Análisis de Destiny 2: La Forma Final, un gran cierre a una década soñando con las estrellas

Tal como llegó se fue. Diez años de aventuras en el interior del universo Destiny confluyen en una expansión que cierra el épico combate entre la luz y la oscuridad. Pero es curioso el sabor que deja al completarla. Bungie sabe que no era una despedida completa. En la práctica, La Forma Final supone un punto y aparte a un arco narrativo que pedía cerrar una longeva etapa. Pero el universo sigue ahí repleto de misterios que abordar.

Destiny 2 está vivo y tiene tanta cuerda como sus responsables quieran estirar el motor que todavía toma de la mano al hardware de 2013. Pero si algo grita esta expansión es una llamada al cambio. Las ideas se agotan y los límites técnicos limitan (valga la redundancia) poder llegar a territorios más ambiciosos. El cierre es fantástico, pero ahora toca mirar al futuro.

Viejos amigos

Porque si a alguien llama esta expansión es a todos aquellos que han seguido de cerca la marca Destiny no solo desde la secuela, sino desde el origen, cuando todavía Bungie dependía de Activision y juntos formaron una de las IP más sonadas de la generación.

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La nostalgia siempre es efectiva y eso es lo que vamos a encontrar durante buena parte de la aventura. Narrativamente es un caramelo para los fans. La búsqueda por el interior del viajero nos permite surcar escenarios que quedaban guardados en nuestra memoria.

Los primeros momentos del Cosmódromo, los pasadizos de los niveles donde descubrimos a los Vex… El Viajero es un espejo donde se reflejan los recuerdos de todos los jugadores que se hacen llamar Guardianes. Y con eso gana a cualquiera.

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También es fácil que gane en el cara a cara con la intervención de personajes a los que se añoraba. Cayde-9 y Cuervo llevan la voz cantante junto a Ikora Rey y Zavala para desenmascarar a El Testigo. No queremos entrar en detalles que destapen las sorpresas, pero sí podemos decir que es difícil salir insatisfecho de lo que Bungie ha construido.

La campaña mira hacia la tradición

Nos parece una decisión acertadísima el cambio de estructura de la campaña. Bungie vuelve a sus orígenes con una expansión que encadena niveles lineales por el interior del Viajero. La experiencia está condensada de tal manera que siempre vas de la mano del ritmo de la narrativa. Los ingredientes de siempre están sobre la mesa. No faltan secuencias de combate que culminan contra el jefe de turno, o las escenas de tutorial en el que utilizar las nuevas habilidades. De hecho, los grandes momentos de los niveles van ligados a las mecánicas añadidas.

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Nos referimos a las habilidades Prismáticas. La luz y la oscuridad también se han fusionado en nuestro interior, lo que ha alterado la manera en la que utilizamos nuestros poderes en determinadas ocasiones. Cuando llenamos nuestro medidor de luz y oscuridad, ya sea matando enemigos o corriendo por puntos concretos del escenario, podremos activarlo, lo que desata nuestros nuevos poderes que alteran el curso de las clases base. Además, mientras está activada podremos hacer frente a ciertos enemigos que solo son vulnerables cuando estamos bajo este efecto.

La Forma Final busca aportar variedad a la experiencia Destiny añadiendo dos factores clave. La primera, la dificultad. Desde la introducción del modo veterano se había relegado la experiencia base en un tramo ligero con el que habilitar todos los contenidos de la expansión antes de tiempo. Aquí la dificultad no se dispara, pero sí hay muchos momentos donde debes dar el cien por cien. Hay tiroteos que se disfrutan muchísimo. Bungie sigue sabiendo crear muy buenas setpieces de combate y aquí va un poco más allá.

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El segundo factor al que aludimos son ciertas mecánicas a modo de puzle. Que si recordar el diseño de dos iconos para abrir una puerta, que si llevar un orbe a ciertos lugares en orden… De ahí decimos que las ideas se agotan. Al final del día Destiny es un shooter que vive de intercalar oleadas de enemigos hasta desbloquear el siguiente tramo del nivel. Aquí, a la estructura conocida se añade ese punto de rompecabezas que en algunos momentos rompe el ritmo. Queremos combatir con más formas enemigas, no estar pendientes de elementos externos. Con todo ello, completar la campaña nos llevó alrededor de 12 horas. A partir de ahí comienza el preparatorio para lo que todos sabemos.

Y es que la incursión merece una mención especial, una de las más difíciles de todo el tramo comercial de Destiny 2 y que ahí sí que explota lo aprendido durante estos años. Es espectacular y pone en valor una fórmula que demuestra que tiene margen para evolucionar. Y de ahí viene la manera en la que abríamos este análisis.

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Pensamos en el futuro de la marca como un paso que abrace el hardware actual para potenciar elementos que el motor actual no permite. Más combates multitudinarios, o que los vehículos tengan mayor presencia son algunas de las peticiones que sobrevuelan nuestra lista de deseos. O que el entorno online esté más conectado con los jugadores, en vez de ir por estancias cuando viajas por el mundo abierto. También pedimos una mejor introducción a los contenidos para los nuevos jugadores. Destiny 2 ha construido una cartera tan grande de aventuras que muchas veces un recién llegado no sabe ni por dónde empezar, por no hablar de que tampoco puede acceder al contenido global publicado desde su lanzamiento.

Este análisis se ha realizado con una copia para PS5 cedida por Bungie