Análisis de Still Wakes the Deep, una pesadilla en alta mar

Hay estudios de videojuegos que han decidido convertirse en algo así como estudios de género. Porque si From Software se dedica al soulslike y Bloober Team a los juegos de terror, podemos decir sin miedo a equivocarnos que en The Chinese Room son expertos en experiencias narrativas, a menudo descritas como walking similator. Everybody’s Gone to the Rapture, Amnesia: A Machine for Pigs y Dear Esther son buena muestra de ello, y ahora presentan uno más: Still Wakes the Deep.

Hay entornos que todo el mundo asocia al género de terror: mansiones encantadas, hospitales abandonados, ciudades malditas y cementerios son algunos de ellos. ¿Alguna vez habéis pensado en lo terrorífica que puede ser el agua? No solo por el miedo a morir ahogado —que también—, sino por el mero hecho de estar ahí, en mitad de la nada, donde nadie puede oírnos. Puede ser en una isla desierta, en un barco a la deriva o, en este caso, en una plataforma petrolífera situada en aguas escocesas.

Un mal día para trabajar

¿Acaso hay alguno bueno? Solo se nos ocurre alguien más desgraciado que Caz McLeary, el protagonista de Still Wakes the Deep: Leon S. Kennedy. Porque lo de llegar a nuestro primer día de trabajo y encontrarnos con un apocalipsis zombi es insuperable, la verdad. Pero mucho ojo, que lo de Caz no es moco de pavo, ya que no se trata de su primer día, sino del último en alta mar. Es decir, que se encuentra a escasas horas de volver a casa junto a su familia y además ¡es Navidad!

Pero tal y como estáis pensando, si algo puede salir mal, saldrá mal. No queremos entrar en demasiados detalles, pues se trata de un título de carácter narrativo y hablar de elementos explícitos sería irrespetuoso con vosotros. Solo os diremos que no, Caz no va a volver a casa, o no al menos cuando tenía pensado. ¿El motivo? Bueno, es difícil de explicar sin entrar en elementos explícitos, pero estamos en alta mar y el responsable del accidente que ha sufrido la plataforma no es precisamente una avería. A buen entendedor...

Contra todo pronóstico, ya que no conviene olvidar que estamos ante una suerte de walking simulator con algún que otro elemento de sigilo, hay que decir que el ritmo es muy elevado y la tensión crece desde los primeros minutos. No estamos solos en la plataforma, ya que algunos de nuestros compañeros pertenecen en ella. El problema es que, tal y como habréis imaginado, hay alguien más —por decir algo— en las instalaciones. Y no ha venido a ofrecernos una subida de sueldo.

Luces y sombras

No lo decimos por el soberbio uso de las luces y sombras del juego, sino por ciertos altibajos que hemos encontrado. Aunque, ya que estamos, hay que decir que el apartado audiovisual es muy bueno. Por un lado, tenemos una ambientación fantástica, con escenarios cargados de detalles y una factura más que convincente. Por otro, un tratamiento del sonido excelso, por lo que os recomendamos encarecidamente jugar con auriculares para disfrutar de una experiencia terrorífica.

Cuando decimos que el título tiene altibajos, nos referimos a que tenemos la sensación de que, a pesar de que todo funciona más o menos correctamente, nos ha sabido a poco, pues creemos que un escenario tan imponente como una plataforma petrolífera daba para mucho más. Still Wakes the Deep es completamente lineal, probablemente más de lo que imagináis. De hecho, se podría decir que una parte importante del desarrollo es prácticamente una línea recta.

Los elementos visuales no dejan margen de duda alguno a la hora de seguir el camino principal, básicamente porque no hay otro. De hecho, en alguna ocasión nos hemos encontrado ante una puerta cerrada que se abre por arte de magia una vez se activa el script oportuno. Puede que no sea del todo justo señalar esto como un defecto, pero no podemos evitar pensar en lo que habría sido en caso de apostar por un desarrollo un poco más profundo. Es más, a veces hay algún que otro tramo en el que tenemos cierta libertad, y aunque no es gran cosa, sirve para imaginar el potencial que había en el escenario de cara a diseñar algo más complejo y variado.

En algunas ocasiones nos vemos obligados a buscar un objeto en las inmediaciones, activar palancas o interruptores o escalar determinadas superficies. Acciones que, por suerte, están bien implementadas y no comprometen el ritmo del avance argumental. También tenemos un buen puñado de fases de sigilo, y aunque nos temíamos lo peor, tenemos que decir que están muy bien resueltas, pues no son ni tediosas ni injustas. En líneas generales, el juego está bastante pulido y equilibrado.

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