Análisis de Pepper Grinder, un taladro para dominarlos a todos

Pepper Grinder llega a consolas PlayStation y Xbox tras su paso a principios de este año por PC y Nintendo Switch, un grácil y curioso plataformas 2D de concepción clásica que busca la sorpresa y la habilidad del jugador a partes iguales a base de taladrar todo lo que se le pone por delante; o casi todo. Desarrollado por un equipo indie de tres creativos bajo los seudónimos de Ahr Ech y MP2 Games, la editora Devolver Digital ha hecho bien en apostar por este original y sorprendente título pixel arte que recoge lo mejor de clásicos como Yoshi’s Island y otras aventuras similares, donde cada nivel se centra en ofrecer al jugador una idea o concepto diferente, aunque no siempre logra su cometido. Veamos en nuestro análisis si Pepper Grinder mantiene el tipo a base de taladrar al personal; y ya os adelantamos que va en la buena dirección.

Perforando que es gerundio

Todo en Pepper Grinder gira alrededor del taladro de su protagonista, Pepper; sí, el título del juego no engaña a nadie. Sea como fuere, Pepper llega a la orilla de una playa perdida en mitad del océano tras naufragar en las inmediaciones. Un grupo de maleantes saquea sus pocas pertenencias, a excepción de su fiel taladro. Y aquí empieza nuestra frenética aventura, siguiendo los pasos de una misteriosa antagonista que desaparece entre la maleza de una selva llena de peligros, trampas y todo lo que pueda acabar con nuestros pocos slots de vitalidad.

Los jugadores más veteranos rápidamente identificarán algunas de las influencias más evidentes, todas ellas sacadas de los plataformas de los años 90. Desde el ya mencionado Yoshi’s Island por su desarrollo de niveles a Ecco the Dolphin por su movilidad prácticamente continua, pasando por Sonic the Hedgehog o Donkey Kong Country. Y no lo decimos nosotros; su creador así lo explicó durante su desarrollo. Sin embargo, y lo que verdaderamente importa de Pepper Grinder es que, más allá de tan ilustres referentes, es capaz de dejar huella a través de su propia personalidad.

Y es que Pepper se vale de su taladro para avanzar a través de unos niveles suficientemente variados como para mantener la atención del jugador, con un desafío creciente aunque no imposible, a través de mecánicas de ensayo-error que tanto gustan a los diseñadores de este tipo de propuestas. Para ello debemos perforar distintos terrenos, ya sean de arena, barro o nieve, entre otros, recogiendo piedras preciosas y otros coleccionables, todo ello sorteando enemigos, trampas y obstáculos. También será necesario coger carrerilla en el subsuelo (bendito joystick), para así encadenar saltos mientras no dejamos de pulsar el gatillo que mantenga encendida nuestra puntiaguda y afilada herramienta. No faltarán las secciones en las que correr y saltar al estilo clásico, aunque son menos numerosas y aún menos decisivas, resultando incluso molestas por su falta de precisión.

El mayor acierto de Pepper Grinder reside en la polivalencia de nuestro taladro, del que explotaremos sus posibilidades en todos y cada uno de los niveles del juego; todo un acierto por parte de sus responsables. Ya sea como arma o como gancho, como herramienta de perforación -el uso más evidente-, para conducir vehículos o para transportar llaves. Una serie de pequeñas grandes ideas que se van sucediendo unas tras otras y que nos conceden tanto un desarrollo variado como un ritmo bastante elevado. En esto tiene mucho que decir el propio diseño de niveles que, sin ser prodigioso, sí ofrece el reto suficiente como para volver en varias ocasiones, ya sea por el simple hecho de completarlos más rápidamente -speedrunners, encontraréis algo aquí-, recoger todos los coleccionables -esas monedas doradas las carga el diablo- o descubrir todos sus secretos.

Eso sí, los constantes cambios de mecánicas con el taladro, unido a un control algo tosco en ciertos momentos, impide que podamos disfrutar con total naturalidad de la jugabilidad de Pepper Grinder. En este sentido, y a pesar de las buenas ideas y sus buenas intenciones, su fórmula no parece encajar del todo a lo largo de sus cuatro o cinco horas de duración. Siempre y cuando queramos hacernos con todo; o casi. No llega a profundizar en ninguna de sus ideas, a pesar de que el buen rato que podamos pasar explorando sus niveles hace de Pepper Grinder una opción a tener en cuenta para los amantes de las plataformas y las aventuras de acción de desplazamiento lateral más clásicas, incluso llegando a ofrecer niveles de desafíos considerables, especialmente en su tramo final y contra ciertos jefes.

Un lienzo pixelado en movimiento

Pepper Grinder recurre a la muy -a estas alturas de la película- manida dirección artística pixel art, aunque a decir verdad se ve y mueve bastante bien. Las animaciones están cuidadas, recordando en cierta manera a otras propuestas similares como Gunbrella, aunque con una paleta de colores mucho más viva y llamativa. Lo mismo ocurre con sus alegres y pegadizas melodías y efectos de sonido. Sin embargo, a nivel estético choca con ciertas incoherencias, como grupos de niveles que no tienen nada que ver entre sí; ¿por qué pasamos de una selva tropical a entornos gélidos para terminar en una red de metros posapocalíptica? Pues porque sí; ¡y a continuar taladrando!