Análisis de Banishers: Ghosts of New Eden, la mejor historia de amor y fantasmas para San Valentín

Estoy enamorado. Estoy tan enamorado como para desafiar al plural mayestático del libro de estilo de MeriStation. No puedo reprimirme. Necesito gritarlo a los cuatro vientos. Estoy enamorado hasta las trancas y quiero aprovechar estas líneas para decírselo otra vez a la única persona que sé que siempre estará al otro lado de mis textos. Te amo. Cómo iba a tenerle miedo a una norma y una mesa de redacción después de escuchar la historia de Red mac Raith. El protagonista de Banishers: Ghosts of New Eden también es capaz de prender fuego al mundo por otra persona y desafía a la mismísima muerte para resucitar a su amada. Quizás por eso, porque yo haría lo mismo, es que me ha gustado tanto el nuevo juego de Don’t Nod, la desarrolladora de Life is Strange. Es el mejor regalo para acompañar los bombones y las flores que proliferan en San Valentín y uno de los primeros tapados de 2024.

A pesar de la fama de su desarrolladora, Banishers: Ghosts of New Eden va más en la línea de Vampyr que de Life is Strange. Don’t Nod regresa al género de los action RPG y lo hace con un tipo de juego en peligro de extinción. Nos referimos a los doble A, esos títulos a caballo entre las grandes producciones y la aparente sencillez de los indies. Esta industria ya no distingue término medio y es una auténtica lástima, pues antes los catálogos se cimentaban sobre segundas espadas. Eran proyectos cuyo presupuesto no daba para elaboradas maniobras de marketing que los pusieran en boca de todos, pero más que competentes y recomendables a los mandos. Es el caso de Banishers, juego que ha llegado de puntillas, pero cuyas dimensiones, ambición y nivel general son una grata sorpresa.

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Si bien Don’t Nod asegura haber aprendido del pasado y ser consciente de que “una buena historia no es suficiente para hacer un buen videojuego”, Banishers: Ghosts of New Eden no puede concebirse sin su narrativa. Tiene un papel preponderante y un estilo clásico. Largas cinemáticas, conversaciones interminables y decisiones puntuales y predecibles sobre el destino de los personajes implicados. Dura 20 horas (aunque está más cerca de las 30 a poco que exploremos o hagamos secundarias) y en definitiva, es un juego de ritmo pausado en el que conviene sumergirse con tiempo y calma.

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Nosotros interpretamos al ya mentado Red mac Reith, un desterrador que viaja por el mundo ahuyentando a los espíritus que atormentan a los vivos. Unos necesitan un poco de ayuda para cruzar al más allá y otros un empujón a la fuerza. Ambientado en New Eden, una región ficticia basada en la Estados Unidos de finales del siglo XVI, Banishers nos propone viajar por su mundo resolviendo los casos paranormales que afligen a sus habitantes.

La gracia reside en que Red no viaja en solitario, sino acompañado del fantasma de su amada, Antea Duarte. Durante toda la aventura se debatirá entre desterrarla como hace con el resto de espíritus o romper las reglas y resucitarla. Aunque la decisión puede parecer evidente, para resucitar a Antea hay que llevar a cabo sacrificios humanos con todo lo que ello conlleva. Pasaremos de ser los buenos a los malos, de los salvadores de New Eden a su azote y condena. ¿Acaso puede acometer Red semejante empresa sin romperse por dentro? ¿Tanto quiere a su compañera? ¿Tanto la conoce? ¿Estaría dispuesto a pagar con su alma?

La fórmula es puro Don’t Nod. Diálogos constantes entre ambos y decisiones a cada paso que van desarrollando su relación y planteando toda clase de dilemas morales.

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Pero la verdadera sorpresa reside en el modo de conectar cinemáticas y casos. No estamos ante un walking simulator, sino frente a un RPG con inventario, crafteo, árboles de habilidades, puntos de experiencia y subida de nivel. Todo a un nivel muy básico, pero también muy completo y sólido. Los caminos de New Edene no son parajes por los que andar regodeándose en la ambientación. En ellos aguardan espectros y muertos vivientes con los que combatir en escenas de acción claramente inspiradas en los últimos God of War. Estamos ante el juego de Don’t Nod con más chicha en lo jugable.

Cuando decíamos que Red no viaja solo, sino acompañado, también nos referíamos a que combate junto a Antea. El tándem entre ambos es lo que dinamiza y revitaliza la experiencia. Banishers nos pone a los mandos de un ser humano y de un fantasma, o lo que es lo mismo, de un personaje que se defiende con poderes sobrenaturales y de otro que lo hace con espada y mosquete. Cambiar es cosa de un botón y cada uno cuenta con sus propios combos, poderes y fortalezas y debilidades. Hasta contamos con esa función sin la que hoy día no puede sobrevivir el usuario moderno: el parry.

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La fórmula suena bien, pero aún mejor suena la banda sonora que nos acompaña en nuestros paseos por New Eden. Ponen el broche de oro a una atmósfera que es sin duda lo mejor del juego. El mundo de Banishers resulta cautivador, vasto y exuberante, con una mitología y un lore fascinantes, a medio camino entre lo histórico y lo inventado. Sus jefes y escenarios recorren lo mejor del imaginario sobre brujas y fantasmas. Por lineal y simple que sea la exploración, atrapa.

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Después de tantos elogios, algún lector podría mirar la nota que acompaña al texto con escepticismo, pero tiene explicación. Aunque sea el juego con más mecánicas de Don’t Nod y nos haya gustado, Banishers: Ghosts of New Eden sigue palideciendo y teniendo un amplio margen de mejora en todos los campos.

Si nos sumergimos en él buscando un juego detectivesco, nos encontraremos unas labores de investigación planas. Entras en una casa, interactúas con tres objetos destacados de todas las formas humanas posibles y hablas con quien corresponda. Fin. No hay puzles y tampoco deducciones o posibilidad de fallo.

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Si buscamos un RPG, nos decepcionará la falta de opciones y profundidad. Apenas hay diferencias (mucho menos variedad) entre los objetos que podemos equipar. Los árboles de habilidades son cortos y con subir a nivel 20, lo que sería rascar la superficie de otras propuestas del género, aquí lo habremos visto todo. Más de lo mismo si queremos acción, las diferencias con su referente (Kratos) son abismales. La variedad de enemigos es nula, los combos son escasos y el sistema de esquivas y parry se antoja un tanto tosco. A veces es más desafiante por torpe que por difícil.

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Incluso en la narrativa tenemos nuestros “peros”. Por un lado, a Antea parecía darle un poco igual si la resucitábamos o no. Por otro, los conflictos morales eran pequeños, pues todos los candidatos a ser sacrificados cargaban con grandes pecados a sus espaldas. Y por último, nada parecía afectar demasiado al mundo que nos rodeaba y se podía cambiar de decisión hasta poco antes del final. En resumen, la carga emocional era menor que en otros juegos de la compañía y hemos encontrado bastante “paja” en los diálogos secundarios, a menudo más que prescindibles.

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Banishers: Ghosts of New Eden funciona como un conjunto, como una obra de ambientación cautivadora que cuenta una buena historia y está compuesta de simpáticas pincelada a multitud de palos. Al analizarlos por separado y estudiarlos detenidamente resultan mejorables, pero de lejos, la armonía de la experiencia que conforman es más que disfrutable. Por ir terminando, mencionar algunos problemas de framerate en consolas, donde el rendimiento podría ser mejorable y está a la espera de algún parche que le eche un capote.

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