Análisis de Skate Story, un viaje sensorial por la Divina Comedia a base de ollies y kickflips

Skate Story fue, sin duda, uno de los indies que más llamó la atención del ya lejano verano de 2022 con su presentación oficial, una apuesta de lo más personal por parte del diseñador de videojuegos Sam Eng junto a Devolver Digital. Ahora, a finales de 2025 –y tras un desarrollo un tanto complicado–, por fin tenemos entre manos este nuevo arcade de skate que poco tiene que ver con sagas clásicas como Tony Hawk y que pretende llevar al jugador a través de un viaje sensorial apoyándose en un apartado audiovisual arrollador, tanto por su estilo como por su banda sonora. Y desde luego que lo consigue, aunque ciertas decisiones de diseño un tanto extrañas y un preocupante rendimiento –especialmente en PS5 Pro– empañan levemente el resultado. No te pierdas nuestro análisis de Skate Story para PC, PS5 y Switch 2.

Don Diablo se ha escapado y ahora es skater

El contexto argumental de Skate Story es de lo más absurdo y chiflado, incluso kafkiano, aunque no deja de tener cierta gracia por su presentación, invitándonos a conocer más sobre el verdadero mensaje de cada uno de los diálogos que mantiene nuestro demonio con entidades superiores. Porque sí, en el juego tomamos el control de un deminio de cristal que se aventura a través de los diferentes anillos del inframundo con el objetivo de devorar la luna. Más allá de tramas subversivas, lo que tenemos al final es un arcade de skate con un estilo arrollador; y lo mejor de todo es que se controla fantásticamente bien, como pocos juegos de monopatines hasta el momento.

Para alcanzar nuestro objetivo debemos superar un buen puñado de cláusulas y contratos que nos permitirán seguir avanzando por este infierno tan peculiar, lleno de skate parks y trazados que parecen diseñados para sacar nuestro Tony Hawk interior. La aventura se divide en dos partes muy diferenciadas, con el manejo del skate como eje central. Zonas abiertas en las que cumplir una serie de misiones –además de acumular almas para adquirir nuevos skates, ruedas, pegatinas y más– y desafíos, y otras zonas lineales que debemos superar a toda velocidad mediante los trucos más efectivos y sin chocarnos. Estos últimos tramos son los más divertidos y desafiantes del juego, ya que el control es exquisito y, junto a la música y el espectáculo visual, resultan de lo más satisfactorios. Siempre y cuando logremos completar cada nivel, cosa que se complicará bastante hacia el último tercio del juego.

En cambio, los sectores abiertos que tratan de simular un skate park no son especialmente brillantes: su diseño es muy estándar y los desafíos son algo insulsos. Lo que sí es digno de elogio es cómo logramos fluir con el skate, las animaciones de nuestro demoníaco alter ego y el conjunto audiovisual, absolutamente arrollador. Un fantástico ejemplo de cómo evolucionar con el juego, aprendiendo nuevos trucos y aplicándolos para superar nuevos retos y avanzar. Eso sí, en demasiadas ocasiones cae en la trampa de interrumpir su frenético ritmo con diálogos absurdos que, en realidad, tampoco aportan tanto. Como decimos, donde no falla es en su puesta en escena. La alucinante banda sonora corre a cargo de Blood Cultures y John Fio que, junto a su apartado gráfico, nos traslada a un mundo casi sinestésico que nos recuerda a propuestas como Tetris Effect o el más reciente Lumines Arise. Y llega perfectamente traducido al castellano (menos alguna que otra frase que se quedaría en el tintero).

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Sin embargo, no todo lo que brilla es oro; y a pesar que Skate Story reluce y mucho tanto a nivel audiovisual como de jugabilidad, hemos detectado un grave problema de rendimiento que afecta, especialmente, a PS5 Pro, la versión a la que hemos jugado para realizar este análisis. Y es que en la consola más potente del mercado es donde el juego ofrece peor rendimiento o, al menos, el framerate más inestable de todos. Y un título de estas características, para nada puntero pero que basa todo su potencial en su mangnífica dirección artística, no debería presentar problema alguno. Sin embargo, nos hemos encontrado con un framerate que sube y baja de forma constante, alternando entre 60 y 40 fps, lo que lo hace bastante incómodo a la vista y a los controles, especialmente en los niveles en los que necesitamos absoluta precisión. Si bien sus responsables ya están trabajando para solucionarlo, a día de hoy sigue igual de inestable. ¡Y eso que esperábamos que funcionase a 120 fps!

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