Crearon y lanzaron el dispositivo de 700 euros que iba a reemplazar al móvil y no ha durado ni un año en el mercado

El mundo de la tecnología avanza a pasos agigantados, pero no todas las innovaciones logran mantenerse en pie. En un sector donde las startups prometen revolucionar nuestras vidas, algunas ideas fracasan incluso antes de despegar. Ese es el caso del AI Pin, un dispositivo wearable de un precio de unos 700 euros que, como las smart glasses de Meta, aspiraba a reemplazar al móvil gracias a su apuesta por la inteligencia artificial y que, menos de un año después de su lanzamiento, dejó de funcionar por completo. La compañía detrás del producto, Humane, ha sido adquirida por HP, y con ello, su ambicioso proyecto se desmorona, dejando a sus usuarios con un gadget inservible desde el 28 de febrero de 2025.

Crónica de una muerte anunciada: los AI Pin de Humane dejaron de funcionar el 28 de febrero de 2025

Lo que comenzó como una ambiciosa apuesta por el futuro de la tecnología vestible y los asistentes personales ha terminado en uno de los fracasos más estrepitosos del sector. El AI Pin, un pequeño dispositivo de inteligencia artificial creado por la startup Humane, prometía reemplazar al smartphone gracias a su diseño compacto y su enfoque basado en comandos de voz. Lanzado en abril de 2024 por 700 dólares (unos 668 euros al cambio), ofrecía funciones como responder preguntas, traducir idiomas en tiempo real o reproducir música. Sin embargo, tras pocos días a la venta quedó claro que el producto no cumplía con las expectativas. Las críticas fueron demoledoras: su rendimiento era errático, sus respuestas imprecisas y, en muchos casos, no ofrecía ninguna ventaja real sobre un móvil tradicional.

Sus malas críticas y el escaso interés del público en este aparato se tradujeron en ventas decepcionantes y devoluciones masivas. En octubre de 2024, Humane intentó salvar la situación con una rebaja agresiva, bajando el precio a 400 dólares, pero ni siquiera esa estrategia logró revertir el declive. Finalmente, el 18 de febrero de 2025, se confirmó lo inevitable: HP adquirió Humane por 116 millones de dólares y, acto seguido, se anunció el cese inmediato de las ventas del AI Pin. Y, por si no fuese poco, el dispositivo perdió la mayoría de sus funcionalidades el 28 de febrero de 2025, dejando a sus propietarios con poco más que un caro recuerdo de lo que pudo ser. Solo quienes lo compraron en los 90 días previos a la fecha límite tienen derecho a un reembolso; el resto, en cambio, no recibirá ninguna compensación.

Este desenlace ha provocado una ola de indignación entre sus usuarios, especialmente entre los primeros compradores o early adopters, quienes desde un primer momento confiaron en la visión futurista de Humane y ahora ven cómo su aparato dejó de funcionar y no tendrán derecho a una devolución. La compañía, en su mensaje de despedida, agradeció a los compradores el haber confiado en ellos y por haber ayudado a “dar forma a esta tecnología”. Un mensaje que, lejos de apaciguar los ánimos, ha sido interpretado como una despedida fría, insuficiente, e incluso insultante para quienes apostaron por un dispositivo que dejó de funcionar y de estar a la venta antes incluso de llegar al año de vida.

Este caso es un recordatorio de los riesgos que conlleva confiar en startups que prometen “reinventar la tecnología” con supuestos productos revolucionarios. Aunque la idea de un wearable que reemplace al móvil gracias a sus funciones de asistente personal resulta atractiva y tiene muchos casos de uso prácticos, la realidad ha demostrado que esta clase de aparatos aún no están listos para el gran público. El AI Pin no solo ha fracasado a la hora de ofrecer una alternativa viable al smartphone, sino que su dependencia de servicios en la nube y su rendimiento ineficiente lo han condenado a una muerte prematura. Tras su adquisición por parte de HP y el cese de ventas y soporte a la línea de producto AI Pin, Humane se suma a la larga lista de compañías tecnológicas que, a pesar de sus grandes promesas, han dejado a sus clientes con dispositivos inútiles y tan pocas explicaciones que parece una broma de mal gusto.