Análisis de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess, el nuevo juego de culto de Capcom

Cuando una compañía está en estado de gracia puede permitirse muchas cosas. Sabiendo que con cada Resident Evil o Monster Hunter alcanza cifras astronómicas de ventas, mientras que otras como Devil May Cry o Street Fighter también carrilean sus resultados, Capcom puede permitirse experimentos fallidos como el de Exoprimal. También puede permitirse rarezas de culto como es Kunitsu-Gami: Path of the Goddess, un juego que nos lleva a otros tiempos, concretamente a principios de la década de los 2000, cuando un equipo con ganas de llevar a cabo cosas diferentes regaló clásicos como hoy son Viewtiful Joe, Okami o God Hand.

Es el fantástico Okami el juego que más nos va a recordar Kunitsu-Gami: Path of the Goddess, ya que al igual que aquel, el juego que nos ocupa toma los elementos típicos del folklore nipón y los plasma en pantalla de una manera muy bella artísticamente hablando. La primera sensación es que entra por los ojos, la segunda es que a medida que profundizamos en él, no dejamos de descubrir nuevas mecánicas, y eso ocurre prácticamente durante toda la aventura, ya que la sensación de progreso es constante. Este progreso no llega solo en relación a las mejoras que podemos conseguir, que también, sino sobre todo a nuestro aprendizaje como jugador, entendiendo poco a poco lo que tiene que ofrecer, que es mucho más de lo que parece.

Capcom arriesga con una apuesta diferente y se convierte en una gran sorpresa

Y eso que Kunitsu-Gami: Path of the Goddess se ambienta en una sola montaña, aunque eso sí, con entornos muy bien diferenciados. La misión de su protagonista, o al menos del personaje que controlamos, Soh, es acompañar a la diosa Yoshiro durante su recorrido a través de dicha montaña, dándole protección mientras esta la purga de la corrupción que asola el mapa. Para ello, nos encontramos con dos vertientes, como suele ser habitual: la preparación, y el combate propiamente dicho.

Aunque el entorno donde se desarrolla cada fase no es excesivamente extenso, cuenta con los suficientes secretos para poder contar con cierta exploración, y tras purificar cada zona, nuestra labor será reparar los desperfectos para conseguir recompensas que nos ayuden en combate. Esta fase es muy sencilla, y hablando con Yoshiro en los momentos de descanso es posible mejorar desde nuestras propias características hasta las de los aldeanos, a quienes rescatamos de la corrupción.

Las fases de combate ya ganan en complejidad. Cada una se divide en fases horarias, y hasta que llegue la noche, hay que eliminar esa corrupción y rescatar aldeanos, los cuales se unen a nuestras fuerzas, pudiéndoles asignar una función diferente: leñador -buenos en el cuerpo a cuerpo-, arqueros, ladrones -encuentran objetos ocultos... pero huyen como cobardes en combate-, y muchas más. Con una cantidad limitada de ellos, peleamos frente a los demonios que acechan cuando llega la oscuridad, tornándose el juego en una suerte de hack & slash sencillo en el que nosotros somos la principal fuerza de resistencia, pero contando con la ayuda de los aldeanos estratégicamente colocados por nosotros. Así, habrá que aguantar, normalmente varias noches, hasta que Yoshiro llegue a purgar cada una de las puertas horii que se encuentran en el escenario.

Dicho esto, y aunque la planificación es importante, no lo es todo, ya que Kunitsu-Gami: Path of the Goddess nos da mucho margen para la improvisación. Es posible cambiar sobre la marcha la clase de cada aldeano, recolocarlos en una posición donde sean más útiles, reparar estructuras que puedan servir de protección a Yoshiro... y obviamente, como primer recurso, está nuestra habilidad al combate, que puede hacer cambiar las tornas ante una situación adversa.

A esto hay que sumar la presencia de jefes finales, los cuales para derrotar, hará falta mucho más que aporrear botones, ya que cada uno necesita de una estrategia muy concreta. Por ejemplo, hay uno en forma de gusano que tiene ocultos sus puntos débiles, y para hacerlos visibles, debemos enviar a cada uno de los aldeanos que encienda los faros que hay repartidos por el escenario. Así hay varios casos, donde tendremos que darle una vuelta a nuestra forma de jugar para adaptarnos y poder dar cuenta de los múltiples tipos de enemigos a los que tenemos que hacer frente, más allá de los mencionados jefes.

Kunitsu-Gami: Path of the Goddess es un juego creado en Japón. Esto, que es un hecho objetivo y una perogrullada, tiene implícitas muchas otras cosas que no se dan siempre por hechas, y su ambientación tan típica del país del Sol Naciente es la menor de ellas. Es un juego desarrollado con pasión, sin intención de ser un súper ventas, sin miedo al fracaso ni a plasmar cualquier idea que haya pasado por la cabeza del equipo, por absurda que parezca. Simplemente, es el juego que han querido hacer, y aunque no vaya a copar puestos altos en listas de ventas, a veces eso es un triunfo aún mayor en una industria que se empeña en devorar estudios y talento como si de Galactus se tratara.

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