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Drums Rock

Drums Rock

  • PlataformaPC7.5PS57.5
  • GéneroSimulación
  • DesarrolladorGarage51
  • Lanzamiento22/02/2023
  • TextoEspañol
  • VocesInglés
  • EditorGarage51

Análisis

Drums Rock, análisis. Heredero de Rock Band, alternativa a Beat Saber y sorpresa para PS VR2

Nos convertimos en bateristas gracias a PlayStation VR2 y Drums Rock, uno de los juegos musicales más divertidos y satisfactorios de la realidad virtual.

Actualizado a

Si la tipografía del logo de Drums Rock no te recuerda a la de Guitar Hero, lo sentimos por ti. Eso significa que no viviste la fiebre de los juegos musicales que desató Harmonix a principios de los años 2000. Significa que no atormentaste a tus padres durante horas, días, ¡meses! para que te compraran la guitarra de plástico de turno; que no eras el plasta que se pasaba las fiestas en casa de alguien intentando que desconectaran los micros del SingStar e hicieran hueco a la batería del Rock Band; y por supuesto, que no te pasaste horas en las estaciones de prueba de las grandes cadenas de tiendas probando el lanzamiento de turno. Escuchabas canciones sobre cerrar bares, pero lo que tú chapabas era el Carrefour, El Corte Inglés, el GAME. Sí, hubo algo mágico en aquella burbuja, pero también insostenible. Sony llegó a sacar 36 SingStar en apenas una década y Harmonix cobijó cerca de 20 proyectos. Así que como toda burbuja, explotó y dejó a los fans del género huérfanos y nostálgicos.

Por eso quizás no sea el buque insignia del catálogo de lanzamiento de PlayStation VR2, y seguramente no tenga el nombre y prestigio de Resident Evil 8 y Gran Turismo 7, ambos con su respectivo modo para las nuevas gafas de realidad virtual de Sony. Pero aún así, Drums Rock era uno de los juegos a los que más ganas teníamos de cuantos han arropado al dispositivo en sus primeros días. Porque nuestro corazoncito siempre ha latido al ritmo de la música y porque nunca nos quejaremos si alguien nos invita a volver a aquellos tiempos, a descolgar la chupa de cuero del armario, subir el volumen de los altavoces y hacer el cabra. Menos todavía si la invitación proviene de un estudio de la casa, de Barcelona (al que pudimos conocer y entrevistar hace unas semanas) y si encima esta vez el concierto ya no exigen cachivaches de por medio.

Si por el contrario sí que ves el parecido en el logo, en Drums Rock te sentirás como en casa. Su premisa te sonará familiar. Es el ‘Érase una vez’ de los juegos musicales, su particular ‘En un lugar de La Mancha’. Al ajustarnos el casco se materializarán ante nosotros dos platos, tres tambores y una caja. No tenemos bombo y pedal, es una pena, pero los ‘true’ más relamidos siempre pueden seguir marcando ellos los ritmos con el pie. A nuestro alrededor nada futurista ni tecnológico, el averno de Doom más que la Tron City de Beat Saber. Y de pronto, varios murciélagos de colores (¿cacodemonios?) se nos acercan con ánimo belicoso. Echas las manos a la espalda, como si portaras un carcaj invisible como el de Légolas, coges un par de baquetas y te relames. Los demonios irán cayendo uno tras otro al golpear la parte de la batería de su mismo color en el momento exacto. Y como dice cierto eslogan famoso, cuando uno de ellos hace pop, ya no hay stop.

Drums Rock es directo, inmediato, intuitivo. Permite jugar sentado y ponerse a emular a Joey Jordison, John Bonham y sucedáneos en cuestión de minutos, sin grandes ajustes ni calibraciones. Cualquier sabe qué hacer sin necesidad de directrices. Pero que esto no os lleve a engaño, pues también cuenta con una curva de dificultad y progresión de lo más satisfactoria. Al principio dedicaremos la mano izquierda al platillo y los tambores de ese lado y la derecha a los del otro. Con el correr de las horas estaremos haciendo golpes al mismo tiempo, usando ambas muñecas para todas las partes de la batería, girándonos de aquí para allá y después para acullá, realizando grooves, toques sutiles a gran velocidad y movimientos especiales (cerrar los ojos, lanzar las baquetas al aire y recogerlas, etc). Nadie va a salir convertido en baterista, pero todo el mundo saldrá con una sonrisa en la cara y ganas de más.

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El grueso de Drums Rock es una campaña de alrededor de 5 horas (con 4 biomas distintos y sus propios jefes finales) en la que deberemos ir ganando estrellas en cada prueba (hay tres por nivel) para ir desbloqueando las siguientes. A veces basta con completar una canción sin que los cacodemonios se nos lleven por delante, pero otras habrá que realizar determinados combos y movimientos, o cumplir requisitos extra (no perder cierta cantidad de vida, por ejemplo). Su gracia es la de los juegos de antes, desbloquearlo todo y picarnos con los demás.

Hay fases especiales (en las que, por ejemplo, tendremos que usar guantes de boxeo en vez de baquetas, golpeando los tambores a puñetazos), marcadores en línea con los que batirnos el cobre con el resto del mundo (disponibles para canción, todas ellas con varias dificultades) y una tienda de la que salir con instrumentos personalizados. ¿Podría haber algún contenido más? Sí, algún modo diferente, más imaginativo y experimental, pero nos damos por satisfechos.

Con su apartado gráfico ocurre similar. Simpático, cartoon y de lo más colorido, a lo mejor podría haber llegado acompañado de más escenarios, enemigos y variaciones, pero de lo presente no podemos quejarnos. Cumple su labor de no distraernos y de mostrar con claridad qué debemos hacer y cuándo. Y Whiplash ya nos demostró que para un baterista la clave es la concentración.

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Y llegamos a la playlist de Drums Rock, el aspecto más importante del juego. Porque caretas fuera, la lista de canciones es la característica que termina elevando (o hundiendo) a cualquier propuesta musical. En esta ocasión contamos con algo más de 25 canciones, pero a la hora de la verdad, 16 de ellas son melodías originales creadas por el propio estudio, por Garage51. Famosas, famosas, de las que nos evocan flashbacks de conciertos, manos cornutas y cuellos moviéndose, apenas encontramos las siguientes (y como veremos más adelante, con asterisco).

  • Black Betty
  • Drink - Alestorm
  • I Love Rock’n Roll
  • Kneon Knightmare - Until You Fall
  • Mirror Mirror - Blind Guardian
  • Pleiades - Professor Plumb
  • Red Devil - John Verity
  • Runnin’ Wild - Airborne
  • Ruski Bruski - Professor Plumb
  • You Wanna Do It Too - Violet Road

¿A qué nos referimos con lo del asterisco? A que la mayoría de ellas son covers y no las canciones originales. Resultan perfectamente reconocibles, pero algo en ellas termina rechinando, no suena como recordábamos y como nos gustaría. Hay que entender los costes de esta clase de licencias, inasumibles para un estudio pequeñito como es Garage 51, y vale la pena recordar casos como el de Fuser, uno de los últimos juegos de Harmonix, que se la jugó a comprar muchas, luego no logró la suficiente base de usuarios y ha muerto a los dos años (se lanzó a finales de 2020 y fue descatalogado en diciembre del año pasado). También apreciamos el esfuerzo realizado con la música original, que no está mal y trata de imitar a muchos grupos y estilos (¡hasta de videojuegos!) que nos hubiera gustado ver en la playlist.

Con todo, aún teniendo en cuenta lo expuesto, la selección se antoja corta, para qué mentir. Anhelamos demasiados nombres y los incluidos nos dejan un sabor agridulce, no tanto por cuáles son, sino por cómo suenan.

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Al margen de la lista de canciones, nuestra única pega son los fallos de detección. Admitiendo que algunos podrían haberse debido a nuestra pericia, la frecuencia de los mismos hace imposible aceptar todos los cargos, señoría. En torno a una o dos veces por canción, nuestro personaje golpeaba donde no debía, llegaba tarde o directamente no lo hacía. Tampoco nada exagerado ni cargante, pero es cierto que en un juego musical la precisión es importante y en las dificultades más altas es un tema que puede llegar a cabrear.

En cualquier caso, insistimos, no es nada alarmante y la experiencia con Drums Rock resulta francamente placentera. En general funciona tan bien que hasta se permite varias delicatesen, como invitarnos a lanzar las baquetas al aire y a recogerlas al vuelo antes de que caigan, impregnándolas de ese modo de energía eléctrica para el siguiente golpe y multiplicando así nuestro combo. El juego incluso hace uso del eye tracking, nuestra característica favorita de PlayStation VR 2. ¿Cómo? Pues detectando si cerramos los ojos y tocamos por intuición, alarde sólo para expertos que dispara nuestra valoración final.

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Conclusión

Drums Rock es uno de esos juegos perfectos para estrenar, no ya PlayStation VR2, sino cualquier dispositivo de realidad virtual. Los compatriotas de Garage 51 nos transportan a la época dorada de Harmonix y los juegos musicales con una propuesta que hereda la fórmula Rock Band, pero sin cachivaches de por medio. Divertido, intuitivo y con una curva de dificultad y progresión de lo más satisfactoria, el resultado es notable y apenas se le pueden achacar algunos fallos de detección esporádicos y lo reducido y controvertido de su playlist (con pocas licencias y en su mayoría covers). Descolgad a chupa del armario, estirad el cuello y alzad esos cuernos, la ocasión lo merece.

Lo mejor

  • Accesible, desafiante y adictivo.
  • Los marcadores online y los niveles y movimientos especiales.

Lo peor

  • La playlist se antoja corta y agridulce. Pocas licencias y la mayoría son covers.
  • Fallos de detección esporádicos que pueden ser letales en las dificultades más altas.
7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.