los problemas tuvieron su origen en los servidores de la región US-EAST-1, y el incidente volvió a poner sobre la mesa la enorme dependencia global de los servicios cloud.

Entre los casos más llamativos estuvo el de las camas inteligentes de la marca Eight Sleep, diseñadas para ajustar parámetros como temperatura, posición o inclinación de manera automática a través de su conexión en la nube. Tras el apagón de AWS, cientos de usuarios reportaron en redes sociales y foros que sus camas habían quedado atascadas en posiciones incómodas o con la calefacción bloqueada en niveles altos. Sin conexión a los servicios en la nube de Amazon, las funciones inteligentes dejaron de responder, impidiendo cualquier control manual desde la aplicación.
You must implement a local control option.
— Travis Whitaker (hs/acc) (@TravisMWhitaker) October 21, 2025
La compañía reconoció públicamente el problema y lo atribuyó a la interrupción del servicio de AWS, asegurando que sus ingenieros estaban trabajando en una solución inmediata. Eight Sleep prometió implementar modos offline y funciones locales básicas en futuras actualizaciones de firmware, para evitar que un futuro corte de red vuelva a dejar a sus usuarios literalmente sin poder dormir.

El incidente ha reabierto el debate sobre la dependencia cada vez mayor del Internet de las Cosas (internet of things) de servidores externos y la necesidad de sistemas de respaldo más robustos. Esta situación tan surrealista ha generado, a su vez, multitud de chistes y chascarrillos a expensas de estas camas “rebeldes”.
Realmente necesitamos tantos dispositivos “smart”?
Las camas inteligentes cumplen el propósito de mejorar el descanso de sus usuarios gracias a sensores, ajustes de temperatura y perfiles personalizados. Estos dispositivos utilizan telemetría para enviar nuestros datos a servidores externos desde los que se estudian nuestros hábitos de descanso, y esta información se devuelve a la smart bed para que pueda optimizar los ciclos de sueño. Precisamente por esto, resulta paradójico que un aparato diseñado para optimizar el descanso carezca de funciones básicas offline o controles manuales.

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La sobredependencia del internet de las cosas en servicios basados en la nube también desvela fallos de diseño de gran calado. Un simple corte de electricidad o internet puede dejar inoperativos sectores enteros de hogares que dependan en exceso de la robodomótica: calefacción, luz, agua, gas, cerraduras, iluminación, electrodomésticos e incluso camas pueden verse afectados por los apagones. En contextos analógicos, estos sistemas y suministros seguirían operando con normalidad, o al menos se degradarían de forma segura y predecible, permitiendo anticiparnos a sustituciones y reparaciones.
La arquitectura “ideal” no es “todo en la nube sí o sí”, sino un esquema por capas que sigue una progresión lógica: primero controles manuales y offline, y luego —y solo si se desea—, sincronización con otros dispositivos y control remoto gracias a internet. En este contexto, el incidente reciente de las smart beds deja una lección clara: la “inteligencia” de un dispositivo no se mide por su conectividad, sino por su capacidad para seguir funcionando de manera segura, útil y controlable cuando la conexión a internet falla.
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